Un laboratorio de lo que vendrá en el país en términos de resistencia social al ajuste. Así pueden ser leídos los últimos diez días de la Argentina, lapso breve pero intenso en el que se encadenaron hechos políticos de una dimensión imposible de soslayar hasta para los medios que intentan colaborar con el gobierno. La concentración del 25 de Mayo «La Patria está en peligro», convocada por los actores pero que tenía detrás a la Multisectorial #21F (CTA de los Trabajadores, CTA Autónoma, Corriente Federal de los Trabajadores, Camioneros); la aprobación en el Congreso de la ley anti-tarifazo; y la Marcha Federal por Pan y Trabajo de los movimientos sociales, que llenó una Plaza de Mayo reciclada y buena parte de sus alrededores, reflejaron que la Casa Rosada no la tendrá fácil para imponer el acuerdo con el FMI y lograr que se vote el próximo Presupuesto 2019, en el que intentará trasladar un durísimo ajuste a las provincias. La combinación representa un riesgo para Cambiemos. Al mismo tiempo muestra que el agravamiento precipitado de la situación económica y el deterioro del consenso en torno al macrismo impactan en los ámbitos sindical, social y legislativo. Y hasta trastocan los planes de administración de los tiempos a los que son proclives algunas dirigencias sectoriales. Esto explica por qué esta semana –en rigor, mañana a las 16– la CGT vivirá otro momento de tensión interna cuando las regionales de la central respondan a una autoconvocatoria y se presenten en el salón Felipe Vallese del edificio de Azopardo para exigir un paro en la primera quincena de junio (ver página 8).

  La presión por decretar un paro que no se postergue hasta el inicio del Mundial sobrevoló durante el acto que encabezó en Plaza de Mayo el triunvirato de las organizaciones sociales: CTEP, Barrios de Pie y Corriente Clasista Combativa. El viernes, dos de los tres miembros del triunvirato cegetista –Héctor Daer (Sanidad) y Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento)– participaron de la marcha encolumnados con varios gremios y detrás de una bandera de la Juventud Sindical. Aunque en un primer momento se descontaba que ambos subirían al palco, Daer y Schmid permanecieron en la esquina de Belgrano y Entre Ríos junto con esa columna sindical. Se descuenta que quisieron evitar los reclamos de «paro general, paro general» o alguna reedición del «poné la fecha» que pudieran llegar –a los gritos– desde la multitud al escenario. 

La polémica por apretar el acelerador tras el decretazo que vetó la ley de Emergencia Tarifaria, o administrar los tiempos frente a un gobierno que atraviesa su peor momento, no sólo recorre a la CGT. Desde los movimientos sociales también comprobaron de primera mano cómo la velocidad y la incertidumbre de los acontecimientos modificaban el eje de la Marcha Federal por Pan y Trabajo, una protesta de extensión nacional que venían preparando desde hace meses: las caravanas habían arrancado de Jujuy, Misiones, La Rioja, Río Negro y Tierra del Fuego. La idea original era marchar al Congreso para acompañar con un masivo apoyo popular la presentación de los cinco proyectos de ley que reclama la CTEP: Emergencia Alimentaria, Urbanización de Barrios Populares (cuyos firmantes son, extraña paradoja de la política, la ministra Carolina Stanley y los diputados de Cambiemos Nicolás Massot y Elisa Carrió), Infraestructura Social (que establece que el 25% de la obra pública nacional deba ser realizado por cooperativas de trabajo), Agricultura Familiar y Ley de Adicciones. Otro reclamo de la CTEP es que se cumpla con el contenido de la ley 26160, de reparación histórica sobre pueblos originarios, cuya prórroga hasta el año 2021 fue aprobada el año pasado. 

Aunque el objetivo inicial de la Marcha era mostrar la urgencia y el acompañamiento que tienen las demandas de los trabajadores más pobres del país –y por eso el lugar elegido era el Congreso-, lo imprevisto de la coyuntura forzó a cambiar el escenario. Entonces se puso rumbo a la Plaza de Mayo. Y lo político se impuso sobre lo sectorial, aunque sin excluirlo. En diálogo con Tiempo, el secretario general de la CTEP, Esteban “Gringo” Castro, describió la mutación de las últimas semanas. “Nosotros empezamos a charlar la idea de la marcha antes de que viniera el cimbronazo de la fuga de capitales y el acuerdo con el Fondo. Nuestra idea era movilizarnos en apoyo de las leyes del sector que representamos. Por eso iba a hacerse en el Congreso. Pero en el medio llegó lo del Fondo. Y si ellos implementan este ajuste, no sólo no le van a dar bola a nuestras leyes, sino que además van a reducir las leyes existentes. Por eso la pelea es contra el ajuste. Fue en el marco de todo este proceso que la marcha excedió los reclamos del sector”, explicó. De hecho, en el triunvirato social que encarnan CTEP-BdP-CCC ya empezaron a notar algunos indicios inquietantes. “Están dilatando el pago de las cooperativas de vivienda y acortaron el plazo para la renovación del convenio de los comedores”, contó Castro. «