La inclusión del pan dentro del grupo de productos que se pueden adquirir con la Tarjeta Alimentaria está prácticamente resuelta, tras una serie de reuniones que se realizaron en la última semana y de las que participaron los funcionarios a cargo de coordinar el programa y los sectores privados involucrados. El mismo producto se sumaría al programa Precios Cuidados.

El resultado es que esta semana se haría el anuncio oficial. El pan de la Tarjeta Alimentaria estará compuesto por siete piezas por kilo y tendrá un precio de $ 85  en el Gran Buenos Aires, aunque su valor variará según la zona del país que se trate. El precio estará congelado por seis meses. Cada titular de la tarjeta podrá comprar un kilo de pan por día. Las panaderías que intervengan en este programa debrán poseer posnet para procesar la venta.

El anuncio estuvo trabado por las diferencias entre los privados acerca del precio de la materia prima del pan, la harina, y su materia prima, el grano de trigo. Por una serie de circunstancias, el precio del grano que pagan los molinos a los productores se elevó un 15% entre diciembre y enero, lo que derivó en una pulseada entre los molinos y la industria panadera acerca de quién absorbería esa suba.

«Nosotros tomamos el compromiso de mantener los precios; ahora falta que asuman ese mismo compromiso los demás integrantes de la cadena del trigo», le dijo a Tiempo Emilio Majori, presidente de los industriales panaderos de La Matanza que participó de las reuniones como integrante de la directiva de la Federación Industrial Panaderil de la Provincia de Buenos Aires.

En las reuniones encabezadas por Victoria Tolosa Paz, titular del Consejo Federal de Políticas Sociales, los avances fueron lentos. Lo mismo sucedió en las que dirigió Paula Español, titular de la Secretaría de Comercio Interior.

Un grano molesto

Los precios del trigo se dispararon en el último mes al calor de una serie de sucesos. El más importante fue que los productores vendieron el trigo que estaban por cosechar para anticiparse a la suba de las retenciones que venía prometiendo el entonces candidato presidencial Alberto Fernández.

Así, el sector exportador compró arriba de 13 millones de toneladas mientras que el sector molinero -el otro que compra el grano de trigo para elaborar harinas sólo adquirió hasta el momento 1,5 millón de toneladas, bastante menos que las compras que había realizado para esta misma época del año pasado, que eran casi tres veces superiores, según los datos del Ministerio de Agricultura.

La perspectiva es que para el resto del año no abunde el grano y los molinos deban pelear para encontrar una solución a fin de cubrir la demanda de harina.

Si bien la escasez de grano fue el motor principal de la suba del precio, también influyó el movimiento ascendente del precio internacional, que pasó de un piso de US$ 165 la tonelada en el mercado de Chicago en septiembre pasado a US$ 200 a fines de septiembre, valor en torno del cual se mantiene desde entonces.

La suba del precio del grano de trigo generó peleas en la llamada cadena de valor. Por caso, la Mesa de Enlace de Entre Ríos sacó un duro comunicado en el que adjudicó los reclamos por esta suba a los «sectores que piden la intervención del gobierno».

«Nosotros podemos mantener los precios, pero necesitamos que la bolsa de harina no supere los $ 1000», indicó Majori. Para el dirigente industrial, no está claro que esto sea así por los próximos seis meses, menos con el faltante de trigo en los mercados. «