El pedido de renuncia del presidente Alberto Fernández al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, podría abrir un signo de interrogación con respecto a quiénes y cómo responderán a las directrices planteadas por el exfuncionario. Uno de sus sellos fue el plan Argentina Productiva 2030, que contempla políticas estructurales que promuevan el desarrollo con perspectiva ambiental.

Bajo esa lógica, la producción de hidrógeno verde aparece como protagonista dentro de la agenda energética internacional y el desarrollo ecofriendly. Particularmente, advierten especialistas en transición energética y economía verde que el proyecto en etapa preliminar de la firma australiana Fortescue, para la instalación de una planta de hidrógeno verde, uno de los más considerables a nivel mundial, requiere de «certidumbre y reglas del juego claras».

Desde el gobierno buscan explotar este potencial y ya se han presentado diversas inversiones de hidrógeno verde en Tierra del Fuego y Río Negro. Recientemente, La Rioja sumó intenciones de producir lo que podría ser el nuevo sustituto del petróleo y el gas. Así se planteó en el Encuentro Nacional Hidrógeno 2030, realizado días atrás en Bariloche, último evento de esta índole al que asistió Kulfas.

La clave de este hidrógeno la determina su color, el verde. Representa que es amigable con el medioambiente: «A diferencia de los combustibles fósiles, es una fuente de energía limpia, porque al utilizarse solo libera agua (en forma de vapor) y no produce dióxido de carbono (CO2)», aclara el integrante del Instituto Nacional de Capacitación (INCAP) del Ministerio del Interior, Agustín Jofre. El hidrógeno, pese a ser el elemento más abundante del universo, no se encuentra suelto, sino en el agua, junto con oxígeno, y en los hidrocarburos en combinación con carbono. Si se usa como combustible, se requiere del hidrógeno puro y eso implica separarlo de las moléculas a las que está asociado. Ese proceso requiere de grandes cantidades de energía: si son renovables, se obtiene el gas hidrógeno verde.

El más ambicioso

De momento, el proyecto más ambicioso se desarrolla en tierra rionegrina, en el complejo de Sierra Grande, desde el 1 de noviembre de 2021, cuando el presidente Alberto Fernández anunció que la firma australiana Fortescue Future Industries, invertirá allí USD 8.400 millones para la producción de hidrógeno verde, generando así más de 15.000 puestos directos de trabajo y entre 40.000 y 50.000 indirectos. El objetivo es convertir a Río Negro en un polo mundial exportador de hidrógeno verde en 2030.

El proyecto se encuentra en etapa de estudio de pre-factibilidad. Según Jofre, Fortescue le adjudicó a la empresa IMPSA, capitalizada por el estado nacional, la provisión de 17 mástiles e instrumentos de medición de vientos “para determinar la ubicación de los parques eólicos que proveerán la electricidad que utilizará la planta de hidrógeno”. Río Negro ya tiene su estudio de pre-factibilidad publicado en la página oficial, llevado adelante por una institución alemana.

Le seguirá la etapa piloto, con una inversión de USD 1.200 millones destinados a producir 35 mil toneladas de hidrógeno verde, y según Producción, finalizaría en 2024 para dar pie a la primera etapa productiva, que busca producir 215 mil toneladas hasta 2028. Para abastecer de energía a la planta se planifican montar tres parques eólicos con una potencia total de 2.000 MW.

Actualmente, la producción mundial de hidrógeno verde se destina principalmente a la generación de fertilizantes, aunque también tiene diversas aplicaciones en la industria metalúrgica y siderúrgica dado su uso como calentador. “Las principales siderúrgicas del país ya están considerando al hidrógeno en sus planes 2030/2050 para el uso en altos hornos. También puede tener un uso doméstico en sistemas de calefacción o en la inyección a redes de gas para reducir su componente fósil”, describe la economista e integrante de Misión Productiva, Paloma Varona. Igualmente, según la especialista, “el mayor foco está puesto en su uso como combustible” En el caso de Estados Unidos, China o Japón,  ya cuentan con vehículos alimentados con hidrógeno en circulación. “Sus componentes son mucho más livianos, lo cual es un factor importante para los vehículos pesados (camiones, buses, barcos, pequeños aviones)”, agrega Varona.

El pasado 20 de abril, la Legislatura de Río Negro aprobó el proyecto de la firma Fortescue para la instalación de una planta de hidrógeno verde y la creación del Ente de Promoción para la Zona Franca, iniciando así el proceso de su concesión en Sierra Grande. Se declaró de “interés público a la iniciativa privada” de Fortescue para realizar “todas las obras de infraestructura necesarias para la generación de energía eléctrica de fuente renovable”.

El plan de la empresa, a cargo Andrew Forrest y con el ex rugbier Agustín Pichot como  ejecutivo en la región, es que Río Negro adjudique “el uso de tierras fiscales” para “la ejecución del proyecto”. La cesión “será de hasta de 625.000 hectáreas de tierras fiscales provinciales”. Además, pide realizar “mínimamente uno o varios parques eólicos, líneas de transmisión de la electricidad, una planta para la producción de productos verdes y la infraestructura portuaria necesaria para el transporte”. La Provincia cobraría un canon por la superficie cedida destinando un 40% para un Fondo de Desarrollo Verde (30% para obras en la provincia y 10% para municipios). El 60% restante iría al Tesoro provincial.

La concesión para “la ejecución y explotación” será por 50 años, con una posible prórroga de 25 años. Los tiempos difieren de los planteados por el Gobierno: según el proyecto, la última fase se completaría recién en 2038. Además, la empresa demanda una serie de beneficios fiscales e incentivos para la promoción de la actividad y acceso al mercado de cambios. “No recuperas la inversión hasta dentro de 20 años, necesitan acordar marcos legales y económicos, para atajarse de inflación y cambios de reglas de juego por recambio político”, explicó Jofré. El proyecto no tuvo amplio recibimiento en la provincia. Docentes, investigadores y profesionales de las universidades nacionales del Comahue y Río Negro expresaron un documento abierto marcando oposición del proyecto por considerarlo “neocolonialistas” y no “ecosocial”.

De todos modos, hay consenso entre los especialistas entrevistados en que el país cuenta con diversos recursos naturales idóneos para la producción de hidrógeno verde. “Argentina tiene las mejores condiciones del planeta para generar hidrógeno verde, son envidiables”, asegura el especialista en cambio climático y transición energética Enrique Maurtua Konstantinidis. “La Rioja tiene condiciones para la energía solar y eólica, y después hay mucha capacidad del viento en la Patagonia”, complementa. Sin embargo, advierte que “Argentina no es fácil para ningún tipo de inversión y en el caso de las energías renovables, son contratos a mediano y largo plazo.”

Por otro lado, Varona resalta a Tiempo no solo que Argentina cuenta con la segunda mayor reserva de gas no convencional, Vaca Muerta, con gasoductos y amplia red de proveedores de petróleo y gas, sino también con el noroeste, “que presenta el mayor potencial de energía fotovoltaica del planeta, amplias zonas con vientos superiores a los 12 m/s en la Patagonia, fuentes de biomasa y una amplia capacidad de generar biocombustibles a partir de soja, maíz o caña de azúcar”, lo cual permite el desarrollo de este hidrógeno. La energía es el factor clave para determinar la competitividad, dada la estructura de costos de la producción de este material.

El último encuentro entre el ex Ministro de Desarrollo Productivo, Carreras, y el directorio de Fortescue fue el 17 de mayo en Barcelona, España. Allí, Kulfas aseguró que “están dadas las condiciones para la producción en escala de hidrógeno como un nuevo vector energético de bajo impacto ambiental.” En cambio, Forrest insistió en la creación de una Ley de Hidrógeno -un marco normativo nacional que promueva el desarrollo del material- “para poder hacer del proyecto una realidad en la provincia de Río Negro”.

Experiencias internacionales

Si bien cada vez hay cada vez más países con proyectos de hidrógeno hay seis que lideran los proyectos más importantes: Australia con cinco megaproyectos, Países Bajos con energía eólica offshore, Alemania, China principal productor de hidrógeno gris a partir de hidrocarburos, Arabia Saudita y Chile con dos proyectos en desarrollo, similares al de Fortescue, a partir de energía solar y eólica.

Según Gabriel Correa, investigador del CONICET y especialista en hidrógeno verde, las ventajas comparativas de Argentina la hacen atractiva al mercado internacional porque “la mayoria de las economías de países centrales definieron sus estrategias de transición energética sin tener territorios suficientes para generar la cantidad de hidrógeno que van a necesitar, como Europa, EEUU, China o Corea”.

La pregunta, según Correa, es cómo no generar “una actividad netamente extractiva, como hoy es el litio en el país” y qué tipo de condiciones económicas se incluirán en el paquete: regalías, tasas, retenciones y demás. De todos modos, destaca: “Argentina tiene la posibilidad de poder aprovechar el desarrollo de hidrógeno para desfosilizar su propia matriz. El 70% de su generación eléctrica proviene de fuentes fósiles y el 80% de su matriz energética también”.