La reforma del estatuto de la CGT implicó la creación de once nuevas secretarías y tres nuevas vocalías. Así las cosas, el flamante Consejo Directivo estará integrado por 36 secretarios y 13 vocales que, con la excepción de la Secretaría General, la Adjunta y la de Finanzas, a su vez, se desdoblarán en pro secretarías para integrar una mujer de cada sindicato a su funcionamiento en supuesto cumplimiento de la ley de cupo por género.

Más allá de la justeza en la creación o desdoblamiento de tal o cual secretaría, el propósito evidente fue el de habilitar un mayor número de cargos para garantizar un Consejo Directivo capaz de integrar a todas las fracciones que militan al interior de la CGT.

A pesar de eso, el reparto de puestos y la conformación de la Secretaría General dejaron varios heridos que podrían incluso haber derivado en una fractura si no hubiera mediado en tiempo real la presión de distintos sectores del gobierno que se esforzaron por evitar una fractura dentro del peronismo a tres días de las elecciones nacionales.

Horas despues del cierre, uno de los triunviros, Carlos Acuña, ratificó la movilización pautada para el Dia de la Militancia: «Vamos a estar en la calle defendiendo al presidente», dijo. A la vez, reclamó el lugar de la CGT en «una mesa de negociación», la forma que encontraron para insistir en un pacto social tripartito.

Una tensa unidad

A horas de comenzado el Congreso de unificación, no estaba garantizada una lista única ni la presencia de todos los sectores en la nueva conducción. La ausencia física de Pablo Moyano por un cuadro febril abonaba a la incertidumbre.

Ahora, con el resultado puesto, surge una conducción en la que la posición de los sindicatos referenciados en el moyanismo y en el kirchnerismo resultó menor a lo que esperaban aunque algo superior a lo que aspiraban los Gordos y los Independientes, los dos sectores hegemónicos. El moyanismo se alzó con apenas ocho secretarías que llegan a trece con la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT) y los sindicatos alineados con Sergio Sasia del Semun. Le habían ofrecido cinco.

Es que, de movida, en el triunvirato de conducción, integrado por Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, ese sector resulta minoritario cuando aspiraba a, al menos, consagrar a Antonio Caló a expensas de Carlos Acuña, hombre de Luis Barrionuevo. La negativa del histórico dirigente gastronómico y su disposición de llevar el diferendo hasta una ruptura, derivó en una Secretaría General sin presencia de representantes de gremios industriales. Antonio Caló, ubicado más al centro y con relación cordial con el kirchnerismo, cedió y aceptó ocupar la Secretaría de Interior, ubicada en el octavo lugar mientras que Mario Manrique, del SMATA, quedó en la Secretaria Gremial, justo detrás del adjunto Andrés Rodríguez, de UPCN.

El kirchnerismo puro de la CFT logró integrar en la Secretaria Administrativa al bancario Sergio Palazzo y a un referente del sindicato de docentes privados (Sadop) como vocal,  pero no llegó a ubicar en la conducción al secretario General de Curtidores y diputado nacional Walter Correa entre los miembros del Consejo Directivo. Tampoco habían logrado avanzar en la integración de los movimientos sociales que conformaron la UTEP ni en la CTA de los Trabajadores de Hugo Yasky que, disgustado, catalogó de «guiso recalentado» a la nueva conducción.

Un dato que pasó inadvertido pero que da la pauta de qué sector impuso su voluntad fue la designación de Sebastián Maturano al frente de la Secretaría de la Juventud y, por decantación, de la Juventud Sindical (JS). La titularidad de la JS se encontraba en disputa abierta desde 2018 entre el hijo del titular de La Fraternidad y Juan Pablo Brey, del gremio de Aeronavegantes que, enrolado con el moyanismo, había renunciado a esa secretaría pero reclamaba para sí el liderazgo del agrupamiento juvenil. La decisión de ungir a Maturano hijo y ubicar a Brey en la nueva Secretaría de Deportes muestra para qué lado se inclinó la balanza luego de que el moyanismo dejara a La Fraternidad y la UTA por fuera de la Comisión Directiva de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). La decisión no alcanzó para que Omar Maturano, a horas de la elección del Consejo Directivo, se privara de vaticinar que «no durará ni seis meses».

Así las cosas, la celebrada unidad deberá atravesar varias pruebas. La primera, con relación a la base de los trabajadores que siguen esperando una recuperación del salario real. La segunda, contra la reforma laboral integral que impulsan sectores de la oposición aunque ya dio muestra de avalar reformas sectoriales, como en el caso del SMATA y el nuevo convenio con Toyota. «