En la década del ’90, el documentalista Emilio Cartoy Díaz editó un formidable compendio de los engaños pronunciados por el gobierno menemista. Lo tituló Las Patas de la Mentira, y constituyó una contundente instantánea de época. 

Ahora que Cambiemos parece empeñado en hacer una remake de aquella década (relaciones carnales con EE UU y el FMI incluidas), quizá sea útil recuperar el ejercicio de Cartoy. 

La conferencia de prensa post crisis cambiaria que el presidente Mauricio Macri ofreció el miércoles en Olivos fue un muestrario de las partes que componen el relato oficial: voluntarismo, imprecisiones, verdades a medias y, también, mentiras.

«En ningún lugar del mundo se les cobran impuestos a los que exportan», dijo por caso el mandatario, para justificar la anulación de las retenciones al campo y a la minería. El dato, claro, es incorrecto. Según el último informe disponible del Banco Mundial, unos 40 países aplican impuestos a las exportaciones. Algunos de manera permanente, otros según la coyuntura económica y geopolítica. Es evidente que al presidente, cuanto menos, lo informan mal. 

La quita de las retenciones fue una de las primeras medidas que tomó el gobierno, pero recobró actualidad con la crisis cambiaria que dejó un tendal de precios en alza, salarios en baja y pymes al borde del abismo. 

Aquella concesión al campo contribuyó a la corrida ¿Cómo? Simple: al programar una reducción de 0,5% mensual en las retenciones a la soja para este año, el gobierno generó un horizonte de ganancia adicional del 6% en dólares para quienes retengan la cosecha. Eso explica por qué productores y acopiadores demoran en vender, profundizando el faltante de divisas y propiciando una devaluación que, por cierto, incrementó más las ganancias de las agroexportadoras.

El gobierno –integrado por varios productores sojeros– generó ese negocio redondo. ¿Lo sabía Elisa Carrió cuando reclamó que los productores liquidaran sus cosechas? Ahora lo sabe.

Tras el sofocón cambiario, el Ejecutivo estudia cambiar el mecanismo de aplicación de la disminución de las retenciones para forzar que los productores aceleren la liquidación. La modificación, si ocurre, ayudaría a aliviar el panorama cambiario, pero no modifica la cuestión de fondo: el gobierno no piensa acelerar la reducción del déficit (como le exige el Fondo) aumentando ingresos con tributos progresivos que recaigan sobre los que más ganan. Para Macri y su equipo, la única opción es el súper ajuste que, como es usual, recaerá con más peso sobre los más vulnerables.

Total normalidad. «