La cruzada antiinflacionaria de Federico Sturzenegger al frente del Banco Central no solo está dejando huellas en la economía real sino que puede convertirse en una bomba de tiempo para los próximos meses. En su visión monetarista, la entidad continúa retirando grandes volúmenes de dinero de los mercados, aun a costa de trabar la recuperación de la actividad, entendiendo que el exceso de liquidez fomenta el alza de los precios. Pero el costo de esa maniobra que busca cumplir las metas de inflación pautadas para este año es la emisión de títulos, que en la última semana quebró todos los records: ya hay más de un billón de pesos sobre los que el BCRA está pagando una alta tasa de interés.

Según el informe monetario diario del último viernes, al 23 de mayo había $ 858 mil millones en Lebac (Letras del Banco Central), herramienta ofrecida a inversores de todo tipo, más otros $ 143 mil millones en pases colocados en bancos y entidades financieras. En total, $ 1,001 billones. La cifra equivale al 10% del Producto Bruto Interno y es casi el doble de los $ 562 mil millones de un año atrás. Como referencia, la base monetaria (la suma de los billetes y monedas en poder de particulares y entidades financieras más los depósitos en cuenta corriente) es de $ 767 mil millones.

Para hacer atractivos esos títulos y lograr su objetivo de retirar circulante, el BCRA los recompensa con tasas muy altas. Los pases a siete días tienen un rendimiento de 26,25% anual (hasta comienzos de abril estaban un punto y medio por debajo) y las Lebac pagan un interés similar aunque el plazo en promedio es de 35 días. El monto así generado es conocido como déficit cuasifiscal: es el resultado financiero de las operaciones del banco.

Aunque los pagos por intereses no figuran en los balances del BCRA, un estudio de la Universidad de Avellaneda (Undav) les puso números, tomando en cuenta la masa de títulos existente y la tasa que se pagaba en cada momento, que llegó a ser de 38 por ciento. Según el Observatorio de Políticas Públicas de ese centro de estudios, en 2016 se pagaron $ 74.071 millones, un 165% más que el año anterior. En lo que va de este año (menos de cinco meses) ya se abonaron $ 66.021 millones. Para entender la magnitud de esta última cifra, el informe de la Undav da algunos ejemplos: se podrían construir 528 escuelas de 5000 metros cuadrados totalmente equipadas, o 4547 jardines de infantes públicos, o 110 hospitales de alta complejidad, o multiplicar por 24 el presupuesto del Conicet. En lo que va de la gestión Sturzenegger, el stock total de deuda de corto plazo del Banco Central creció un 140% y los intereses pagados equivalen al 4% del PBI.

Sin embargo, ese dinero no va a alimentar la economía real ni a mejorar las condiciones de vida de la población, sino a premiar la bicicleta especulativa. «(Este) negocio financiero de alto rendimiento y con pocos riesgos, tiene sus efectos adversos en la economía real. Los acreedores (mayormente provenientes del exterior) cambian sus dólares por pesos para comprar Lebacs, y contando con un dólar relativamente estable, a partir del día 36 pueden cobrar los intereses y la suma invertida, volver a cambiarlos en dólares y llevarse una ganancia», señala el estudio de la Undav.

Desde el punto de vista teórico, para levantar esas deudas el BCRA debería vender reservas o bien emitir moneda. En la práctica, lo que hace es refinanciar los títulos, emitiendo otros nuevos por montos equivalentes. Pero los volúmenes tan grandes convierten al Central en rehén de su propia criatura. ¿Cómo evitar, por ejemplo, que los dueños de los $ 400 mil millones en Lebacs que vencen el mes que viene se pasen al dólar, si para esa fecha se agudiza la incertidumbre política en Brasil y la divisa vuelve a tomar impulso? «Una escapada hacia los dólares de esa magnitud puede dilapidar las reservas del BCRA, dejando en aprietos al mismo a la hora de pagar los intereses de la deuda externa», dice el informe de la Undav, haciendo referencia a que el stock de títulos supera en 20% las reservas internacionales, que llegan a U$S 48 mil millones. Mientras tanto, la entidad sigue generando deudas para premiar a ese 10% del PBI colocado en la bicicleta financiera. «

La opinión de Sturzenegger, de ayer a hoy

Hace tres años, cuando era diputado nacional por el PRO, Federico Sturzenegger escribió una nota de opinión en el diario La Nación, bajo el título «Sin gestión no hay solución», donde alertaba sobre los riesgos del déficit cuasifiscal. Fue en el marco de sus críticas a la política monetaria del gobierno de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner: «Como la emisión se fue acelerando, la inflación siguió en alza», denunció en el artículo. Luego alabó a Juan Carlos Fábrega, quien había asumido al frente del Banco Central, por contraer el circulante y permitir que el dólar se devaluara un 30%. Pero advertía: «El problema es que la alta tasa de interés que paga el Banco Central se convierte en un proceso de generación de inflación futura. Si el Central ya colocó títulos por el equivalente al 30% de la cantidad de dinero, que pagan una tasa de 30%, habrá que emitir cerca del 10% de la cantidad de dinero… ¡Solo para financiar estos intereses!». Ahora que es presidente del BCRA, Sturzenegger colocó títulos por el 130% de la base monetaria y si tuviera que financiar sus intereses, debería emitir más del triple de lo que le criticaba a Fábrega. Para no imprimir billetes, eligió seguir endeudándose.

Aquel Plan Bonex

En 1989, para evitar una corrida de los plazos fijos al dólar, el gobierno de Carlos Menem lanzó el Plan Bonex: confiscó los depósitos y los canjeó por bonos a 10 años. Según estimaron Luis Giorgio y Ricardo Rivera para la Cepal, el déficit cuasifiscal del BCRA era entonces de U$S 1.720 millones, muy inferior al actual.