El staff técnico del Fondo Monetario anunció un acuerdo con las autoridades argentinas en el que aprueba el pedido del equipo que conduce el ministro Sergio Massa, de reducir la meta de reservas de este año, al tiempo que ratifica las otras metas que ya estaban previstas de antes.

El staff técnico que sigue el caso argentino, dirigido el venezolano Luis Cubeddu, elevará la propuesta al directorio del FMI “que se espera se reúna en las próximas semanas” para que dé su visto bueno definitivo. De ser así, quedará aprobada la cuarta revisión del Servicio Ampliado del FMI (SAF o EEF por sus siglas en inglés) realizada sobre los números del cuarto trimestre de 2022 y una perspectiva del primer trimestre de 2023. Ello gatillará la inmediata entrega al Tesoro nacional de 4.000 millones en DEG, la moneda del Fondo que traducida a dólares equivale a unos U$S 5300 millones.

El comunicado del staff técnico no incluyó como parte de los acuerdos a la posibilidad de que el Fondo acepte un nuevo cronograma de pagos de Argentina para este año, de forma tal de que lo que el país desembolse para el pago de capital e intereses sea igual a lo que el FMI entregue con cada revisión. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, puso el tema sobre la mesa durante un viaje a Washington tres semanas atrás, mientras Massa negociaba en persona con la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, en la India en el marco de una reunión del G20. Tiempo consignó en ese momento que la Argentina pagará U$S 3500 millones netos al Fondo en este año.

El ajuste permanente

El comunicado del FMI tomó el planteo argentino del impacto de la sequía en las cuentas nacionales, pero solo para justificar el ajuste: “Se necesita un paquete de políticas más sólido para salvaguardar la estabilidad macroeconómica, abordar el aumento de la inflación y los recientes reveses de políticas, así como garantizar el logro de los objetivos subyacentes del programa. Tales políticas deben implementarse firme y consistentemente”.

Respecto de política fiscal, el FMI saludó que “las autoridades están comprometidas en alcanzar el déficit fiscal primario del 1,9 por ciento del PIB en 2023 a través de controles continuos de gastos, una mejor focalización de los subsidios energéticos y de la asistencia social, y una mejor priorización del gasto de capital”.

Recordó que “las autoridades planean continuar implementando el esquema de segmentación (de las tarifas de energía), eliminando los subsidios para los usuarios residenciales de mayores ingresos a partir de mayo y para los usuarios comerciales a fines de 2023”.

Respecto de la moratoria previsional, señaló que fue “imprevista” su aprobación pero que ello no afectará el programa ya que el compromiso de Massa es tomar “medidas tempranas y decididas” para “abordar de manera sostenible los costos fiscales” de esta decisión que benefició a 800.000 personas.

Las tasas bien altas y el peso bien bajo

El equipo económico ratificó también el compromiso de “mantener positivas las tasas de interés oficiales en términos reales”, lo que asfixia el crédito tanto para el consumo como para la producción y de hecho impulsa la inflación por la suba de los costos financieros en una espiral ascendente sin freno. Sin embargo, para el FMI esta es una medida antiinflacionaria porque evita que esos pesos se dirijan a la compra de dólares, con la consiguiente devaluación del peso, algo que también es inflacionario. Es como si se eligiese el mal menor

Pero, los funcionarios argentinos acuerdan con “continuar los esfuerzos para asegurar la competitividad externa” (es decir, la devaluación constante del peso) “y fortalecer la cobertura de reservas, que las autoridades planean complementar a través de la oportuna racionalización de la política cambiaria”. Es decir, el FMI da vía libre al fortalecimiento del “swap” con China y a crear uno similar con Brasil.

Un swap es un convenio por el cual dos bancos centrales intercambian una cantidad de sus monedas locales en forma de créditos. Si una parte usa la moneda de la otra debe pagar una tasa de interés.

El comunicado resaltó que las autoridades económicas argentinas “se comprometen a no utilizar reservas internacionales ni emitir instrumentos de deuda externa de corto plazo para intervenir en los mercados cambiarios paralelos”. Esto es importante porque a lo largo de 2021 y 2022, el Banco Central intervino en esos mercados para moderar las subas de los dólares financieros conocidos como MEP y CCL. Además, desde enero pasado, Econmía recompra bonos argentinos emitidos en dólares con vistas a domesticar esos mercados cambiarios.

Deuda en pesos: aprobado

Juntos por el Cambio recibió un nuevo golpe con este comunicado del Fondo. Mientras que sus gurúes financieros tildaban el canje de deuda de la semana pasada como “una operación vil y ruinosa”, para el staff técnico del FMI “se está implementando con cautela y buena comunicación una estrategia proactiva de gestión de la deuda en el mercado local”. El texto asegura que así se “está ayudando a afrontar los vencimientos de deuda, especialmente en el segundo y tercer trimestre”. Esta última referencia refuerza la idea de que en el inicio del tercer trimestre Economía lanzará una nueva propuesta de canje. Conviene recordar que entre julio y septiembre hay vencimientos por más de 6,5 billones de pesos.

El comunicado indica también el compromiso del equipo económico con que el financiamiento del déficit fiscal provendrá en su mayoría de nueva deuda y que solo el equivalente al 0,6% del PIB será a través de billetes entregados por el Banco Central.

Menos reservas

Los argumentos de sustentabilidad del programa se caen cuando el staff acepta el pedido de Massa y Rubinstein de una reducción de la meta de reservas. Cubeddu y el jefe de la misión argentina, el indio Ashvin Ahuja, hacen equilibrio precario al señalar que esa reducción “acomodará parcialmente el impacto cada vez más severo de la sequía” pero que, al mismo tiempo que tendrá en cuenta los “efectos compensatorios” de los menores precios de importación de energía. De esto se deduce que la reducción de esta meta podría no ser del todo satisfactoria para Massa, máxime cuando “la mayor parte de esta acomodación” se realizará en las cuentas del primer trimestre de este año, “en consonancia con el impacto adelantado de la sequía”.

Esta manera de ver las cosas plantea un escenario complejo ya que, según el acuerdo original de 2022, el Banco Central debería acumular más de U$S 12.000 millones netos a fin de año. La reducción de la meta opera solo en el primer trimestre, pero las dificultades para agregar reservas están presentes todo el año.