El paro del 30 de abril tuvo su impacto. La adhesión de más de 80 sindicatos nacionales y 70 regionales de la CGT sirvió para poner de manifiesto un fuerte agrupamiento opositor al interior de la CGT que, además, se nutrió de su alianza con las CTA y los movimientos sociales.

El paro se sintió fuerte en la docencia de todos los niveles, parte de los estatales y trabajadores de la salud, en la industria automotriz, entre los trabajadores bancarios, los camioneros y, entre otros, en sindicatos industriales como el del neumático o el de los trabajadores gráficos. Pero también ganó fuerza en la movilización callejera a partir de la adhesión de las organizaciones sociales que integran el triunvirato piquetero. La medida, además, logró sortear el intento oficial de socavarla mediante el dictado de conciliaciones obligatorias en sindicatos de base que, en general, fueron desconocidas.

Sin dudas el impacto se hizo sentir especialmente a partir de la paralización de los gremios aeronáuticos y el Subterráneo de Buenos Aires y, en particular, por la adhesión inorgánica de un centenar de líneas de colectivos metropolitanas que responden al líder opositor a Roberto Fernández en la Unión Tranviaria Automotor (UTA), Miguel Bustinduy.

Una actitud similar tomaron varios de los sindicatos portuarios enrolados en la FEMPyNRA y la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) que, desoyendo lo dispuesto por su titular, el ex triunviro Juan Carlos Schmid, paralizaron la actividad portuaria el 30 de abril.

Más allá de los resultados concretos que pudiera haber cosechado, la medida puso de relieve la situación de parálisis que atraviesa a la conducción de la CGT en manos del binomio de Héctor Daer y Carlos Acuña profundizada luego del decreto que liberó $13 mil millones que el Estado adeuda a las obras sociales sindicales. Con todo, y por el momento, los líderes del Consejo Directivo no parecen haber acusado recibo a partir del impacto político de la medida que se realizó a sus espaldas.

Es que, según pudo saber Tiempo de boca del Secretario de Prensa de la propia Confederación, Jorge Sola, no hay reunión prevista en el corto plazo para evaluar el impacto de la medida y definir una estrategia que le permita recuperar algún protagonismo de cara a los trabajadores que representan. Mucho menos para definir alguna política capaz de poner un freno el ajuste que sigue su curso de la mano de la inflación y las paritarias a la baja.

La política se reduce a negociaciones que la denominada mesa chica desarrolla con el gobierno nacional con la mira puesta en la renovación del acuerdo anti despidos que estableció el gobierno por decreto a fines de noviembre y que nunca fuera reglamentada (se cuentan de a decenas de miles las cesantías en el período), la discusión de un nuevo proyecto de blanqueo laboral y la conformación de la Agencia de Tecnología Médica que habilita un mecanismo legal para limitar los alcances de la cobertura del Plan Médico Obligatorio (PMO).

Desde el Frente Sindical para el Modelo Nacional, sin embargo, tampoco hay definida una línea de continuidad del paro el 30 de abril. Una actitud que, de no modificarse, podría ofrecerle un respiro a la conducción cegetista. Uno de los dirigentes que milita en el núcleo duro del agrupamiento explicó a Tiempo: “Venimos de 48 horas con paro y movilización y 300 ollas populares. En unos días lo vamos a informar, seguramente nos reunamos la semana que viene para ver cómo seguimos. Vamos a continuar con el plan de lucha tal como lo dijimos».