Según datos del Indec, en el tercer trimestre de 2022 el PBI se incrementó un 5,9% con relación al mismo período del año anterior. Ese crecimiento económico, que ahora comienza a mostrar señales de agotamiento, se tradujo en la creación neta de 729 mil puestos de trabajo asalariado.

Sin embargo, de ese total, apenas 83 mil (un 12%) fueron registrados según lo indica la legislación laboral vigente y, por lo tanto, acceden a los aportes y contribuciones patronales en materia de cobertura de salud y seguridad social.

Dicho de otra forma, casi nueve de cada diez puestos de trabajo generados en un año no fueron registrados como corresponde.

Los datos surgen del informe de Distribución de Ingresos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para zonas urbanas del tercer trimestre de 2022 que dio a conocer esta semana el Indec. De allí se desprende que, del total de los trabajadores asalariados, el 38% se encuentran en una situación de informalidad: son 4,9 millones sobre un total de 12,8 millones.

Se trata del porcentaje más alto de trabajo no registrado desde que, en 2016, el Indec normalizó sus estadísticas. En ese momento la informalidad alcanzaba al 35% de los asalariados. El valor se mantuvo estable en los siguientes dos años y escaló un punto porcentual en 2019. En 2020, paradójicamente, cayó abruptamente hasta el 30% como resultado del despido de 1,1 millón de trabajadores informales en el marco de las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia de coronavirus.

La totalidad de esos puestos fueron recuperados en 2021 pero la creación de empleo no registrado no se detuvo allí. Por el contrario, se profundizó en términos relativos.

Si se compara la situación del tercer trimestre de 2022 con la del mismo período de 2020, del total de los empleos creados, el informal explica el 74% contra el 88% del último año. Con relación a 2019, la proporción cae hasta el 65% aunque siempre muy por encima de la relación estructural que, durante el período, promedió un 35 por ciento.

Ingresos degradados

La degradación en la calidad del empleo impacta sobre los ingresos de las personas.

La mediana (el punto medio) del salario de los trabajadores no registrados, de apenas $ 38 mil, se ubicó durante el tercer trimestre de 2022 un 58% por debajo de la de los formales, de $ 90 mil.

Esa relación, sin embargo, no muestra en forma cabal el deterioro general de sus condiciones de vida  ya que se produce en un cuadro de deterioro generalizado del salario real.

Por caso, el salario de los empleados informales retrocedió un 22% en términos reales con relación al valor de la Canasta Básica Total (CBT), que mide el umbral de la pobreza, en la comparación con el mismo período del año 2016. En ese momento, el salario promedio informal, de $ 5649, representaba un 43,61% del valor de la CBT situada en septiembre en $12.638 mientras que, en la actualidad, el haber promedio informal de $ 44.214 equivale a apenas un 34,48% de los $ 128.214 que una familia integrada por dos adultos y dos menores necesitaba en septiembre pasado para eludir una situación de pobreza.

No hay contradicción

Estas características del mercado laboral son las que, en gran parte, explican la aparente contradicción que existe entre algunos indicadores económicos y sociales, como el desempleo y la pobreza.

La EPH dio cuenta de una nueva caída del desempleo que, para el tercer trimestre, llegó hasta el 6,7% cuando la pobreza afectaba al 36,5% en el primer semestre, pero que según estimaciones de institutos privados basados en datos oficiales, llegó hasta el 38,9% entre julio y septiembre de 2022 y ya supera el 40% en los últimos 6 meses.

Del mismo informe de distribución del ingreso surge que la mitad de los habitantes de la Argentina contaban con menos de $ 1200 por día para dar cuenta de sus necesidades ya que, la mediana del ingreso per cápita familiar mensual se situó en $ 37 mil.

En concreto, quiere decir que la mitad de los habitantes del país perciben ingresos que, a lo sumo, les permiten acceder, según datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de septiembre, al equivalente a 3,27 kg de pan, 9,7 kg de harina, 5,2 kg de azúcar o 8,44 kg de papas. Cinco años atrás, la mediana del ingreso per cápita familiar equivalía a 5,23 kg de pan, 19,5 kg de harina, 10,5 kg de azúcar o 14,5 kg de papas por día.

Estos datos remarcan el escenario en el que el gobierno ha decidido, entre otras medidas, dar de baja más de cien mil planes Potenciar Trabajo. «

Se incrementa la brecha de ingresos por género

Medida por medianas, la brecha de ingresos por género se situó en un 28,6% en el tercer trimestre de 2022. Hace cinco años era del 25%. Medida por promedios, era del 26,3% mientras que en 2017 llegaba al 27,2%.
La brecha de ingresos por género muestra una fuerte dispersión regional. En las provincias con ingresos medios más bajos, la brecha es menor. En La Rioja es del 14,1%, del 15,5% en Santiago del Estero y del 16,7% en Chaco. En el otro extremo está Santa Cruz, con una brecha del 36,5% e ingresos nominales más altos.
Mientras en las provincias más pobres sobresale la informalidad laboral, en las que la explotación de los recursos naturales está más adelantada priman los salarios de convenio, con una masculinización marcada en sectores como el petrolero y el minero y una feminización de otros oficios con salarios inferiores como la docencia.
En la Ciudad de Buenos Aires la brecha se ubica en un 21,1% para los ingresos promedio y en 11,1% para la mediana de los ingresos. El diferencial da cuenta de una marcada masculinización de los cargos jerárquicos, gerenciales y empresariales.