Se desarrolla en Mar del Plata el 58° Coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) que históricamente reúne a los CEO’s de las principales empresas nacionales y extranjeras que operan en el país.

En esta oportunidad el lema de convocatoria es “Ceder para crecer”. El comité organizador, sin embargo, aún no aclara qué sector debería ser el que resigne parte de sus ingresos para viabilizar y estabilizar un nuevo ciclo de crecimiento económico. Sin embargo, ese ámbito, siempre ha sido una tribuna de reclamos empresarios tendientes a reducir las regulaciones estatales en la economía en general y, en particular, tanto la denominada presión tributaria que, siempre, resulta “asfixiante” y los costos y regulaciones laborales que «ahuyentan las inversiones».

Un estudio realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) basado en datos oficiales del INDEC recolectados en la Encuesta Nacional de Grandes Empresas (ENGE) pone de relieve una profunda paradoja entre los pronósticos que los mismos empresarios realizan año tras año, sus posicionamientos políticos, sus propuestas de política económica y la realidad de sus propias facturaciones.

Por caso, entre 2012 y 2015 un 50% de los empresarios de IDEA pronosticaban una reducción de sus rentabilidades y apenas un 20% se mostraba optimista. Entre 2015 y 2019 la dinámica de las expectativas empresarias resultaba inversa toda vez que el 50% esperaba una mejora en sus rentabilidades. La realidad demostró una dinámica inversa en la medida en que, las 500 principales empresas obtuvieron rentabilidades promedio entre 2012 y 2015 de U$S 21.063 millones mientras que, en el período posterior, sus rentabilidades se redujeron hasta los U$S 16.035 millones promedio en períodos en los que precisamente se aplicaron las políticas que el propio Coloquio sugiere año tras año. Se trata de una caída del 24% en sus ganancias promedio.

Es que, según el informe del INDEC, las ventas de las primeras 500 empresas de Argentina para el periodo 2012- 2019, en promedio, llegaron a los US$ 240.334 millones por año que se explican por un promedio de US$ 258.767 millones entre 2012 y 2015 y de US$ 221.901 millones entre 2016-2019. En concreto, y contra los pronósticos de los mismos empresarios, las 500 empresas más grandes ganaron más bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner que durante el período de Mauricio Macri.

Pero incluso la tasa de explotación que mide la rentabilidad empresaria con relación al salario de los trabajadores resultó superior durante el período de CFK que bajo el macrismo en la medida en que esas empresas obtuvieron una ganancia promedio anual por trabajador de US$ 25.678 mientras que, entre 2016-2019, la ganancia por trabajador cayó a los USD 19.274 promedio. A la vez, destacan, el volumen de las cargas sociales y los sueldos sobre el volumen decreciente de las ventas de las empresas industriales durante el período que va de 2017 a 2022 se redujo desde el 20,9% al 16,1% en 2022.

Este escenario, además, no se condice con la supuesta correlación entre rentabilidad empresaria y presión impositiva. De hecho, las ganancias extraordinarias que lograron las empresas durante el último mandato de CFK se produjeron en el marco de una presión impositiva equivalente al 12,1% del valor bruto de producción promedio en la etapa mientras que, la caída de ese porcentaje hasta un 10,2% durante el macrismo, no se tradujo, como ya se dijo, una mejora en la rentabilidad empresaria.

Otro de los temas en los que recurrentemente los empresarios de IDEA ponen el foco es en el denominado “costo del despido” para el cual reclaman por una reforma laboral. Sin embargo, el volumen de las indemnizaciones sobre las ventas se ubicó en apenas un 0,6% promedio para el periodo 2016-2020.

Un dato curioso es que, a diferencia de la mayoría de los presidentes, CFK nunca participó del Coloquio de IDEA en sus ocho años de mandato. Al revés de lo ocurrido con el tristemente célebre ministro de economía del gobierno de Raúl Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, podría decirse que Cristina Fernández de Kirchner «les habló con la billetera» pero le «respondieron con el corazón».