Las aerolíneas de bajo costo van a entrar al mercado argentino como fuere. Aunque en los primeros años vayan a pérdida. La agresividad que implementen para hacerlo va a ser directamente proporcional a los obstáculos que presente la plaza argentina. Esa es la estrategia habitual y en este caso también la van a desarrollar a rajatabla.

Un ejecutivo aerocomercial chileno lanzó la cruda advertencia a empresarios argentinos del autotransporte de pasajeros de larga distancia que cruzaron la Cordillera días atrás para interiorizarse sobre la experiencia de las low cost en el país trasandino.

Los argentinos fueron a Chile con dudas y volvieron con preocupaciones. En primer lugar, con respecto al Ministerio de Transporte, al que le atribuyen «desprolijidades» que terminan favoreciendo a las aerolíneas. En segundo lugar, porque ven que las low cost aprovechan la confusión para avanzar sobre el mercado de los ómnibus de larga distancia que el año pasado movilizó nada menos que 38 millones de pasajeros con una plantilla laboral cercana a los 20 mil empleados.

Para mantenerse en el escenario que viene, los autotransportistas piden cambios legislativos que les permitan reestructurarse y abaratar costos. Y dicen que el gobierno prometió esos cambios pero nunca avanzó. Y además en el ambiente circula el rumor de que en enero dejará de asignar los subsidios que reciben las empresas, otro ingrediente que propulsa la tensión.

Pero los colectivos de larga distancia no son los únicos que buscan reestructurarse. A fuerza de recortes presupuestarios, la aérea nacional Aerolíneas Argentinas presentó recientemente un nuevo concepto de vuelo que por sus características se asemeja al que llega al país con las low cost.

La línea planea aumentar un 12% el transporte de pasajeros en 2017, aunque la administración de Isela Costantini recortará el servicio de refrigerio y estudia vender los productos que las empresas ofrecían tradicionalmente sin costo, indicó a Télam el director comercial, Diego García.

En el mundo aerocomercial aseguran que los anuncios de Aerolíneas «fueron apresurados» y atribuyen el apuro al intenso lobby de las low cost en el gobierno nacional. Fruto de la misma presión, aseguran, es la audiencia pública que se anunció para el 27 de diciembre, donde las interesadas en operar localmente en el formato bajo costo demuestren sus avales.

Las firmas que se candidatearon para operar son Avian Líneas Aéreas, asociada a la colombiana Avianca; Fly Bondi; American Jet; Alas del Sur y Andes Líneas Aéreas.

Alas del Sur solicitó autorización para volar 21 destinos entre locales, regionales e internacionales; American se postuló para 13 destinos entre locales y regionales; Andes requirió autorización para volar siete rutas entre locales y regionales; Avián, otras 16. La nota distintiva corrió por cuenta de Fly Bondi, que solicitó permiso para 99 destinos.

A pocos días de la audiencia, exceptuando el caso de Andes, que opera en el país hace diez años, y Avian, que está vinculada a Avianca, la composición accionaria del resto de las empresas que piden las rutas aéreas está en secreto, de acuerdo con lo que informó la ANAC. Incluso algunas carecen de los aviones necesarios para operar.

La gerenta comercial de Andes, René Strunger, informó que en caso de conseguir las rutas la empresa alquilará aviones para cumplir con el servicio. No obstante, comenzó a operar low cost el lunes pasado con dos vuelos diarios a Córdoba mientras que el 2 de enero abrirá uno a Mar del Plata, dos destinos que tenía asignados desde años previos. «Ahora tenemos un mercado liberado –destacó Strunger– que permite lanzar una tarifa baja a la que se agregan costos adicionales si el pasajero gusta». Uno de los objetivos, aseguró, «es apuntar al mercado de los ómnibus de larga distancia». Para volar a Córdoba, Andes cobra entre $ 1573 y $ 2003, un precio similar al que cobran los micros. El 27 es la fecha clave. Después, la entrada. Como fuere. «