Es secretario de prensa de la CGT y secretario general del sindicato del Seguro desde 2021, donde desde 2004 ejercía como secretario Gremial. En 2012 llegó a la CGT de la mano de Hugo Moyano. Se distanció de los Camioneros cuando ese bloque abandonó la conducción durante el mandato anterior y decidió afianzar su relación con los Gordos e Independientes. Ahora, con otros dirigentes como Andrés Rodríguez y Gerardo Martínez, promueve el Espacio Laborar para abrir un debate político y programático con dirigentes empresarios como Carolina Castro y José Urtubey y los economistas Martín Rapetti, Eduardo Levy Yeyati y Diego Bossio, entre otros.

Oriundo de Venado Tuerto, Santa Fe, tiene 57 años y dos hijos con los que comparte su pasión por Boca. Su actividad gremial no le impidió, como triatleta, obtener tres veces el título de ironman. Es abogado y profesor de Ciencias Biológicas.  A la cabeza de su gremio, obtuvo una paritaria del 110% durante 2022.

–¿Cómo explica la paritaria que consiguieron?

–Hace dos años tenemos una paritaria permanente, cada tres meses. No hay ningún secreto. La actividad está atravesada por los vaivenes de la economía. Si hay más inversión productiva hay más seguros. Estamos conformes, pero es coyuntural. El trabajador privado ha perdido ente un 25% y un 30% de poder adquisitivo y nosotros estamos dentro de ese esquema.

–¿Cómo ven las cláusulas gatillo en la CGT?

–Pareciera ser el mejor mecanismo, pero no hay empresarios que acepten porque no les conviene. Son una alternativa para un problema que no deberíamos tener que es la inflación.

–¿El 17 de octubre se rompió la CGT?

–Hay matices que son preexistentes a la conformación de la conducción de la CGT y se manifiestan en expresiones políticas. Tenemos fuertes coincidencias en los objetivos que defendemos y en la unidad en la acción. Rescato el acto del año pasado con 500 mil trabajadores en la calle y todos los gremios juntos celebrando el 17 de octubre. Es una deuda pendiente. Los dirigentes gremiales tenemos que coincidir en un proyecto que abarque lo laboral, lo social y la salud. Para eso hay que dejar diferencias que a veces son circunstanciales y a veces son de egos. Esa es la autocrítica.

–¿A qué atribuye, en concreto, los dos actos?

–Fue una mala lectura estratégica nuestra. Si representamos los mismos intereses y nos mostramos separados, generamos un caldo de cultivo para los que buscan una reforma laboral. El desafío es que estratégicamente actuemos en función de un proyecto y tácticamente nos mostremos de esa manera. La política no nos acepta, no estamos sentados en el lugar donde se determina y se arma una plataforma de gobierno. Los partidos desaparecieron como espacios de debate, son maquinarias electorales. Los trabajadores perdimos un espacio para debatir. Tenemos que generar un espacio para que la política nos vea con atención. No solo para reclamar lugares, eso es consecuencia. La semana que viene un grupo de dirigentes gremiales ponemos en marcha un espacio de pensamiento, «Espacio laboral», como el Coloquio de IDEA o la Pastoral Social pero desde los gremios. Tenemos nombres y soluciones. Es un camino largo pero es el más seguro. No veo a los empresarios como enemigos sino como socios estratégicos. Con tensiones, porque tenemos distintos intereses, pero hay punto que podemos coincidir.

–¿El Frente de Todos está agotado como espacio político?

–Es el único frente integrado por un solo partido. Eso es un problema. Es el PJ que hace un frente con sí mismo. El partido no está abierto para que discutamos en su interior. No creo que esté agotado. Hay que abrir el juego a gente que está militando por fuera y tiene cosas que aportar.

–¿El único candidato viable es Sergio Massa? ¿Hay que ir a unas PASO?

–Los dirigentes gremiales estamos acostumbrados a resolver las cuestiones con elecciones. Las PASO son un mecanismo que podría colaborar. En su momento fueron una estrategia electoral creo que ahora son una estrategia política. Massa ha venido a equilibrar y poner en condición de tranquilidad una parte de la macroeconomía. Tiene por delante prestarle atención a la micro.

–¿Se puede decir hoy que el acuerdo con el FMI no implicó un ajuste?

–La inflación siempre es una variable de ajuste. No hay ajuste social ni de leyes laborales, pero hubo que corregir variables. Las inequidades hay que corregirlas y eso va a significar un ajuste para algunos.

–¿Hay responsabilidad de la CGT en el retroceso del salario real de los últimos cinco años?

–No hay responsabilidad gremial porque cada vez que hubo que oponerse lo hicimos pero hay responsabilidad política por no generar un espacio para decir qué variables hubo y hay que corregir.

–Cuando asumió Kelly Olmos, usted señaló que estaban atentos para ver las designaciones de los funcionarios. ¿Esperan cambios?

–No es una discusión que dimos en el Consejo Directivo. Esperamos la continuidad. Tanto Mónica Risotto (Asociaciones Sindicales) como Gabriela Marcello (Regulación y Relaciones del Trabajo) han sido muy resueltas. Estamos conformes, pero si hubiera un cambio queremos presentar nuestras inquietudes.

–Históricamente el vice ministro era de la CGT. ¿Cuando dicen que la CGT tiene que participar en las decisiones políticas es para recuperar esos espacios?

–Cuando alguien tiene la responsabilidad de conducir un país tiene que tomar determinaciones atendiendo a todos los sectores. El peronismo atiende a los que menos tienen. Aparecen ideas y hombres y mujeres que lo llevan adelante y que no necesariamente tienen que ser del sindicalismo. Es mucho antes que se elija el presidente que tiene que haber participación de la dirigencia gremial.

–En IDEA se ratificó la idea de ir a reformas por convenios tipo Toyota. ¿Está dispuesto a reformar los convenios en su sector?

–El concepto de reforma laboral es político y se identifica con la pérdida de derechos del trabajador. El mundo del trabajo de 1975, cuando se firmaron la mayoría de los convenios, era otro. El camino es actividad por actividad. Es más largo pero es el más efectivo.

–¿Qué evaluación hace del conflicto del neumático?

–Fue llevado delante de manera muy larga y para eso se necesitan trabajadores dispuestos a hacerlo. No soy comentarista de los conflictos en los distintos gremios. Cada actividad lo lleva a su modo. Si han logrado lo que ellos pretendían, se puede considerar satisfactorio. Si no tenían solución hubieran sido los mariscales de la derrota.

–¿La CGT llega unida al 2023? ¿Depende de la CGT o del FT?

–Sería un error que, más allá de los matices, no lleguemos unidos. Tenemos que ser más inteligentes que pasionales. No representamos nuestros intereses como dirigentes sino a los trabajadores. «