Las petroleras que operan en la Patagonia realizaron un ultimátum: si no se bajan las horas de trabajo de 12 a 8 por jornada, con la consiguiente reducción salarial, procederán a los despidos de personal. Esta posición es compartida tanto por las operadoras como por las contratistas. Están en juego, según denuncian las representaciones sindicales, 5000 puestos de trabajo.

Esta pulseada es la que marca en la actualidad los choques entre empresas, sindicatos, gobiernos provinciales y el gobierno nacional y que paraliza la discusión en la paritaria nacional petrolera.

En el ámbito oficial no hay una posición unificada. De un lado hay bronca por los constantes reclamos de las empresas petroleras, a las que se les dieron subsidios especiales durante el verano para que no despidieran trabajadores y pudieran exportar con un precio garantizado, lo que le ha costado al erario público más de U$S 1500 millones. Por otro, se las mira como un factor que puede contener el reclamo sindical y colaborar en detener o ralentizar la anunciada convulsión social que pronostican desde los sindicatos más combativos de la Patagonia.

En las petroleras, en cambio, reina una llamativa unidad discursiva, algo raro en un sector caracterizado por las divergencias. “Es que estamos todos con la soga al cuello”, dijo un referente empresario quien justificó el pedido de rebaja salarial en las dificultades generadas por un precio internacional del petróleo que desde hace un año no supera los U$S60.

El empresario agregó que “si no se reduce el salario ante una baja de la carga horario, estaríamos en presencia de un incremento desmesurado de los salarios” ya que, agregó, “ahora se vienen las paritarias”.

Las compañías aseguran que con tres turnos de ocho horas cada uno podrían evitar los despidos masivos, en un contexto de fuerte recorte de las inversiones por el bajo precio del petróleo.

Por el lado sindical, las cosas no son tan homogéneas. Existen fisuras entre los dos sindicatos más poderosos de la Patagonia, el que representa a los petroleros de Neuquén, Río Negro y La Pampa y conduce el senador del Movimiento Popular Neuquino, Guillermo Pereyra, y el del Petróleo y Gas Privado de Chubut, bajo el liderazgo de Jorge Ávila. Los sindicatos habían acordado presentar un pliego único de cara a la paritaria nacional, pero a última hora, según relatan desde Chubut, Pereyra se bajó.

No obstante el bache, Chubut resolvió seguir el reclamo salarial que había hecho antes Neuquén, de una suba del 40% más una suma puente hasta que se acredite el cobro, de $8000.

En el medio, los chubutenses hicieron su enorme movilización en Comodoro Rivadavia demostrando su poder de fuego al concentrar tras el reclamo petrolero a trabajadores de los más variados sindicatos. Pereyra, en cambio, acató una conciliación obligatoria en la previa a la marcha que convocó para el lunes 22, la que está todavía vigente.

Ávila explicó que “nos quieren llevar a una discusión global. Nosotros les dijimos que podemos discutir la reducción de la jornada laboral pero si se aplica en todas las operadoras. Nosotros antes que discutir una reducción en la jornada laboral, queremos ver el tema del salario».

Para Pereyra, “si se tocan los salarios, el conflicto será mayor que con los despidos”. La advertencia de Pereyra no deja de ser extraña toda vez que el nuevo régimen laboral que reclaman las empresas se basa en la reducción salarial con la excusa de que así se evitarán los despidos. Lo cierto es que en la Patagonia ya se perdieron unos 2500 puestos de trabajo en la industria petrolera desde fines del año pasado.