El dólar blue rondó estos últimos días los $ 200 y puso las alertas más rojas que nunca entre algunos asesores del gobierno que miran preocupados cómo un sector de la patria financiera hace su aporte a la sensación de desmadre económico con vistas a influir en el resultado electoral. Mientras desde el gobierno se minimiza esta escalada, entre los más inquietos existe la certeza de que será difícil revertir la expectativa devaluacionista del mercado.

Desde el Palacio de Hacienda caracterizan que se trata de pura «especulación», de «juego de expectativas» y de «movimientos de corto plazo para desbalancear». Sobrevuela la idea de que, efectivamente, hay una intencionalidad detrás de las movidas con el billete verde.

También se insiste con que no habrá una devaluación súbita del peso y que seguirá la depreciación gradual y controlada de la moneda nacional (crawling peg, en la jerga financiera). La clave, aseguran cerca del ministro de Economía, Martín Guzmán, es que no habrá devaluación, más allá de que quizás el crawling peg pueda tener una leve aceleración después de las elecciones y hasta el verano.

De cualquier manera, ese movimiento ubicará al dólar muy lejos de lo que pretenden los mercados, con dólares blue y alternativos inflados, caracterizan en Economía. Los dólares financieros «controlados» se mantienen en torno de los $ 185 mientras que los «liberados», arriba de $ 205.

En Economía recuerdan que la peor inversión de 2020 fue comprar dólares a 195 pesos. Un año después se vuelve al mismo valor con un 50% de inflación en el medio.

Juan Pablo Costa, economista jefe del Centro de Economía Polítca (CEPA), coincide con esta mirada. «El blue no  una medida muy razonable», apunta y refresca los datos que ya se conocen de ese segmento: poco volumen, con un valor fácil de modificar con inversiones de poco monto y sin influencia en los precios. En cambio Costa sí le pone un ojo a los dólares financieros, porque allí operan las empresas que quieren dolarizarse, con lo cual el costo financiero de adquirir un dólar al doble de su valor oficical tarde o temprano se va a trasladar a las ventas para compensarlo.

No obstante, Costa matiza las subas de estos dólares financieros, el MEP -para el mercado local- y el contado con liquidación (CCL), para la derivación de los dólares a una cuenta en el exterior. «En lo que va del año, el MEP subió 29 por ciento, mientras que el CCL lo hizo en 28 por ciento», detalla.

Lógica financiera

Más allá de la región ideológica en la que abreven los economistas y asesores, prácticamente todos consideran que no se pueden bloquear estos mercados, a pesar de que implican una fuga de divisas en la medida en que el Banco Central interviene allí para controlar el precio de los bonos estatales que se usan en la intermediación para llegar a los dólares. De allí que el BCRA deba tener siempre «poder de fuego» para controlar ese flujo, porque la tendencia a la fuga es permanente.

Para Claudio Lozano, director del Banco Nación y candidato a diputado por el oficialista Frente de Todos, el gobierno debería ajustar las clavijas en esos mercados. Y el no hacerlo deriva en que la especulación gana la pulseada.

«Hay una intencionalidad política clara en un sector de los agroexportadores que, en realidad, nunca dejaron de especular contra el gobierno», apunta Lozano. Según el directivo del Nación, este sector, por su manejo de las divisas, es uno de los claros beneficiarios de una devaluación, de allí que al dolarizarse a $ 200 por dólar están presionando para arrastrar al conjunto del mercado consigo.

Además, la falta de controles más estrictos a los movimientos de los capitales especualtivos impacta de lleno en un gobierno que la especulación avizora como débil y por lo tanto influenciable. La caída del peso se da en simultáneo con la suba de las acciones de las empresas argentinas, acá y en Nueva York, señal de que el mercado financiero espera que las firmas logren mayores ganancias a partir de concesiones que le arrancarán al gobierno más débil aun tras las elecciones del próximo domingo 14.

Lozano detalla que «también influye el hecho de que se está negociando un acuerdo con el Fondo Monetario y se supone que entre sus demandas se encuentra la unificación cambiaria, lo que implicaría una devaluación de la moneda». Esa perspectiva lleva al sector agroexportador y a otros a posicionarse en dólares.

La otra pata de la mesa es que al mercado cambiario ingresan menos dólares de los que debría por el comercio exterior. 20% menos, calcula Lozano por las triangulaciones y la subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, que drena reservas. «