La apropiación del valor agregado por clases sociales se encuentra en su momento más regresivo desde que el INDEC decidió retomar esta medición en 2016.

En 2021, las remuneraciones al trabajo asalariado representaron apenas el 43,1% del PBI cuando, un año antes, llegaban hasta el 48%. El dato surge del informe de la Cuenta de Generación del Ingreso e Insumo de mano de obra (CGII) del INDEC del cuarto trimestre de 2021. Se trata de un estudio que el Instituto había discontinuado y retomó a partir de enero de 2016.

El informe, a diferencia del de Distribución del Ingreso de la Encuesta Permanente de Hogares, refleja la participación de las clases sociales en la apropiación del producto de la economía y, por lo tanto, pone de manifiesto los grados de explotación de la fuerza de trabajo por un lado y las ganancias de los empresarios por el otro.

A diferencia de otro estudio que se conoció la semana pasada y que refleja los ingresos de las familias por deciles de la población, la CGII expone con mayor nitidez la relación entre las clases sociales. De hecho, la distribución del ingreso por EPH había reflejado una sensible disminución de la desigualdad entre 2021 y 2020. Según ese relevamiento durante el cuarto trimestre de 2021 la mediana de los ingresos del decil más rico de la población equivalía a 13 veces la mediana del decil más bajo cuando un año atrás esa relación llegaba a 18 veces.

Este nuevo informe, permite explicar esa reducción por la caída de los ingresos de los asalariados que participan del decil más alto de ingresos. Así las cosas, el sector que mejoró su situación con relación al último año ha sido el del extremo superior de la pirámide imperceptible para el desagregado de la EPH.

Fue sobre la base de aquel informe que, presuntamente, el ministro de Economía Martín Guzmán, señaló el lunes en el programa de TV conducido por Gustavo Silvestre y emitido en C5N que “en un mundo en el que creció mucho la desigualdad en la Argentina bajó en forma marcada”.

Sin embargo asistimos a la distribución del ingreso entre clases sociales más regresiva desde que se retomó la medición en enero de 2016. En aquel año, la parte asalariada explicaba el 51,8% del producto al igual que durante el año siguiente. A partir de ahí comenzó un raid negativo que llevó esa participación hasta un 47,4% en 2018, y un 46,1% en 2019. Durante 2018 la participación se incrementó levemente hasta un 48% pero sobre la base de una caída del producto en términos reales de un 9,9%.

Del otro lado, claro, la participación del excedente de explotación bruto equivalente a las ganancias empresarias se incrementó en 3,8 puntos porcentuales pasando del 43,2% de 2020 hasta un 47% en 2021.

El informe destaca también el incremento del 6,2% en los puestos de trabajo promedio que, alcanzando los 20.499.000, todavía no recuperan los niveles de 2019 cuando se registraban 20.855.000. A la hora de comparar las horas de trabajo totales surge que se incrementaron en un 18,5% en tan solo un año. El porcentaje escala al 22,2% para los asalariados no registrados y se reduce al 16,6% para los registrados.

El marcado diferencial entre horas y puestos de trabajo da la pauta de un incremento de la productividad del trabajo y, sobre todo, de la caída de los salarios en términos reales que inducen a los trabajadores a tomar un mayor número de horas semanales (extras), un fenómeno que también se puso de manifiesto en el informe de mercado de Trabajo de la EPH que, más allá de la marcada caída de la desocupación, daba cuenta de una suba sensible en los trabajadores ocupados y subocupados demandantes de empleo así como de los sobreocupados.  

A la hora de analizar la evolución de la participación de los asalariados en el producto por sectores surge que, como es costumbre, es en el sector primario donde la distribución resulta más regresiva.

Allí destaca la agricultura y la ganadería donde los trabajadores lograron apropiarse apenas un 17,1% de lo producido en 2021. La situación se agravó con relación a 2020 cuando los trabajadores rurales lograban apropiarse de un 23,3% del producto agrícola. En 2018 habían llegado a un pico del 26,4%.

Algo similar ocurre con la minería donde la remuneración del trabajo asalariado explicó apenas el 23,2% del producto sectorial cuando, en 2020 llegaba hasta el 31,4%.

En el otro extremo destacan las actividades vinculadas con el sector de servicios. En particular el sector del Transporte con una participación salarial del 58,8% (62,2% en 2020), la intermediación financiera con un 65% (56,2% en 2020) y la enseñanza privada con un 74% (75,8% en 2020).

El carácter cada vez más estructural de la pobreza se explica por el nivel decreciente de los salarios.