En enero la Canasta Básica Total (CBT) se incrementó un 4,2% con relación al mes anterior según datos difundidos por el INDEC.

La misma establece el umbral de la pobreza que, para una familia compuesta por una pareja y dos hijos, quedó fijado en los $56.459 y que, en forma interanual, escaló un 39,8%. La Canasta Básica Alimentaria, que establece el nivel de la indigencia, alcanzó los $23.722 a partir de una suba del 4,6% mensual y un 44% interanual.

Para ese mismo mes la inflación general, según el IPC del INDEC, mostró una suba del 4% a escala nacional con un acumulado interanual del 38,5%. El diferencial entre unas y otras se explica por la suba extraordinaria que exhibieron los productos esenciales que componen esas canastas como, por ejemplo, los alimentos que treparon un 42,3% en un año.

Es esa brecha la que explica la caída de 2,7 millones de personas a una situación de pobreza en el comparativo de un año atrás según las estimaciones realizadas por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) coordinado por el economista y Director del Banco Nación Claudio Lozano sobre la base de los microdatos de la EPH difundidos en los últimos días por el organismo estadístico oficial.

Es que, según el estudio, para el tercer trimestre de 2020 el 38,7% de los argentinos vivían en hogares que no reunían los ingresos necesarios para superar el umbral de la pobreza cuando, un año atrás, esa situación afectaba al 33,1% de la población.

El mismo estudio, sin embargo, pone de relieve que, en la comparación con el segundo trimestre de 2020 durante el cual la actividad económica recibió el impacto más sensible del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), se verifica una mejora sensible de los índices a partir de la flexibilización de la misma.

Es que, para entonces y siempre siguiendo las proyecciones del IPyPP, los niveles de pobreza habían llegado al 47%. Resulta necesario recordar que, por criterios metodológicos, el INDEC, realiza esa publicación bajo la forma de un promedio de corte semestral.

Así las cosas, la paulatina reactivación de las diversas actividades redujo la pobreza en 8,3 puntos porcentuales en apenas un cuatrimestre equivalentes a 3,7 millones de personas que, presumiblemente, recayeron en esa situación en forma circunstancial.

La indigencia, por su parte, retrocedió 1,8 puntos porcentuales que equivalen a poco más de 788 mil personas. Es que, señala el IPyPP, “en el segundo trimestre se habían perdido 3,7 millones de ocupaciones, de los cuales lograron recomponerse en el tercer trimestre 1,7 millones de empleos, en su mayor parte correspondientes a la informalidad”.

Con todo, para esa fecha, la pobreza todavía afectaba a 17.618.081 personas en el país.

El estudio, sin embargo, destaca que durante ese trimestre todavía se encontraban vigentes las políticas de asistencia social sobre los ingresos de la población con menores recursos como el IFE y los ATP que ya no se encuentran activas y que, por lo tanto, podrían recrudecer los datos futuros de pobreza.

Además, pone de relieve el retroceso del salario real en el último año del 2,3% promedio que llega al 6,9% para los empleados públicos como un ingrediente adicional que podría modificar nuevamente la trayectoria de esa curva.