Las expectativas favorables que despertó la designación de Sergio Massa al frente de una cartera que unirá Economía, Desarrollo Productivo, Agricultura y Ganadería se hicieron sentir en las cotizaciones alternativas del dólar, que bajaron abruptamente de 338 pesos a 282 en sólo dos semanas. Pero esas olas no llegaron a las playas del Banco Central, que inició el mes de agosto con fuertes pérdidas. De acuerdo a fuentes del mercado, en la primera rueda del mes la entidad debió desprenderse de U$S 110 millones.

El principal motivo sigue siendo las importaciones de gas licuado. Cada embarque le cuesta a la Secretaría de Energía, en números redondos, unos 100 millones de dólares. Es dinero que debe ser pagado cash. Sin esas divisas, no hay gas y el sistema energético se resiente. El bolsillo de donde salen esos dólares es, claro, el Banco Central. Ese es el principal motivo por el cual la entidad, lejos de acumular reservas, las perdió en la última semana de julio (mes en el que terminó con un saldo negativo U$S 1.275 millones) y en el primer día hábil de agosto.

Se sabe que la acumulación de reservas es una de las prioridades de las autoridades económicas. Por varios motivos: porque así garantizan la fluidez de las importaciones, porque sirven de blindaje para eventuales corridas hacia el dólar y porque fue una de las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional, que fijó ese rubro como uno de los prioritarios para mantener la ayuda financiera al país.

A esto se suma que los mecanismos para incentivar la liquidación de divisas por parte de los agroexportadores todavía no están funcionando. Según fuentes del sector, el régimen conocido como “dólar soja” (en realidad, una oferta a los productores para que depositen los pesos obtenidos en el banco y tengan acceso a recomprar divisas al valor del dólar ahorro por el 30% de sus exportaciones), que fue creado la semana pasada y que se dijo que iba a estar disponible desde el último lunes, todavía no estaba habilitado en muchas entidades por la complejidad para adecuar sus sistemas informáticos a la nueva operatoria.

En el sector agrícola entienden que ese nuevo régimen es demasiado confuso y que el diferencial que obtienen sobre el precio al que liquidaban sus dólares hasta la semana pasada es demasiado exiguo: a los valores de este martes apenas ronda el 7 por ciento. A ello se suman las expectativas sobre las medidas que anunciaría Massa en materia cambiaria (que van desde un desdoblamiento hasta un tipo de cambio especial para el sector agropecuario) que podrían dar mayores ganancias. Por eso sigue predominando el “wait and see”, esperar y ver qué pasa.

En ese marco, CEC y CIARA, las cámaras que agrupan a las firmas del complejo agroexportador, informaron que se liquidaron U$S 22.309 millones en los primeros siete meses del año. Sin embargo, a pesar de la cosecha récord y de la fuerte suba en los precios internacionales de los cereales, el parcial de julio fue de U$S 3.164 millones, un 10% menos que el mismo mes de 2021. “Es el primer mes del 2022 que no logra crecer en términos interanuales”, apuntó Hernán Letcher, titular del CEPA (Centro de Estudios de Política Económica). El desafío de las nuevas autoridades económicas será apurar esa liquidación.