La tortuosa batalla del BCRA para detener la escalada del dólar tendrá este martes un capítulo decisivo cuando venza el equivalente al 55% del stock de Letras del Banco Central (Lebac) circulantes. Se trata de un total de $678 mil millones que, en caso de no renovarse, fluirán masivamente al mercado de cambios para convertirse en dólares y alimentar la fuga de capitales, produciendo una mega devaluación del peso. Son U$S 27 mil millones que, en rigor y según los estudios de diversas consultoras, equivalen a las reservas netas del BCRA si se descontaran los flujos de caja previstos, los encajes, los swaps y los títulos de deuda externa.

Es con ese propósito de impedir una masiva fuga que el gobierno recurrió de urgencia a un nuevo acuerdo con el FMI con el objetivo de obtener un crédito “stand by” que oficie de garantía de solvencia al pago de esas Lebacs, disimulando toda posibilidad de default y, de ese modo, desestimular el desarme de posiciones. 

La demora en una respuesta concreta del FMI (el caso argentino será evaluado por el directorio recién el próximo viernes), podría ser una señal de que, para el organismo, es preferible profundizar previamente una devaluación de la moneda.

Al mismo tiempo, y con el mismo objetivo, se espera que la entidad monetaria convalide este martes para esas letras una tasa de interés superior al 40% al que elevó la tasa de política monetaria el pasado 4 de mayo intentando poner freno a la corrida.  

La idea de fondo es garantizar a los inversores la continuidad de los beneficios de la bicicleta financiera conocida como «carry trade» que supone un tipo de cambio relativamente planchado y altas tasas de interés en moneda local para obtener una transferencia de esas tasas a moneda norteamericana. 

Como complemento de esa política, la entidad comandada por Federico Sturzenegger operó la semana pasada durante varias jornadas en el mercado del dólar futuro para contener el valor de la divisa y, de esa manera, ofrecer como alternativa un seguro de cambio a los especuladores.

Fuentes oficiales difundieron a través de la agencia Télam que, del total de las Lebac que vencen este martes, apenas un 5% estaría en manos de inversores extranjeros mientras que un 60% estaría en poder de bancos locales y organismos estatales como la ANSES. 

En el caso de estos últimos se descuenta que renovarían sus tenencias como resultado de una decisión política mientras que los bancos han visto limitados sus topes de posiciones en dólares por resolución del BCRA del 4 de mayo hasta un 10% lo que los forzaría a mantener sus tenencias en Lebacs. Esta medida, claro, sólo es sostenible políticamente ofreciendo como contraparte esas tasas de alrededor de un 40%.

El restante 35% de las Lebacs se divide entre Fondos Comunes de Inversión y tenedores locales y representan, hoy por hoy, el foco de atención. Así las cosas, en los cálculos del BCRA existe la posibilidad de que no se renueven alrededor del 40% de las letras que vencen, equivalentes a unos $ 271 mil millones de pesos que podrían fugarse bajo la forma de alrededor de U$S 11 mil millones.

Una renovación total, que el gobierno presentaría como una suerte de salida exitosa al martes negro que ellos mismos generaron, en realidad, implicaría afrontar tasa de interés elevadísimas que, en términos anualizados suman alrededor de U$S 11 mil millones para la totalidad de los vencimientos que abonarán al déficit financiero o cuasi fiscal que, a su turno, deberán soportar las arcas públicas con mayor ajuste y/o endeudamiento. 

De hecho, según un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda, el peso de los intereses proyectado para 2018 alcanzará un 3,03% del PBI cuando en 2016 representaba un 1,41%.