La reforma laboral «la vamos a aprobar aunque la CGT no quiera», prometió Mauricio Macri a un auditorio de 150 potenciales inversores en Nueva York. El desafío se realizó en momentos en que comisiones técnicas de la central debatían con funcionarios de la cartera laboral los detalles del borrador que dejó circular el Ejecutivo. El jueves se reunió la Comisión Directiva de la CGT y los dirigentes buscaron desmentir los trascendidos sobre un avanzado consenso para que la ley pasara al Congreso para su consideración. 

Héctor Daer, visiblemente molesto, señaló en conferencia de prensa que «no estamos de acuerdo con la reforma laboral», aunque sutilmente aclaró «como fue presentada». Los dirigentes cargaron las tintas sobre los puntos que, según había trascendido, estarían negociando con el Ministerio de Trabajo: la definición conceptual de trabajo, el banco de horas y la reducción en el costo de las indemnizaciones. La denuncia sobre la eliminación del criterio de «irrenunciabilidad» de los derechos ha quedado en un segundo plano, en línea con el argumento del gobierno que sostiene que se trata de una condición para garantizar la seguridad jurídica necesaria al blanqueo laboral que la parte sindical reconoce acompañar.

El rechazo de los puntos que modifican la Ley de Contratos de Trabajo, sin embargo, no fue acompañado con anuncios de medidas para impedir su aprobación. En esos términos, la oposición al proyecto corre el riesgo de ser meramente formal porque, como reza el refrán, «para hacer tortillas hay que romper huevos». Los dirigentes reconocen que cualquier medida de fuerza sería evaluada una vez que la reforma pase por el Congreso. 

La única nota disonante en el discurso de los dirigentes pasa por la convocatoria al Confederal. Las motivaciones para llamar a esa cita no están del todo claras. Por un lado podría ser una instancia para resolver un plan de acción y no entregar toda la iniciativa al gobierno y, por el otro, podría perseguir el objetivo de encuadrar a las CGT regionales que han mostrado disidencias (ver recuadro).

Fuentes cercanas al dirigente de la UOM, Francisco «Barba» Gutiérrez, consultadas sobre la posibilidad de que el rechazo conlleve medidas de fuerza, señalaron que «no está nada descartado porque el Confederal lo único que hizo fue pasar a un cuarto intermedio. No tiene fecha pero (para que se reanude) sólo hay que avisar 24 horas antes».

Sin embargo, fuentes de la CATT que lidera Juan Carlos Schmid señalaron que «no está planteada para nada la convocatoria a un Confederal». Y sobre la posibilidad de que la situación derive en un conflicto reconocieron que «no hay clima para eso», dando precisiones sobre la estrategia política del triunviro: «Con las salvedades que transmitieron los técnicos y dirigentes, habrá que esperar que el gobierno presente el proyecto. La pelota está de aquel lado. De este lado ya se dijo que hay que sacar 14 puntos». 

Así las cosas, las negociaciones quedaron interrumpidas. De hecho, la semana que viene la conducción de la CGT estará en Roma y, según aseguran, ya no hay reuniones agendadas para acercar posiciones.

Ahora, para el gobierno, el desafío pasa por reunir las voluntades necesarias. La presión sobre los gobernadores en la negociación de la letra chica de la reforma tributaria y los fondos coparticipables es la vía elegida para construir una mayoría que le permita avanzar en su objetivo prioritario: la reducción del costo laboral.

Más allá de la conducción

En la última semana, diversas expresiones del movimiento obrero manifestaron su rechazo a la reforma laboral. Uno de los casos más resonantes fue el plenario de CGT regionales realizado en Cruz del Eje, Córdoba y que agrupó a las CGT de Córdoba, Río Cuarto, Villa María, Belle Ville, San Francisco, Punilla y Cruz del Eje, la Mesa de Unidad Sindical Rio Tercero y la CGT Regional Oeste (Merlo, Moreno y Marcos Paz) de Buenos Aires, que manifestaron su «absoluto rechazo» a la reforma que caracterizan como una «declaración de guerra» a los trabajadores y sus organizaciones y se declararon en estado de alerta y movilización. Además, aseguraron que «la promesa del gobierno al triunvirato de que la reforma se haría por sector ha sido un engaño mayúsculo». En un sentido similar se pronunció la CGT Santa Fe, en su caso, junto a la CTA regional.

Ambas CTA ya se declararon en «estado de sesión permanente» y anunciaron que marcharán cuando el proyecto ingrese al Congreso. Además piden «que los gobernadores hagan pública su posición, porque los están apretando». El martes, en ATE Nacional, la CTA Perón y la Coordinadora Sindical Clasista que agrupa a las conducciones del Neumático, de AGD UBA, SITRAIC y varios Sutebas opositoras anunciarán una movilización para el 6 de diciembre en rechazo a la iniciativa.