El 42% de los argentinos y argentinas viven en una situación de pobreza o indigencia. Se trata de 19 millones de personas cuyos hogares no logran reunir los ingresos suficientes para hacer frente a los bienes y servicios que componen la Canas Básica Total que, en febrero, llegó hasta los $ 57.997 para un hogar compuesto por dos adultos mayores y dos niños.

Se trata de 3,2 millones de personas que cayeron en esa situación en apenas un año resultado de la suba de precios y la caída de los ingresos en términos reales así como del parate de la producción.

Los datos expresan el promedio de personas pobres durante el segundo semestre del año pasado y muestran un leve retroceso con relación al segundo trimestre del 2020 que, estimaciones privadas basadas en datos oficiales (el Indec solo presenta datos semestrales), llegaron a situar en un 47% de la población.

Del mismo modo, a la luz de la evolución de los indicadores económicos del semestre analizado, es de esperar que el fenómeno se haya amortiguado de la mano de la recuperación de los últimos meses del año aunque, en vísperas de la segunda ola y con la aceleración inflacionaria de los primeros meses de este año, nuevamente la situación se haya agravado en general y en particular en los sectores indigentes que ya no se benefician con el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

Con todo, un dato relevante que permite soslayar los movimientos bruscos que caracterizan la crisis actual y evaluar el fenómeno a una escala más estratégica es el de la denominada «brecha» al interior del universo de pobres que se ha ampliado por quinto semestre consecutivo.

Se trata de la relación porcentual que existe entre el promedio de los ingresos de los hogares en situación de pobreza y el valor de la Canasta Básica Total. Dicho de otro modo, la distancia que existe entre los ingresos de los hogares pobres y los que necesitan para salir de esa situación.

Así las cosas, es un indicador que mide la consolidación de la situación de pobreza de esas personas que, en el segundo semestre de 2020, se situó en un 41,9% en la medida en que el promedio de ingresos de los hogares pobres llegó hasta los $ 29.567 mientras la Canasta Básica Total promedio del mismo grupo de hogares alcanzó los $ 50.854. Una distancia de $ 21.287 que superan el valor de un salario mínimo vital y móvil en el período que, en promedio se situó en $ 18.178.

En el segundo semestre de 2018 ese valor se situaba en un 38,9% y fue ascendiendo cada semestre de la mano de la pérdida del poder adquisitivo del salario en general, la desocupación y el salario mínimo vital y móvil en particular del cual dependen, a su vez, gran parte de los haberes propios de los programas dependientes del ministerio de Desarrollo Social y de la cartera laboral.

Es que, mientras en enero de 2018 el valor del salario mínimo vital y móvil equivalía a un 56% de la Canasta Básica Total, en diciembre de 2020 representaba apenas un 38%. En enero de 2017 esa relación llegaba a un 60%.

De esta forma al crecimiento incesante de la pobreza en la Argentina se le suma un empeoramiento sistemático de las condiciones de vida de las personas que son pobres consolidando esa situación.

Por el lado de la indigencia, que entre el segundo semestre de 2018 y el de 2020 escaló del 6,7% de las personas hasta un 10,5%, también se verifica un incremento sensible de la brecha entre los ingresos promedio y la Canasta Básica Alimentaria (CBA) que reúne los alimentos que necesita una persona para reunir las calorías que biológicamente necesita para sobrevivir. Es que, mientras en ese semestre de 2018 la relación entre los ingresos promedio de ese segmento y el límite de la indigencia resultaba un 38,3%, en la actualidad llega hasta el 40,4%. 

La perspectiva de corto plazo no parece ser alentadora en la medida en que, en los primeros dos meses de este año, el valor de la CBA acumula una suba del 8,4% mientras que la CBT se incrementó un 7%. Las estimaciones difundidas por las consultoras privadas dan cuenta de una suba de precios para marzo de este año de entre un 3,8% y un 4% que, en algunos casos, se estiran hasta un 4,5% para el rubro alimentos y bebidas. Se trata de una inflación acumulada del orden del 12% cuando, el salario mínimo (y los haberes que de él dependen), entre diciembre de 2020 y marzo de este año habrá subido un 5 por ciento.

Con estos datos, para que se cumpla la pauta inflacionaria del 29% fijada por el presupuesto y a partir de la cual el gobierno busca actualizar salarios y haberes, la inflación mensual promedio de abril a diciembre debería derrumbarse hasta un 1,7%. Los pronósticos de las consultoras privadas que difunde el Banco Central a partir del Relevamiento de Expectativas del Mercado indican una mediana de inflación para todo el año del 48,1 por ciento. «


En abril, subirá el mínimo

Así como en 2020 la conformación del Consejo del Salario que tradicionalmente se reúne en el mes de julio se atrasó hasta octubre de ese año, las autoridades de la cartera laboral hicieron saber que este año esa discusión se adelantará al mes de abril en curso.

El haber que se sitúa en los $ 21.600 desde marzo de este año resignó fuertemente su poder adquisitivo toda vez que hoy representa el 37,2% del valor de la Canasta Básica Total cuando, en enero de 2017 llegaba hasta el 60% de ese valor. Así las cosas, a diferencia de lo que ocurría apenas tres años atrás, un hogar que percibe dos salarios mínimos no logra reunir los ingresos necesarios para salir de la pobreza.

La actualización del haber impacta sobre los montos de los beneficios de los programas sociales, sobre el mínimo docentes y el haber mínimo jubilatorio.