Abrieron justo ahora que vamos a tener una recesión de unos meses», les dijo el presidente Mauricio Macri a los dueños de una pizzería recién inaugurada en Escobar (ver página 11). La máxima autoridad del país reconoció a domicilio que la economía está metida en un freezer. A sabiendas de esa merma de actividad, la política monetaria que implementará el Banco Central desde mañana amenaza acentuar el parate hasta límites difíciles de imaginar.

Se trata del esquema de agregados monetarios que anunció Guido Sandleris, flamante presidente del Banco Central. Lo explicó el miércoles tras relevar a Luis Caputo, quien renunció en vísperas de que el Fondo Monetario Internacional aceptara prestar 7100 millones de dólares extra y acelerar los giros. El plan complementa las promesas de déficit cero hechas por el gobierno y tiene el visto bueno del FMI. De hecho, Sandleris enfrentó las cámaras unos minutos después de que Christine Lagarde, la directora del Fondo, se fotografiara sonriente con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en Nueva York.

El nuevo modelo reemplazará al de metas de inflación, que durante dos años y medio falló en sus previsiones. La propuesta, a grandes rasgos, es congelar la cantidad de dinero en poder del público y los encajes que los bancos guardan en el Central (llamada base monetaria) hasta junio de 2019. Hasta el miércoles esa masa era de 1,266 billones de pesos y en los últimos meses su crecimiento se había acelerado de un ritmo de. 25-30% interanual a otro del 45 por ciento.

En paralelo, el Central acotó la banda de libre flotación del dólar de 34 a 44 pesos, fuera de la cual intervendrá, comprando y vendiendo divisas para acotar la volatilidad. «Existe amplia evidencia de la relación entre dinero y precios, y por eso Argentina necesita de un ancla simple y contundente», dijo Sandleris.

¿Qué significa esto en términos prácticos? Por definición, el dinero es el medio de cambio para adquirir bienes y servicios. Si hay menos plata (su volumen caerá en términos reales a causa de la inflación prevista), la demanda de bienes se deprimirá y eso debería detener el avance de los precios. Pasado en limpio, la fórmula para aplacar la inflación será bajar aun más el nivel de actividad.

La idea podría funcionar en un marco ideal. Pero en la práctica, el gobierno viene indexando, vía dólar o precios mayoristas, las tarifas del gas, la electricidad y los peajes, entre otros. Por contrato, esos servicios se seguirán encareciendo aunque sus clientes no puedan pagarlos.

Otra duda es hasta dónde podrá bancar el tejido social una profundización de la recesión. En el segundo trimestre, el PBI cayó un 4,2%. La actividad económica de julio se redujo un 2,7%, dijo el Indec. La pobreza subió al 27,3% y el desempleo trepó al 9,6%. Para el gobierno, el tema también es político: sin atisbos de reactivación, la reelección presidencial en octubre de 2019 corre peligro.

Intervención, hasta ahí

La otra pata del plan, la cambiaria, tiene como objetivo aplacar las expectativas devaluatorias. Las bandas que fijó el Banco Central (similares a las que aplicó Domingo Cavallo en 1991, como prólogo de la convertibilidad) garantizarían que el dólar no pase de los $ 44. ¿Será así?

También en esta cuestión hay matices. En primer lugar, porque para evitar el retraso cambiario, el Central aceptó actualizar ese techo a un ritmo del 3% mensual. Luego, porque en una reunión con directivos de bancos, Sandleris relativizó la defensa de ese valor. «No hay un compromiso de impedir que el dólar supere los $ 44, simplemente saldríamos a vender hasta U$S 150 millones por día. No evitaremos que perfore ese techo», explicó.

El mercado tomó nota de esas frases y empezó a recorrer el camino hacia el valor máximo de «no intervención». El billete llegó el viernes a $ 41,89, un 6% más que el día en que se anunció el programa. Lo curioso es que la fijación de bandas cambiarias fue eje de una discusión entre el gobierno, que quería dar certidumbre al valor del dólar, y el FMI, que exigía la libre flotación. Si la pulseada la ganó el equipo económico, no supo hacer valer ese triunfo.

Como si fuese poco, el Central también renunció a fijar la tasa de interés. El apretón monetario se llevará a cabo mediante la colocación de Leliq (Letras de Liquidez) entre los bancos, a una tasa que pondrá el mercado y que el ente regulador aceptará. «Será la necesaria para cumplir con el crecimiento nulo de la base», dijo el comunicado del BCRA, asegurando que hasta diciembre se mantendrá por encima del 60% anual. Si la cifra se dispara, con un tope del dólar asegurado, otra etapa de bicicleta financiera para los inversores del exterior estará servida.

Pese a estos puntos flojos del plan, Sandleris (hasta hace poco segundo de Dujovne en Hacienda) apunta a mantenerlo hasta junio. La experiencia reciente indica que en este país, en nueve meses pueden pasar demasiadas cosas. «

Dujovne: «No tengo miedo»

«La emisión de pesos va a ser cero y esa es la base de la estabilidad cambiaria. Si no hay emisión de pesos, no hay con qué comprar los dólares.» Así resumió el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el nuevo plan económico. «El freno a la expansión de la base monetaria es fundamental para frenar el avance de la inflación. Hay que esperar algunas semanas, pero estamos seguros de que esto es un cambio lo suficientemente fuerte para anclar las expectativas», señaló en una entrevista con radio Mitre.
En cuanto a la manera de enfrentar la volatilidad cambiaria, que fue motivo de discrepancias entre el gobierno y el staff técnico del FMI, Dujovne dijo que «no tengo miedo de no poder controlar el dólar. Si el dólar toca alguna de las bandas va a comenzar a intervenir el Banco Central. Estamos convencidos de que este programa es el adecuado».