Ya estamos transitando los dos últimos meses del segundo año de gobierno de la alianza Cambiemos. Queda claro que un elemento que aparece como estructural del experimento macroeconómico del gobierno radica en la reducción del “costo laboral” (salarios, horas trabajadas, edad de jubilaciones entre otros tantos derechos conquistados; son parte de este gran concepto). El oficialismo sostiene que con esto lloverán las inversiones por mayor competitividad. Supuesto sumamente dudoso y a nuestro parecer erróneo desde lo conceptual y desde lo práctico-empírico. 

Desde lo conceptual lo único que demuestra la reducción de la masa salarial global es una reducción en el consumo global o, pero aun, en endeudamiento de los sectores que se ven reducido su salario real. El consumo es el motor necesario pero no suficiente para la inversión. Sin este no hay aquella. En lo empírico sobra con ver los resultados de las políticas de Cambiemos en este año y medio. Más allá de cuál fue el punto de partida, es un hecho que la pobreza y el desempleo crecieron. A nuestro juicio por dos motivos: a) la destrucción de empleo b) la pérdida real en los ingresos familiares (salarios, jubilaciones, AUH, pensiones, becas, etc.). La consecuencia  es una fuerte reducción de los ingresos familiares, caída del consumo y aumento del número de personas que buscan empleo. Típico proceso de empobrecimiento y exclusión.  Esto generó que entre enero del 2016 y el primer semestre del 2017 el PBI no creciera, entonces el desempleo aumentó. Porque por debajo de 3 y 4 puntos de crecimiento del PBI, no se llega a absorber el crecimiento de la población (alrededor de 210.000 personas nuevas por año en la PEA). 

Ante esta realidad el gobierno continúa con su política de reducción de “costos laborales”. Y esto es porque la única forma que este experimento oligárquico financiero funciones es con la sumisión de 20.000.000 de argentinos a la subsistencia. De esa forma solo un grupo de privilegiados podría acceder a los beneficios de un país agro-minero exportador. Y esto es su objetivo encubierto. Para que este tenga resultado consideramos que dos cuestiones se tienen que dar: A) no encontrar oposición política para dicho objetivo y B) que el movimiento obrero se lo permita.

Respecto a este último elemento,  es de esperar que luego de las elecciones de octubre el gobierno avance con reformas graduales vinculadas a lo que se conoce como “reforma laboral”. No creemos que las mismas tengan el mismo tenor que las realizadas en “Brasil” semanas atrás. El objetivo y los daños serán similares pero creemos que el oficialismo intentara ir reduciendo los derechos laborales conforme va reduciendo el empleo y con ello el poder de lucha de los sindicatos. Ante esta realidad es necesario que el movimiento obrero organizado pueda dar pelea tal como lo hizo en otros momentos de la historia. A veces fraccionados y otras veces no. Pero sin ningún lugar a dudas esta en sus manos y en la de todos los trabajadores apoyar “a la CGT” que se oponga radicalmente a discutir dicha reforma laboral. Ellas solo son posibles en periodos donde la economía crece y se genera empleo y por tanto todos los actores están en igual de condiciones para negociar las reformas. 

Posibilitar hoy en día una reforma laboral (flexibilización laboral) es consolidar el objetivo de llevar al 50% de la población a condiciones de subsistencia. Eso es inaceptable.