Las importaciones energéticas están creciendo al ritmo del 200% contra el año pasado. Lo alertó el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, ayer en declaraciones radiales. El salto se da por cantidades (72,6%), pero más por precios (73,8%), según el último informe de intercambio comercial del Indec. Así, ahondan la preocupación por la falta de reservas en el Banco Central.

Para Nicolás Arceo, economista y director de la consultora Economía y Energía, estas importaciones energéticas «son relevantes en términos de déficit externo en 2022, pero no son el único factor». Sin embargo, las compras externas de energía mantienen dos peculiaridades imposibles de soslayar: el gas y el petróleo son recursos esenciales para la producción y los hogares; y sus precios de importación están atados a la volatilidad generada por el conflicto bélico de Rusia y Ucrania, que no encuentra final.

En diálogo con Tiempo, Arceo observa que ya se cancelaron las compras necesarias de gas natural para este invierno, pero las importaciones de energía podrían superar los U$S 12 mil millones. El 80% se concentrará entre las compras de gasoil, GNL y gas natural. En tanto, el rojo en la balanza comercial cerraría este año entre los U$S 4000 millones y los 5000 millones.

Para la consultora Equilibra, liderada por Martín Rapetti, el escenario es menos optimista y calcula que el déficit escalará a los U$S 6000 millones. De acuerdo con la consultora, este ítem podría condicionar las tres metas de desempeño que contempla el acuerdo con el Fondo Monetario: déficit primario equivalente al 2,5% del Producto Bruto Interno (PBI), acumulación de reservas por más de U$S 5800 millones y asistencia del BCRA al Tesoro con emisión monetaria menor a un 1% del PBI.

Sobre el gasto público, agrega Arceo: «Todo el déficit primario está marcado por el sector energético».

Alarmas encendidas

Solo la importación de GNL enciende las alarmas. Según Nicolás Malinovsky, director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (Oecyt), en 2021 se importaron 56 barcos de GNL a un precio promedio de U$S 8,33 por millón de BTU (MBTU, unidad de medida comercial), que representaron U$S 1100 millones aproximadamente. En cambio, en 2022 «se estima que la importación de GNL represente al menos U$S 4000 millones de dólares, sobre un cálculo de aproximadamente 65 barcos» para las dos terminales de regasificación: Escobar y Bahía Blanca. Las cifras no contemplan ni los pagos por gasoil ni por importaciones a Bolivia.

Incluso, cuenta a Tiempo el economista Sergio Chouza que en los últimos días se pagó entre U$S 100 mil y 200 mil para importar energía de forma «cash contra culata de barco», aunque asegura –y coincide con el BCRA– que fue «un adelantamiento» y que no hay que extrapolarlo linealmente, «aunque los valores sí son preocupantes.»

Según Equilibra, se esperan U$S 52.052 millones en exportaciones de los principales complejos agroindustriales, un 13,7% más que en 2021. De todos modos, si los dólares del campo podrán remontar el déficit que genera la balanza energética o no, es una incógnita que persiste.

En este sentido, Eduardo Fernández, docente de la UBA y especialista en hidrocarburos, considera que la construcción del Gasoducto NK, «con sus 40 millones de metros cúbicos diarios que estarán disponibles, es imprescindible» y que, a partir de su puesta en marcha, será interesante «pensar en reorganizar el flujo del Gasoducto Norte» para abastecer la demanda que hoy suple Bolivia y así, ahorrar divisas. «Igualmente, en tanto no haya dólares, en el peor escenario hay que pensar en cortes programados o pedirle a la industria que produzca menos, así se administra la energía entre usuarios y comerciantes», advierte Fernández. «Las inversiones energéticas requieren de una gran logística solo para tres o cuatro meses, luego las tenés paradas. Por eso, hay que resolverlo buscando mercados internacionales para exportar el gas que sobra», explica el especialista uno de los motivos de las demoras históricas en llevar adelante este tipo de infraestructuras.

Con respecto al gasoil, Guillermo Lego, gerente general de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (CECHA), celebra la última decisión del gobierno de elevar del 5% al 7,5% el porcentaje de mezcla de biodiesel con gasoil y por 60 días hasta 12,5%, a los fines de suplir importaciones, aunque requirió de incrementar el precio del combustible un 12% promedio en todo el país. También marca como «positivo» el anuncio de créditos fiscales para petroleras que busquen compensar las pérdidas entre las importaciones y las ventas a precio local de combustible.

Por último, en cuanto al petróleo, la consultora Economía y Energía estima que podrá generar algo de aire en el BCRA por representar alrededor del 53% de las exportaciones del sector, estimadas en casi U$S 8000 millones.

Para la Argentina, que se caracteriza por una alta dependencia de los hidrocarburos en su matriz energética (84%), principalmente del gas natural (55%) y luego del petróleo (29%), dice Malinovsky que «se debe trabajar en la integración latinoamericana, como bloque energético, ya que es muy difícil sortear las barreras que el sistema impone a los países en vías de desarrollo, como el nuestro». «

Revertir una caída de 20 años

Un informe interno que maneja la Secretaría de Energía retrata algo de historia: la producción de hidrocarburos viene cayendo desde fines de la década de 1990, cuando Argentina era un país exportador pleno, para luego convertirse en un exportador puntual pero con récords de importaciones de gas (2014) y de petróleo (2017), necesarias para cubrir demanda de energía estacional. En ese período, la industria atravesó diversas situaciones, desde la privatización de YPF y Gas del Estado en 1992 y la posterior expropiación en 2012. Con el fin de responder a la problemática energética y de divisas, se lanzaron dos iniciativas importantes: el Plan Gas, en octubre de 2020, mediante el cual se subastan volúmenes y contratos a mediano plazo, y la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner, que busca ampliar la oferta de gas en los centros de consumo del país y posibilitar más exportaciones.