Los presidentes de los países integrantes del Mercosur terminaron haciendo lo que todos dicen que no hay que hacer: no hablar de los verdaderos problemas. En el caso de la LIX, que se llevó a cabo de manera virtual el viernes pasado, el tema que todos evitaron fue el acuerdo de libre comercio que Uruguay discute con China y que según el mandatario oriental, Luis Lacalle Pou, debería estar listo antes de fin de año.

Más allá de que se cumpla esa fecha, el pacto de Uruguay con China tiene el potencial de estallar el bloque común de América del Sur, ya que rompe sus reglas esenciales y básicas, especialmente aquella que dice que el Mercosur discute en bloque los acuerdos con terceras partes. La causa de ello es elemental: la unión aduanera de los países del bloque implica una reducción de los aranceles intra Mercosur y, al mismo tiempo, una política común ante terceros. Al bajar los aranceles dentro del bloque, se avanza en la construcción de un mercado único de los socios. Si Uruguay establece el libre comercio con China, los productos de este país entrarán con condiciones favorables a Uruguay, donde competirán con los del resto de los países del Mercosur y, además, una vez nacionalizados, podrán ingresar sin tarifas aduaneras a Brasil, Argentina y Paraguay.

No se debe subestimar el impacto regional que podría alcanzar un Uruguay transformado en una plataforma comercial de productos industriales chinos.

Fuerzas centrífugas

Al no firmar la declaración que apunta a consolidar la política de reducción de los aranceles externos, cosa en lo que están de acuerdo Brasil, Argentina y Paraguay, Uruguay se declara libre para profundizar el derrotero del libre comercio.

 Finalmente, Uruguay busca fortalecer su posición ante el país que se ha transformado en el principal socio comercial de cada uno de los miembros del Mercosur, pero que no actúan en común sino que compiten por porciones del mercado chino de productos agropecuarios.

La atracción de China actúa como una fuerza centrífuga para el bloque, cuyo comercio interno está estancado (aunque el presidente Alberto Fernández destacó que las importaciones de productos argentinos fueron las que más crecieron en Brasil). La desestructuración del comercio interior ha sido alimentada también por las recurrentes crisis económicas de los países de la región, que minimizan su peso en el intercambio.

El Mercosur enfrenta su hora más compleja. El presidente de Paraguay, Abdo Benítez, quien asume la titularida pro tempore del bloque, deberá demostrar su destreza para navegar en aguas complejas. «