A 40 días de la asunción del militar ultraderechista Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil, el gobierno argentino comenzó gestiones reservadas para saber qué planes tiene su futura administración respecto al Mercosur y si analiza denunciar parte del acuerdo para permitir que los Estados miembro puedan negociar con terceros sin la obligación de pactar en bloque. La información fue confirmada a Tiempo por fuentes diplomáticas, aunque los sondeos desarrollados en Brasilia también encierran un discreto deseo de la Casa Rosada: que el nuevo inquilino del Planalto rediscuta las condiciones del acuerdo y le permita acelerar las negociaciones que mantiene con la Unión Europea y con Reino Unido para sellar nuevos pactos comerciales.

«Es una posibilidad trabajar en un acuerdo comercial entre ambos con las salvaguardas lógicas sobre Malvinas (en el caso británico). Estamos esperando que asuma el nuevo gobierno de Brasil. Seguramente trabajaremos para tener más Mercosur, pero del siglo XXI», contestó a este diario una alta fuente diplomática de la Casa Rosada que asesora a Macri. La posición del funcionario coincide con un mensaje enviado desde Brasilia por Tereza Cristina, la designada ministra de Agricultura de Bolsonaro que asumirá el cargo el 1° de enero. «El mundo hoy es rápido y dinámico. Es hora de sentarse y revisar el Mercosur sin dejar el protagonismo de Brasil y sin dejar de tener esa relación con nuestros vecinos, pero haciendo un acuerdo, tal vez, más moderno y mejor», disparó la mujer. Las señales insistentes no preocupan a Macri, sino que alientan a parte de su entorno.

«Si Bolsonaro patea el tablero con el Mercosur, realmente nos permite avanzar con los cambios que buscamos desde que llegamos a la Cancillería con la designación de Susana Malcorra», confió un funcionario de carrera del Palacio San Martín, con respecto a las críticas del oficialismo sobre la vigencia de la Decisión N° 32, del año 2000, en la que el Consejo del Mercado Común reafirmó «el compromiso de los Estados Partes de negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias». La medida agregó que los socios «no podrán firmar nuevos acuerdos preferenciales o acordar nuevas preferencias comerciales en acuerdos vigentes en el marco de ALADI, que no hayan sido negociados por el Mercosur».

Dos meses atrás, el diario Página 12 reveló que el gobierno argentino había presentado una nota para dejar sin efecto esa decisión. El tema ahora se reactiva con la presencia en Brasilia de Bolsonaro, quien no participará de la cumbre del G20 que comenzará el próximo viernes en Buenos Aires. «No es porque no tenga ganas, sino por un problema de salud que deberá resolver antes de asumir», confió una fuente de la Casa Rosada en referencia a las dificultades que tiene el ex capitán de Ejército para volar por una secuela del atentado contra su vida que sufrió durante la campaña proselitista.

Paraguas para dos

Los contactos con los colaboradores de Bolsonaro son una pieza determinante para Macri, porque definirá la agenda que afrontará Argentina luego de la cumbre del G20, para la que se han multiplicado las expectativas sobre un acercamiento con el Reino Unido. Para el viernes 30 la Casa Rosada ya confirmó una reunión del presidente con la primer ministro británica Theresa May, que llegará a Buenos Aires en medio de serias dudas sobre la posibilidad de que Londres se retire de la Unión Europea y concrete el mandato del Brexit. «Ellos todavía no han difundido la delegación que vendrá a la cumbre del G20 ni su agenda. Suponemos que lo hará la semana próxima», contestó a Tiempo un vocero del embajador británico en Argentina, Mark Kent, que no desmintió la posibilidad de un acuerdo bilateral con Argentina como continuidad técnica de la declaración conjunta que firmaron en Buenos Aires, en septiembre de 2016, el ministro de Estado para Europa y las Américas del Foreign Office, Sir Alan Duncan, y el entonces vicecanciller argentino Carlos Foradori.

Entre los puntos rubricados en aquella oportunidad, en la que Londres apoyó la presidencia argentina del G20, figura que «ambas partes acordaron establecer un diálogo para mejorar la cooperación en todos los asuntos del Atlántico Sur de interés recíproco» y se ratifica «la fórmula de soberanía del párrafo 2 de la Declaración Conjunta del 19 de octubre de 1989», que estableció un «paraguas» sobre la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, un punto originalmente acordado por el entonces canciller Domingo Cavallo y retomado 25 años después durante el inicio de la administración de Cambiemos.

«Las bilaterales que tendremos con los mandatarios europeos están orientadas para mantener la negociación con la UE, pero parte del desarrollo que tengamos con Gran Bretaña depende del acuerdo que firme May con Bruselas», detalló una fuente de la Cancillería. Si hay un ‘Brexit soft’, anticipó el funcionario, «el interés de la Casa Rosada por el acuerdo con Londres podría entrar en problemas, porque resta saber si el Reino Unido podría firmar tratados de libre comercio fuera de la eurozona, o si debe pedir permiso, o si tendrá esa posibilidad directamente vedada». Esa incógnita forma parte de las expectativas en torno a la reunión de Macri con May, donde el principal tema de superficie será el anuncio de «una conexión adicional» entre Argentina y las Islas Malvinas como lo establecía la declaración conjunta. Será un vuelo de Latam Brasil, entre San Pablo y la base militar de Mount Pleasant, que hará una escala mensual en la ciudad de Córdoba.

Mientras se avanza en la solución al tema de fondo el embajador británico en Argentina, Mark Kent, despliega una ambiciosa agenda de deshielo. El diplomático encabezó un seminario sobre tratados de libre comercio firmados por el Reino Unido, cuya estructura de pactos está en plena revisión a partir de la crisis impuesta por el Brexit.

Debajo del minué político, y del silencio vehemente del aparato diplomático, el gobierno no oculta su interés por «resolver» la explotación hidrocarburífera del Mar Argentino y ordenar la «pesca indiscriminada e ilegal» que realizan embarcaciones malvinenses que amarran en los puertos uruguayos, especialmente en Montevideo. Esos ejes forman parte de la seguidilla de acercamientos prodigados entre la gira que realizó en Londres el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y las visitas que le devolvió el ministro de Hacienda, Phillipp Hammond, y el canciller Boris Johnson. Fueron las dos primeras de un ministro británico al país en 20 años, pero Johnson ya dejó el cargo en julio, luego de ásperas criticas internas sobre la capacidad de May de cumplir con el referéndum de 2016.

La UE, fuera de agenda

Mientras tanto, el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, una de las piezas destacadas de la diplomacia argentina, quedó congelado. «No hay ninguna posibilidad de que se concrete», dijo Carlos Bianco, ex secretario de Relaciones Internacionales. Para el especialista, Bolsonaro quiere flexibilizar el Mercosur para avanzar con un acuerdo con Estados Unidos. «Cualquier acuerdo que haga Brasil será un golpe de muerte para la industria argentina porque perderá las preferencias que tiene en Brasil y deberá competir con la producción industrial más desarrollada y barata» de Estados Unidos o China.

En ese contexto, señaló que el reciente acuerdo de Brasil con Chile, que complementa otro firmado por el Mercosur con ese país (Argentina tiene uno similar), apunta a desplazar al Estado de su carácter regulador. Se trata de un camino del que no hay retorno. «

Debatirán la cuestión venezolana

La realización del G20 en Buenos Aires implicará la primera edición de esa cumbre en América del Sur y contará, entre otras visitas, con el primer desembarco oficial del presidente norteamericano Donald Trump en el subcontinente. En materia política para la región, la agenda discursiva del presidente Mauricio Macri estará puesta en un interés clave para Washington: la situación en Venezuela, la condena internacional contra el gobierno de Nicolás Maduro y la reinstalación de la situación migratoria, que fue analizada en septiembre en un evento paralelo a la asamblea de las Naciones Unidas, donde Macri también arremetió contra la Revolución Bolivariana.

El anfitrión aprovechará su rol para que el tema Venezuela forme parte del debate entre presidentes que se realizará en los dos días de la cumbre de mandatarios. Uno de los ejes, confió una fuente diplomática argentina, estará puesto en retomar “la crisis migratoria” que fue analizada en Nueva York por el vicepresidente norteamericano Michael Pence, el flamante mandatario de Colombia, Iván Duque, y cancilleres de la región, entre ellos el argentino Jorge Faurie, que tomó la preocupación norteamericana por la cantidad de venezolanos que dejan su país, pero les pidió financiamiento para una mayor participación.

Luego de ese encuentro, la Cancillería anunció el envío de una brigada de “cascos blancos” para abordar el buque estadounidense del Comando Sur (SOUTHCOM), USNS Comfort, que realiza intervenciones presuntamente humanitarias en la región. Se trata de una presencia crítica en la zona del Caribe, para afrontar una crisis humanitaria que el gobierno de Maduro niega. Las expectativas oficiales también están centradas en el pronunciamiento de la cumbre en respuesta a los planteos del Grupo de Lima, integrado por 14 países. También en septiembre pasado, el titular de la OEA, Luis Almagro, dijo que “no debemos descartar ninguna opción”, en línea con la amenaza de Trump sobre una intervención militar en ese país, que Pence relativizó cuando realizó su primera gira por América del Sur en agosto de 2017. Desde entonces Washington desliza la opción militar de distintas formas, aunque el Grupo de Lima desautorizó a Almagro y once de sus 14 miembros rechazaron cualquier opción en ese sentido. En ese contexto, el desenlace del debate sobre la cuestión venezolana es incierto.

La estrella de Xi Jinping brillará en Buenos Aires

Dos de las reuniones más importantes que tendrá Macri, en forma paralela a la agenda del G20, se concretarán el sábado en Olivos, con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, y el domingo en la Casa Rosada, durante la visita de Estado que encabezará el mandatario chino Xi Jinping. Será su segunda visita al país, y la primera gira en América Latina que realiza luego de la aprobación por parte del XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCH) del «socialismo con particularidades chinas», debatido en octubre de 2017, que abrió un proceso por el cual el actual mandatario mantiene una envergadura emparentada con Deng Xiaoping, el padre de las reformas y apertura del comunismo chino en los ochenta.

Ante las consultas de este diario, fuentes diplomáticas orientales evitaron evaluar el futuro del Mercosur antes de la asunción del exmilitar ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro.

En el Palacio San Martín no descartan una cumbre entre Xi, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y Macri, que oficiará su rol como mandatario anfitrión de la cumbre. Para los organizadores se trata de uno de los «nudos» más importantes del evento, porque Buenos Aires podría ser escenario de una nueva tratativa entre ambas potencias en el marco de la guerra comercial que comenzó Washington tras la llegada del magnate republicano a la Casa Blanca. Sin embargo, por fuera de las expectativas, el gobierno estadounidense todavía no confirmó si Trump llegará al país el próximo jueves 29, como le había prometido telefónicamente a Macri. En la Casa Rosada deslizaron que «es posible que recién llegue ese día por la noche para participar del evento, pero no para la visita ofrecida antes».

Otro encuentro de relevancia que ha pasado inadvertido, será el encuentro con el primer ministro de India, Narendra Modi, que también encabezará una Gran Gala de Yoga y meditación por la Paz en el predio ferial que tiene la Sociedad Rural en el barrio porteño de Palermo.