La semana previa a las PASO abundó en malas noticias para la industria automotriz, una de las más importantes a nivel local y una de las más afectadas por la política económica de los años recientes.

Con el añadido de la crisis del sector a nivel internacional, el cuadro se hace todavía más complejo. Las fábricas argentinas llevan once meses de caídas en la producción y en las ventas, que repuntan muy por debajo de las expectativas del gobierno.

En marzo pasado, el personal afectado por las suspensiones rondaba el 90%, solamente en el Sindicato de Mecánicos (SMATA). El viernes pasado, el secretario general de la seccional Córdoba del SMATA, Leonardo Almada, dijo a Tiempo que «la única fábrica que está trabajando bien, sin suspensiones, es la de cajas de Volkswagen. El resto trabaja dos a cuatro días por semana. Hay matices, algunos que cambiaron sus horarios pero la realidad es que los compañeros están con problemas laborales en casi toda la industria».

La información del gremio coincide con la de los autopartistas, el satélite pyme de la industria. Para tranquilizar a sus proveedores, Volkswagen asegura que está adaptando su estructura para la producción de un nuevo modelo y que la actividad volverá a ser plena en diciembre. Los autopartistas se entretienen fabricando unas pocas piezas para ese modelo pero saben que el congelamiento atraviesa a toda la industria.

El industrial Aldo Lo Russo, referente de CAMIMA y AFAC, graficó con el ejemplo de las pymes que proveen de piezas a la fábrica de El Palomar de Peugeot, casi parada desde hace ocho meses: «Las firmas que visito en (el partido bonaerense de) Tres de Febrero están todas con un año y medio de stock, muy perjudicadas».

El martes pasado, el Indec le puso números a la catástrofe automotriz: caída de la producción de vehículos automotores (-33% interanual en junio y -30,9% acumulado en los primeros seis meses); a la par de las carrocerías, remolques y semirremolques (-27,5% en junio, y -35,9% acumulado); y autopartes (-24,6% y -10% respectivamente).

En el caso de las motos, se derrumbó un 45,4% en junio y amontonó una caída del 70% en el primer semestre.

Las cifras más recientes indican una profundización de la caída: el lunes, la Asociación de Fábricas (ADEFA) informó que la producción cayó el 47,8% respecto a igual mes de 2018. Una semana antes, la Asociación de Concesionarios (ACARA) consignó una caída de las ventas del 26,4 por ciento.

Con el gobierno concentrado en las PASO, los empresarios se limitaron a reafirmar su agenda de «reformas de competitividad» a través de encuestas. Mientras, SMATA apuntó contra la administración política: «Están todos en campaña, nadie hace nada. Extendieron el ‘Junio 0km’ pero no hay movimiento, no hay producción, no hay consumo y nunca les interesó que haya», concluyó Almada.

Brasil no arrastra

Según los datos oficiales de Brasil, el sector automotriz se recuperó en los últimos meses. Sin embargo, esta mejora en el socio del Mercosur no pudo potenciar la demanda de autos argentinos.

De este lado de la frontera, las concesionarias arrancaron el año abarrotadas de stock sin expectativas de un repunte de ventas con la economía en recesión. Como Argentina es el destino más importante para la producción brasileña, las exportaciones de ese país se desploman a un ritmo del 40% mensual.

La conclusión es simple: en el mercado argentino no hay plata para comprar autos; ni locales ni importados. Recién a mediados de año, y con una cantidad atendible de encuestas preocupantes sobre los escritorios oficiales, el gobierno de Mauricio Macri lanzó el programa de subsidios «Junio 0km».

A la hora de la verdad, la iniciativa movilizó público rápidamente en los locales de venta y con el paso de los días impactó en las estadísticas del sector. La repercusión pública y empresarial motivó al gobierno a renovar el plan en julio y agosto pero por ahora el plan sigue lejos de sacar al sector de la recesión.

Caídas de hasta el 70 por ciento en las fábricas

El último informe industrial del Indec promedió una caída interanual del 6,9% en junio pero en la lectura por sectores hubo caídas que rondaron el 50% con un pico extraordinario del 70% en la producción semestral de motos.

Entre los sectores más críticos figuraron la industria azucarera, con una caída del 24,9% y fiambres y embutidos, con un retroceso del 17,7%. La producción de fibras textiles cayó un 35,4% mientras que la de cueros, un 14,3 por ciento.

En la industria química retrocedió un 37,9% la fabricación de materias primas y caucho sintético, mientras que pinturas cayó 28,5%. Productos químicos básicos y detergentes cayeron, a su vez, un 21,1% y un 17,3% respectivamente.

Fue particular la caída de los rubros asociados a la construcción. Dentro de la refinación de petróleo, el asfalto se hundió 16,1%; y la producción de yeso se precipitó un 13,1%. Cemento fue otro dato negativo: -8,5 por ciento.

En metálicas básicas, el segmento fundición de metales cayó un 19 por ciento.

A pesar de la cosecha récord de este año, en maquinaria agropecuaria se apreciaron caídas del 19,5% y del 47% acumulada.

Aparatos de uso doméstico cayó un 7,1% y 27,6% respectivamente.