“Vine porque todo lo que está pasando es una aberración y una injusticia. Tengo 70 años, soy jubilado y tengo la tarifa social, pero como pienso en mis hijos, en mis nietos y en el resto de los argentinos, vengo a exigirle a este Gobierno que pare la mano”. El que habla es Eduardo Barneix, que llegó desde Berazategui a La Boca a las 9 de la mañana para protestar en los alrededores de la Usina del Arte, recinto en el que continúa la audiencia pública por el aumento de la tarifa de gas. No estuvo sólo, otras miles de personas, entre las que había organizaciones sociales, militantes, políticos y vecinos, cantaron contra el Ministro de Energía Juan José Aranguren y el presidente Mauricio Macri en un encuentro ruidoso que duró hasta largas horas de la tarde y que continuará durante toda la audiencia pública.

El grueso de los manifestantes se ubicó en la intersección de la avenida Pérez Galdos y Ministro Brin, a metros del vallado de una cuadra que impedía el acceso a la Usina del Arte a los que no estuvieran acreditados con pulseras de colores. Desde muy temprano esas calles estuvieron colmadas por trabajadores de la CTA, de la Asociación Bancaria, del Frente Darío Santillán, del Partido Obrero, del MST y de agrupaciones vecinales, que formaban un arcoíris de reclamos. Se veían decenas de carteles de “abajo el tarifazo” o impresiones de boletas de gas que eran cinco veces más caras que las del mes anterior o personas que se indignaban porque no las habían aceptado como oradoras. “Hicieron una lista a dedo. Sacaron a los que sabían que íbamos a hacer reclamos más fuertes”, le dijo a Tiempo el dirigente Alejandro Bodart, Secretario General del MST. Andrea Lanzette, de la Multisectorial de Lanús, también denunció que eligieron a los oradores con la mano. “Sólo incluyeron en la lista al 1% de las multisectoriales”, agregó.

Mientras adentro iban pasando los oradores, afuera los manifestantes se iban enterando de los contenidos de los primeros discursos. “¿Hubo aplausos para Aranguren? Más obvios no podían ser estos tipos. ¿Quién le va a festejar todos los aumentos que dejan tan mal parados a los trabajadores?”, se quejó Roberto Espina, que llegó desde Liniers acompañado por hijo Tomás de doce años. A su lado, integrantes de la Asociación Mutual Sentimiento pasaban con el cartel que decía que la tarifa de gas llegó con un monto de 45.322,18. En el edificio funcionan bachilleratos populares, cooperativas de trabajo, diferentes talleres de apoyo escolar para chicos de bajos recursos y espacios de recreación y piden recibir una tarifa social para volver a pagar los 9 mil pesos que abonaban antes del tarifazo. “No recibimos ni una sola respuesta, hacemos todo para ayudar a los que más necesitan y nos ponen este freno que es impagable”, contó Christian Greco, integrante de la Mutual.

También se acercaron políticos a la marcha. Fernando Gray, Intendente de Esteban Echeverría, se quejó porque no se están escuchando todas las voces que están criticando los aumentos en las tarifas de los servicios públicos. “Debería haber sido una audiencia realmente federal, en la que puedan participar todos, tal como lo venimos pidiendo en mi partido desde febrero. Cambiemos manejó muy mal el aumento en las tarifas: nos llegan denuncias de vecinos que tienen que gastar gran parte de su sueldo en abonar la luz, el gas y el agua. Todo debería haber sido progresivo”, sintetizó Gray. Por su parte, Federico Masso, diputado por Tucumán y Secretario General de Libres del Sur, se mostró en la marcha muy dolido por la represión ocurrida en Neuquén y le pidió al Gobierno Nacional que sea un poco más racional con la situación que atraviesa la mayoría de la población. “Por la inflación, bajó mucho el nivel adquisitivo de la gente, a la que cada día le cuesta más llegar a fin de mes. Es por eso que hay que luchar por una tarifa social universal a la que se pueda acceder sin tanta burocracia en el medio”, aseguró el ex Subsecretario de Desarrollo Social de la Municipalidad de Tucumán.

Federico Benítez tiene 25 años, milita en el Frente Darío Santillán y llegó desde Boedo a las inmediaciones de la Usina del Arte con su mujer y su hija de dos. Mientas el ruido de los bombos hacía bailar a su pequeña hija, Benítez afirmó que la única manera en que los políticos van a entender que no pueden seguir sacándole la plata de los bolsillos a los trabajadores es cuando todos los dirigentes se pongan de acuerdo y armen un paro general de 72 horas. “Ahí se van a dar cuenta que hay un pueblo que no está conforme”, desarrolló.

“Se está repitiendo la historia. Mi hija ahora tiene que cerrar la pequeña pizzería que abrió hace menos de diez años por el aumento de las tarifas. Es muy triste todo, ojalá esto sirva para que algo cambie”. El que lo dice es otra vez Barneix, que sigue firme con su cartel para que le devuelvan la pesada herencia.