Un tema inevitable esta semana es el comunicado de Juntos por el Cambio (JxC) en el cual se señala que la actual gestión nacional estaría dejando una “bomba de tiempo al próximo gobierno”, en relación con el financiamiento en pesos del Tesoro Nacional: una completa distorsión de la realidad cuyo único objetivo es confundir a la ciudadanía en el marco de un año electoral.

Resulta interesante poner en contexto el documento de JxC a partir del informe realizado por la Auditoría General de la Nación (AGN), también conocido durante la semana, en el que se analiza el préstamo acordado con el FMI por la gestión de Mauricio Macri en 2018. La AGN sostiene que la firma del acuerdo y sus consecuencias sobre el endeudamiento público generaron un alto impacto sobre el perfil de vencimientos de ejercicios futuros, afectando la solvencia y la sostenibilidad de la deuda pública. También agrega que, debido al incumplimiento de los criterios establecidos para los procesos de negociación y ejecución según la normativa vigente, “no es de extrañar, entonces la carencia de análisis de riesgos, solvencia y sostenibilidad anteriores a la firma del acuerdo”.

Analizando la evolución de la deuda pública, durante el cuatrienio 2016-2019 ésta creció del 52,6% del PBI a fines del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, al 89,8% en diciembre de 2019. Según el último dato oficial, la deuda se ubicaba, en septiembre de 2022, en el 79,8%, diez puntos del PBI menos que la recibida de la gestión macrista.

El comunicado de JxC habla de “fragilidad financiera”, supuestamente generada por la deuda en pesos. Pero la verdadera fragilidad para el país se genera principalmente por la deuda en dólares, y en este caso Cambiemos ha logrado el podio: el porcentaje de deuda en moneda extranjera sobre el total, que en diciembre de 2015 representó el 66,9%, subió al 78% en diciembre de 2019. Por el contrario, el gobierno de Alberto Fernández, a través de los canjes y de la reactivación del mercado de deuda en pesos, bajó esa proporción al 66,7%.

También es destacable que desde diciembre de 2019 se incrementaron las colocaciones intra sector público (que poseen un muy bajo riesgo sistémico), al tiempo que disminuyó la deuda con el sector privado. Esta evolución aumenta las posibilidades de manejar eventuales presiones de los mercados.

El endeudamiento en dólares se vuelve particularmente relevante al tener en cuenta el contexto internacional actual. En una de sus últimas intervenciones públicas, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, ratificó una vez más que el banco central tiene camino por recorrer en el proceso de alzas de tasas. Cabe señalar que el 1 de febrero la FED subió la tasa de referencia hasta un rango del 4,5% al 4,75%, el nivel más alto desde 2007. Una situación que no sólo impacta negativamente en los países emergentes, sino que también incrementa la tasa básica que el FMI cobra a los países deudores. De hecho, desde que Argentina renegoció el acuerdo con el FMI, la tasa básica de ajuste aplicada creció del 1,197% en marzo de 2022 al 4,233% este mes, es decir, unos 3,036 puntos más: esta evolución significa un aumento adicional de U$S 1400 millones en los pagos anuales para nuestro país. Un claro ejemplo de la “fragilidad” financiera que la gestión de Cambiemos dejó de herencia a las futuras generaciones.

Crecimiento anual de la industria y la construcción

Esta semana se conocieron algunos indicadores macroeconómicos que me interesa analizar brevemente.

Por un lado, el Índice de Producción Industrial Manufacturera, publicado por el INDEC, mostró un alza del 4,3% durante todo 2022 con respecto a 2021, con la característica de que todas las divisiones del sector crecieron y 5 de las 16 que lo componen registraron el mejor valor de toda la serie, que comenzó en 2016.

El dato de diciembre en particular no fue tan favorable, en ese mes la actividad industrial retrocedió en un 1,2% mensual y un 2,7% interanual. No obstante, es necesario tener en cuenta algunas cuestiones. En algunos sectores con peso significativo, fundamentalmente la industria automotriz, resulta más pertinente efectuar un análisis trimestral (entre diciembre y febrero) ya que las plantas efectúan paradas técnicas en diferentes periodos de la temporada estival. Esto puede llevar a divergencias en la producción de estos meses como efectivamente ocurrió: la producción de autos descendió un 6,9% en diciembre de 2022, pero luego tuvo un fuerte rebote en enero de 2023 (+45%).

Otro dato que se conoció esta semana fue el cierre del año pasado en la construcción: la actividad se incrementó un 3,5% interanual en 2022 según el índice ISAC del Indec. También en este caso el mes de diciembre mostró un descenso en la variación mensual (-3,5%) y en la interanual (-10,6%). Los indicadores adelantados de enero estarían marcando una reversión de la caída de diciembre, que no es nueva, ya que se viene produciendo desde mediados de 2022, indicando un cierto cambio de tendencia en la evolución de la actividad. Sin embargo, se parte de niveles elevados: tal es así que el promedio del índice de la construcción para el año 2022 es el más alto desde el 2015.

Se pueden citar dos indicadores que adelantan el resultado del ISAC de enero: en dicho mes, la producción de cemento creció un 10% mensual. En coincidencia, la venta de materiales para la construcción también registró un rebote en enero. Con una mejora del 7,3%, el Índice Construya, que mide la cantidad de insumos vendidos al sector privado por parte de un conjunto de empresas líderes, se ubicó en niveles similares a los de agosto pasado, momento en el cual habían llegado a su máximo histórico.

Por su parte, el Ministerio de Trabajo dio a conocer en estos días las estadísticas de empleo correspondientes a noviembre de 2022. Los puestos de trabajo reflejan una sustancial mejora que se observa desde hace 23 meses consecutivos. En el mes de noviembre pasado se superaron los 13 millones de trabajadores registrados, un 5,1% más que en igual periodo de 2021. Asimismo, el 42% de los puestos creados durante los 11 primeros meses del año pasado fueron asalariados privados, lo cual permitió que noviembre marcara su máximo valor en 53 meses para este tipo de empleos. Los trabajadores independientes (monotributistas y autónomos) representaron un 50% del alza, y los asalariados públicos el 8% restante.

Este viernes, el ministro de Economía, Sergio Massa, y la titular de la Anses, Fernanda Raverta, anunciaron un aumento de la fórmula del 17,04% para jubilaciones y pensiones para marzo. Y se adiciona por los próximos tres meses un bono de $15.000 mensuales para quienes tengan la jubilación mínima, de manera decreciente hasta quienes reciban ingresos por hasta dos jubilaciones mínimas. De esa forma, el haber mínimo será de $73.665. Massa precisó: “de marzo a marzo tiene un impacto de más del 125%”.

Una vez más, es importante dejar en claro que aún queda mucho por hacer. Uno de los principales desafíos del gobierno en los próximos meses es lograr el aumento del poder adquisitivo de los salarios, de las jubilaciones, y de los ingresos de gran parte de la ciudadanía, en especial los de los sectores más desprotegidos. «