El gobierno de Mauricio Macri tiene una especial predilección por el marketing, por el trabajo con las ilusiones, con las expectativas de la población, investigadas a través de los permanentes focus group. Consignas como la «revolución de la alegría» tuvieron y tienen un espacio sistemático en el discurso oficial. Sin embargo, la realidad socio-económica que vive la mayoría de la sociedad desde diciembre de 2015 ha ido creando un pesimismo social que crece como un río que en algún momento puede desbordar. Y que está volviendo obsoleta la aceitada maquinaria comunicacional del PRO para crear buenas percepciones sobre el futuro y levantar los índices de aprobación del Presidente que cayeron 10 puntos solo en febrero.

Detrás de esta caída, según los consultores que hablaron con Tiempo, no está el escándalo del Correo ni el de Avianca. Tampoco se trata solo del achicamiento de las posibilidades de consumo. Hay un elemento que toca una fibra mucho más sensible: el crecimiento del temor a perder el empleo.

«Cuando se trata del trabajo se tocan zonas muy particulares de las personas. No es solo el miedo económico. Es la autoestima, la posibilidad de que tu núcleo más cercano siga sintiéndose orgulloso. Se abre la posibilidad de que haya crisis en el mundo afectivo», dijo el sociólogo Ignacio Ramírez de la consultora Ibarómetro que, a finales de febrero y con la Universidad de San Martín, cerró su Monitoreo Social Laboral en el área metropolitana. El estudio arrojó cifras que muestran un enorme crecimiento de la «incertidumbre laboral».

Los datos más destacados de la extensa encuesta son los siguientes: el 58,3% afirmó que alguien de su entorno más cercano perdió su empleo en los últimos tres meses. Esto implicó un incremento de 7 puntos respecto de la medición de noviembre. La otra consulta fue sobre el temor a perder el trabajo actual. El 55,3 se manifestó atemorizado, lo que implica un crecimiento de 10 puntos respecto de noviembre. Estos datos, percibir en el entorno cercano un aumento del desempleo y el miedo a quedarse sin el propio, están claramente enlazados.

«El desempleo es un fantasma que evoca recuerdos muy traumáticos para la sociedad argentina, particularmente de lo que fueron los últimos años de la década del ’90 hasta la crisis de finales de 2001–remarcó Ramírez–. Son heridas que están a flor de piel».

El director del Observatorio Político Electoral de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el sociólogo Carlos De Angelis, coincidió: «Esta incertidumbre creció sobre todo en los centros urbanos que tienen cordones industriales. Está provocando una tensión en los sectores medios. Por un lado, su perfil ideológico, en general más conservador, los llevó a respaldar a Macri mayoritariamente. Pero su realidad material se complica cada día. Hay una fuerte tensión en ese segmento de la sociedad que ve en el desempleo un viaje sin escalas hacia la pobreza. Además sufre una caída en el estado de ánimo que va más allá de haber tenido que disminuir los niveles de consumo». Otro número que sumó elementos al panorama lo aportó el consultor Ricardo Rouvier. Remarcó que sus mediciones indican que solo el 27% de la sociedad piensa que la situación socioeconómica va a mejorar en los próximos meses. Dicho de otra manera, el 73 considera que será igual de mal o peor.

«Lo que más repercute en el ánimo social es lo que le pasa a uno y al vecino. Lo que se puede palpar todos los días. Es lo que ocurre con la inflación y con el miedo a perder el trabajo. Tienen un impacto, en el fondo, más fuerte que escándalos como el del Correo».

El impacto político

La incertidumbre laboral explica un cuadro que otros indicadores también muestran: hay una caída fuerte en el respaldo social al gobierno nacional, que se acentuó en febrero. Y uno de los puntos más complejos para Mauricio Macri es que buena parte de la decepción se produce en muchos sectores que lo votaron en las distintas instancias de las elecciones de 2015.

«Esto golpea en la base del macrismo. Por eso es muy complejo y puede tener un impacto en las elecciones de este año», señaló Rouvier. Y agregó: «Nunca se sabe cuándo ese mal humor se transforma en alguna explosión callejera. Seguramente la marcha de la CGT del próximo martes será muy fuerte. Pero todavía no se trata de una reacción espontánea».

Para Ramírez, este clima de temor respecto del empleo es lo que realmente explica la caída de la imagen positiva del Presidente. «Muchos adjudicaron el retroceso al escándalo del Correo. A mí me parece que está impactando más este mar de fondo. La acumulación de incertidumbre, especialmente con el tema del trabajo, que es central en el estado de ánimo de la población», sostuvo el consultor.

De Angelis volvió a poner el foco en los sectores medios y realizó una lectura en clave electoral. «A primera vista, el kirchnerismo parece un posible refugio para el voto castigo de mucha gente que a lo mejor acompañó a Macri o depositó buenas expectativas en él, aunque no lo haya votado. Sin embargo, también es cierto que un segmento muy amplio de la sociedad, particularmente de la clase media, no quiere una restauración kirchnerista, más allá del gran caudal de votos que se sabe que tiene la expresidenta Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires».

La afirmación de De Angelis explica en alguna medida por qué Macri decidió que su estrategia electoral este año no pase por pedir el acompañamiento a su gestión sino en azuzar al núcleo duro anti K y al menos garantizarse ese voto.

El plan tiene entre sus puntos débiles evidentes el riesgo de agotar al electorado con el mismo y recurrente mensaje, incluso a los sectores que habitan en el universo no peronista de la Argentina. «

La polarización, la única salida del gobierno

«La polarización no es una estrategia de Mauricio Macri. En realidad es la aceptación de un escenario que el presidente no pudo modificar», le dijo a este diario el sociólogo y consultor Artemio López, al analizar el discurso que dio el mandatario esta semana al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso Nacional y que tuvo un claro tono electoral.

«En realidad, el macrismo apostó primero a construir una oposición amigable, con los sectores del peronismo que imaginaban afines. Por eso el presidente llevó a Sergio Massa a la cumbre de Davos y trató de erigirlo en el jefe de la oposición». «Ese plan -agregó el consultor- se encontró con una dificultad en el camino: la persistencia del respaldo de un sector muy grande a la expresidenta Cristina Fernández y su posicionamiento como la principal opositora al actual oficialismo».

El sociólogo agregó además que el presidente, al no poder basar la campaña en sus resultados de gestión, «busca como última alternativa mostrarse como el único que puede frenar un retorno de Cristina a la Casa Rosada. Como es cierto que hay un núcleo duro que rechaza con vehemencia al kirchnerismo, al menos puede consolidar a esos votantes». El sociólogo, con ironía, remarcó que «esa estrategia se parece a la que tuvo el kirchnerismo que suponía que había que polarizar con Macri porque nunca iba a poder ganar». «Y ya vimos lo que pasó después. No sea cosa de que vuelva a ocurrir lo mismo pero al revés».