La magnitud del aumento de precios mayoristas que informó este jueves el Indec es impactante. El 16% de suba en septiembre duplica a la de mayo, la más alta del año hasta ahora, y es casi igual a la suma de los tres meses previos. El acumulado desde enero es de 66,1% y en los últimos 12 meses ya alcanza el 74%. La cifra también supera en mucho a los índices del mes en precios al consumidor (6,5%) y del costo de la construcción (7,3%).

El dato revela que el país está viviendo el segundo pico inflacionario más alto de las últimas dos décadas. Para encontrar uno superior hay que remontarse a abril de 2002, en plena salida de la convertibilidad, cuando la medición dio 19,9%. En aquel año los precios mayoristas subieron 118%, pero al consumidor (en esa época el Indec sólo estudiaba el ámbito de la Capital Federal y sus alrededores) sólo llegó el 40,9%. La brecha se explica por la fenomenal recesión que hizo bajar el producto bruto 10,9%: el consumo cayó tanto que los productores no pudieron trasladar sus mayores costos al público.

Como en aquella ocasión, la medida en que estos aumentos sean validados en las góndolas dependerá del consumo, que está mostrando una caída de entre 3% y 5% con relación al año pasado. La proyección de inflación minorista para 2018 es de entre 45% y 50%. Pero hay varias razones para afirmar que el traslado se producirá, en mayor o menor medida.

  • Lo que mide el IPIM (índice de precios internos al por mayor) son en su gran mayoría los precios de bienes destinados al consumo interno, aquellos que el público adquiere en comercios y supermercados. Aunque la canasta de bienes relevados se basa en el Censo Nacional Económico de 1994, el Indec realiza actualizaciones periódicas para reflejar los cambios productivos.
  • El índice maximiza el peso de los bienes manufacturados, que significan el 73% del índice. En ese grupo están los terminados, que adquiere el público, y los intermedios, que usan las empresas como insumos para su producción. En cambio, los bienes primarios (productos del agro y de la minería sin procesos posteriores) tienen una ponderación inferior al 20% y los importados, de apenas 7%.
  • El impacto de la devaluación es clarísimo. Sólo en septiembre el dólar subió 28,1%, afectando los costos productivos de las empresas. Su correlato con los precios locales se vuelve evidente si se hace un análisis por períodos. La divisa subió 14,3% en el primer trimestre de este año, 31,1% en el segundo y 45,4% en el tercero, según datos del Banco Central. Para el Indec, los precios mayoristas crecieron en esos períodos 11,7%, 16,5% y 27,4%. Y el índice de precios al consumidor lo hizo en 6,6%, 8,7% y 14,1%. La aceleración se dio en los tres casos.
  • Esos datos son consistentes con la inflación núcleo, el concepto utilizado para seguir los bienes y servicios que no están marcados por cuestiones estacionales ni regulación estatal y que representan el 70% de la economía local. A diferencia de meses anteriores, donde los tarifazos de naftas y energía impulsaron los precios hacia arriba, en septiembre esa medición dio 7,6%, más alta que el nivel general de precios al consumidor. Esto ratifica que la aceleración del sector mayorista también está llegando al canal minorista.