El dólar volvió a dispararse este miércoles en la Argentina, generando una nueva alarma entre los analistas y operadores financieros, aunque en el gobierno nacional trataron de minimizar el asunto.

La fuerte demanda y escasa oferta de billetes verdes derivó en que la divisa saltara un 2,88% en el mercado mayorista, desde $ 42,64 a $ 43,87 (o $ 1,23). El alza en el mercado mayorista impulsó la cotización minorista, donde opera el público en general, la que creció un 2,86% al pasar de $ 43,67 a $ 44,92, aunque muchas entidades bancarias lo vendieron por encima de los 45 pesos.

Es decir, el valor del dólar captó en una sola jornada lo que gana en un mes un plazo fijo. Este tipo de diferencias sólo consiguen una mayor dolarización de activos.

Esta alza se dio al mismo tiempo que el Banco Central insistió en la suba de las tasas de interés de las Leliq con el objetivo de que detenga al dólar. Llegó al 68,3% y no logró esa finalidad. La tasa se encuentra prácticamente en el mismo punto que tenía al inicio del plan de Guido Sandleris, el presidente del BCRA. En aquel momento, principios de octubre, Sandleris decía que estos niveles en los intereses respondían a la necesidad de estabilizar la economía. La Argentina ha vuelto al punto de inicio.

Sin embargo, el presidente Mauricio Macri salió a minimizar el problema. En una entrevista con emisoras de Córdoba, a donde fue para inaugura el Congreso de la Lengua, dijo que “hay que entender que estas cosas pueden pasar”.

Macri atribuyó la suba del dólar a los vaivenes del mercado internacional. “Nadie la tiene fácil en el mundo» y señaló que la moneda estadounidense «sube prácticamente lo mismo» en todas partes, además de asegurar que el país tiene «una política monetaria seria» frente a esto.

«Hay cosas que pasan que tienen que ver con el mundo y hay otras cosas que tienen que ver con nosotros. Hoy nosotros tenemos una política monetaria seria. Hoy tenemos una cuenta corriente equilibrada. Hoy producimos más o menos la misma cantidad de dólares que necesitamos, no como antes que necesitábamos mucho más dólares de lo que producíamos», sentenció el presidente.

Sin embargo, algunos datos marcan una diferencia con las argumentaciones del presidente. En primer lugar, que el dólar sube más en la Argentina que en el resto de los países emergentes. Según un relevamiento del economista Cristian Buteler, hasta la semana pasada el dólar subió en la Argentina un 10,97%, lo que ubicó al país en el primer lugar en el ránking de devaluaciones de emergentes, duplicando el guarismo del segundo, Turquía, donde el dólar se valorizó respecto de la lira en un 5,31 por ciento.

Este miércoles, la Argentina volvió a liderar, con el 2,88%, mientras que en Brasil la suba del dólar fue del 1,9%; del 1,3% en México; y del 0,3% en Chile.





 Si bien los avatares internacionales golpean las monedas de todos los países emergentes, la Argentina siente ese golpe con mayor potencia por sus debilidades estructurales.

Aldo Pignanelli, ex presidente del Banco Central y asesor económico del Frente Renovador, dijo que “estamos teniendo un 4% de inflación y eso presiona el tipo de cambio. Hay que agregarle la incertidumbre por errores del gobierno y que hay mucha fuga hacia el dólar”.

La debilidad económica argentina fue puesta de relieve el martes por el informe del INDEC sobre la balanza de pagos, en el que resaltó que el país debió recibir del exterior más de 28.000 millones de dólares para cerrar sus cuentas externas.

La demanda de dólares surge por las necesidades de pago de deudas en moneda extranjera (capital e intereses), por la fuga de capitales, por la remisión de utilidades y royalties, por el pago de importaciones de bienes  y servicios y por el gasto de los turistas argentinos en el exterior.

Los tres primeros rubros se están llevando el grueso de los dólares. En el mercado de capitales aseguran que esa demanda no alcanza a ser cubierta por la oferta escasa de unos 60 a 70 millones diarios que liquida el sector exportador.

A ello hay que agregar que el Fondo Monetario postergó hasta el 15 de abril el permiso para que el gobierno nacional pueda vender dólares en la plaza local. Esta decisión del FMI fue vista como una mala señal.