El gasto público mostró en octubre un sensible incremento, con relación al ritmo que venía sosteniendo en los meses previos. De todas maneras, el rojo en las cuentas del Estado, aunque significativo, es bastante menor al que se preveía a principios de año.

De acuerdo a los datos oficiales difundidos por la Secretaría de Hacienda, en octubre el sector público tuvo ingresos por $ 771.447 millones (69,8% más que en el mismo mes del año pasado) y egresos por $ 980.615 millones (83% de crecimiento interanual). Esto arrojó un déficit primario mensual de $ 209.168 millones. Por lejos, esas cifras convirtieron a octubre en el de más gastos y mayor desequilibrio de todo el año.

El informe oficial justificó el notable incremento del gasto (unos 30 puntos porcentuales por encima de la inflación) “tanto por la inversión de capital como por las diferentes medidas de inclusión y contención social desplegadas por el Gobierno Nacional a lo largo del año en curso”. Entre otras, se destacan las fuertes transferencias corrientes al sector privado, rubro contable en el cual se incluyen los programas sociales tales como Plan Alimentar, Potenciar Trabajo y Repro, además del incremento en las asignaciones familiares. Muchas de ellas se vinculan a la decisión política del gobierno de volcar más dinero a los bolsillos de los consumidores en vísperas de las elecciones (el “plan Platita”, como lo llamaron sus detractores) para apuntalar la vacilante recuperación de la actividad económica.

Con estos números, el déficit primario (ingresos, menos gastos operativos) acumulado en los primeros diez meses del año es de $ 776.645 millones, equivalente al 1,8% del PBI. Si se agregan los intereses por deudas, el déficit financiero trepa a $ 1,338 billones (3,1% del PBI). Esos datos podrían ser maquillados, si se contabilizaran los ingresos extra correspondientes a los DEG girados en septiembre por el Fondo Monetario Internacional ($ 427.401 millones, equivalentes a un punto del PBI); si bien el procedimiento sería aceptable desde el punto de vista contable, distorsionaría las consideraciones sobre la performance del sector público.

Aun con esas salvedades y con la previsión de mayores gastos en los últimos meses del año (por el pago de aguinaldos al sector público y previsional, entre otros factores), la proyección sobre el rojo primario en las cuentas públicas apunta a un número bastante más cercano al 3% del PBI, tal como vaticinó el ministro de Economía, Martín Guzmán, que al 4,5% prometido en el Presupuesto 2022.

Esa diferencia puede resultar relevante en la discusión entre Guzmán y el FMI, para un nuevo programa financiero: el Fondo quiere certezas de que, más temprano que tarde, se llegará a un equilibrio y posterior superávit en las cuentas públicas, que garantice el pago de las deudas con ese organismo.

Algunos analistas consideran que ese punto de partida favorable de Guzmán en la discusión con Washington no es tan sólido, por factores de la economía real que alterarán las cuentas del año que viene. “Al rojo de este año, deberá descontarse los ingresos del Aporte Solidario (0,5% PBI) y presumiblemente también la contribución de la mejora de los precios internacionales (0,4% del PBI)”, apuntaron desde la consultora LCG. “Podrá contarse con el alivio que implique el desarme del gasto por el Covid (-0,9% PBI) y la licuación de las jubilaciones y prestaciones sociales atadas a la fórmula de movilidad, que en un contexto de aceleración de la inflación quedarán nuevamente rezagadas (-0,3% PBI). En total, 2022 arranca con un déficit primario de 3% del PBI”, estimó el informe.