Hay 600 mil trabajadores más que buscan y no consiguen trabajo. Además se incrementó la tasa de actividad que indica una mayor necesidad de trabajo por la contracción de los ingresos.

Si bien son guarismos que todavía no reflejan una situación de crisis estructural resulta un indicador preocupante por la velocidad de su crecimiento. Es que, dicho de otra forma, se trata de un incremento del 22% en la cantidad de trabajadores desocupados en apenas un año. Los afectados por la desocupación pasaron de 814 mil a 994 mil en apenas un año dentro de los 31 conglomerados urbanos sobre los que se basa la medición del INDEC y donde viven 29.7 millones de personas.
Proyectados a toda la población se trata de casi 1,6 millones de trabajadores que buscan empleo y no lo consiguen cuando, un año atrás, el fenómeno afectaba a poco menos de 1,3 millones de trabajadores. Un crecimiento en términos absolutos de casi 600 mil personas.
El dato, sin embargo, aparenta ser positivo si se lo compara con el cuatrimestre inmediato anterior en tanto, entre abril y junio de este año el desempleo había afectado al 7,6% de la población que trabaja o busca empleo y constituye lo que se conoce como la población económicamente activa (PEA). Sin embargo, existe una estacionalidad sostenida entre lo que ocurre entre el segundo y el tercer trimestre de cada año con una tendencia a la reducción del desempleo entre uno y otro período. En esta oportunidad esa estacionalidad se ratifica, aunque, es cierto, con mayor intensidad que el promedio verificado desde 2017 que se ubica en el orden del -7,3% entre uno y otro trimestre cuando, en esta oportunidad, la caída equivale a un -9,2%.
Pero además, el informe da cuenta de una suba sensible de la tasa de actividad que alcanzó al 48,3% de la población total y que da cuenta de una tendencia a una incorporación forzada de un mayor numero de personas al mercado de trabajo como resultado de una caída en los ingresos familiares. Esa tasa se ubica en el promedio de los terceros trimestres desde 2017 en el 46,7%.
En la misma línea se explica el crecimiento de la subocupación demandante que pasó del 6,8% al 8,1% en un año y que se refiere a las personas que trabajan menos de 35 horas semanales pero buscan más trabajo para obtener mayores ingresos. Lo mismo ocurre con la tasa de ocupación demandante que se refiere a quienes laboran más de esas horas pero también necesitan acumular más horas para lograr mayores ingresos que paso del 15,2% en 2023 al 17,6% en la actualidad. La denominada «presión sobre el
mercado laboral», conformada por el universo de desocupados, subocupados, ocupados demandantes y ocupados no demandantes disponibles, alcanzó el 30,2% de la PEA.
Por otro lado, el empleo informal afectó al 36,8% de los trabajadores asalariados cuando en el trimestre anterior alcanzaba al 36,2% de los mismos y hace un año al 35,8%.
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