El recientemente electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue el único de los candidatos a presidente que durante la campaña electoral no prometió revisar la reforma laboral aprobada a fines de 2017 por el gobierno de Michel Temer.

A casi un año de su entrada en vigencia, la ley que flexibiliza las condiciones de contratación transformando la relación laboral en un acuerdo entre privados, amplía la jornada laboral, promueve la tercerización laboral, reduce las indemnizaciones y debilita la negociación colectiva y el poder de los sindicatos, obtuvo como resultado la pérdida de 500 mil empleos privados registrados.

Ahora, el ultra derechista presidente electo, se propone avanzar en las reformas tributaria y previsional. El nombramiento, este lunes, del diputado bolsonarista Onyx Lorenzoni como jefe de gabinete para la transición por parte del presidente saliente Temer, reforzó la idea de que intentarán avanzar, al menos, con la reforma jubilatoria antes de su asunción para evitarle a Bolsonaro el costo político de semejante ataque a las condiciones de vida de la población.

El ratificado futuro ministro de economía Paulo Guedes señaló hace días que “las relaciones con la Argentina y el Mercosur no serán prioridad” para el Brasil gobernado por Bolsonaro. Las declaraciones, luego matizadas, encendieron una alerta roja al gobierno argentino que tiene en Brasil a su principal socio comercial. Es que, una réplica de la política proteccionista de Donald Trump en el país vecino o, en el otro extremo, una apertura extrema de su economía sin aranceles preferenciales para los socios regionales, podría impactar duramente sobre la situación del comercio exterior argentino con efectos en el programa financiero cuya sustentabilidad depende también del ingreso de dólares por la vía de las exportaciones.

Durante el período que transcurrió entre la primera vuelta y el ballotage en Brasil, el ministro de Producción y Trabajo de la Argentina, Dante Sica, había señalado: “Si se confirma, el resultado que marcan las encuestas va a permitir que la economía empiece a recuperarse más rápidamente. Necesitamos un Brasil recuperando vigorosidad”. Y continuó: “Si Bolsonaro lleva adelante las políticas que vienen anunciando, generará estabilidad”.

Con todo, el mismo Sica por esa misma fecha aprovechó el auditorio del Coloquio de IDEA para ratificar su voluntad de avanzar en la reforma laboral que el gobierno se vio obligado a cajonear en diciembre de 2017.

Fuentes de la Secretaría de Trabajo a cargo de Jorge Triaca, reconocieron a Tiempo que, el ascenso de Bolsonaro, “es un factor a tener en cuenta”, aunque, aclararon: “La realidad es que los tres proyectos son necesidades que tiene Argentina. Desde la formación continua que permita a los trabajadores actualizar sus conocimientos y adaptarse a los cambios en sus funciones y lo respectivo a las prácticas formativas para los jóvenes; la agencia de tecnología médica, y lo respectivo al proyecto de formalización de trabajadores que es fundamental porque tenemos un tercio de los trabajadores en la informalidad, un contexto mundial de cambios tecnológicos y modificaciones en las formas de trabajo.”. Por eso, insistieron: “Tenemos que avanzar en este debate”.

Así las cosas, el nuevo escenario generado en Brasil parece el fantasma ideal del que se servirá el gobierno con el propósito de avanzar en las reformas que considera pendientes. La amenaza de una desarticulación política y económica del Mercosur y las condiciones diversas de explotación de la fuerza de trabajo en cada uno de los países podrían reavivar los argumentos de una competencia desleal entre las naciones a la hora de atraer inversores foráneos así como para la colocación en mercados comunes de sus bienes exportables.

Matías Maito, integrante del CETyD de la UNSAM, explicó que, efectivamente, “la elección de Bolsonaro refuerzan a nivel regional la posición de quienes creen que la mejor forma de fortalecer el mercado de trabajo y la generación de empleo es a través de la reducción de los niveles de protección y los recortes de derechos laborales”.

Sin embargo, alertó: “La reforma trabalhista destruyó empleo de calidad y se crearon únicamente empleos precarios. El impacto de esa normativa es muy claro y en particular en Brasil”.

Marcelo Ramal, economista del FIT-PO señaló a Tiempo: “Una cosa es la reforma laboral en un papel e incluso en una ley y otra es ir a una batalla real contra los fuertes sindicatos brasileños y su tradición de lucha. El enfrentamiento de Bolsonaro y los trabajadores comienza recién ahora”.

El escenario, para Maito, “fortalece el lobby empresario que plantea que la reducción de los costos laborales en Brasil reduce la competitividad argentina y genera una presión para que se avance en este nuevo marco regulatorio”.

Efectivamente, Ramal opinó: “Va a ser usado como excusa por la gran patronal argentina. Una extorsión contra los trabajadores reflotando la idea de que ahora debería aplicarse en la Argentina para evitar la emigración de fábricas”. El dirigente del Frente de Izquierda y el Partido Obrero destacó que, por ese motivo, “es necesaria una acción internacional de las organizaciones obreras de Argentina y Brasil en una lucha común contra la reforma laboral en los dos países.”.

Para Maito, “el nivel de rechazo es muy alto» y que «por algo no la han podido aprobar en ninguna de sus versiones, ni la completa de 2017 ni la desdoblada en 2018”. El miembro del CETyD adelantó que, de hecho, según una encuesta realizada por ese instituto sobre 1.400 casos en el área metropolitana que darán  conocer en los próximos días, “el 60% considera que la reforma laboral que propone el gobierno está destinada a beneficiar a los empresarios», que «menos del 10% cree que beneficia a los trabajadores» y que «entre los trabajadores el rechazo sube al 70% y el aval cae al 1%”.

Ramal agregó: “Paulo Guedes es el portavoz de una tendencia disolvente del Mercosur que también existe en la Argentina. Hay una división de los capitalistas tanto argentinos como brasileros. Los que quieren las manos libres para negociar en forma bilateral con la Unión Europea y Mercado Común del Norte y los que dependen de los mercados sectoriales vinculados a la región. Es necesario un Mercosur del mundo del trabajo”.

Jair Bolsonaro asumirá el 1° de enero del año que viene pero el impacto sobre la economía y la política local ya comenzó.