«Para evitar intervenir ante la clara concentración que existe en casi todos los mercados, los partidos políticos prefieren regular cómo se presentan los artículos en la góndola del súper. Así no cambia nada». La frase, de un economista vinculado a las grandes cadenas de supermercados, expresa el que quizá sea el ángulo más crítico del proyecto de ley de góndolas, que obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados el miércoles pasado.

Es que al texto legal se le han adjudicado varias virtudes: la de llevar la competencia al lugar mismo donde está el consumidor y, por esta razón, que el alza de los precios se morigere o se reduzca; y al mismo tiempo, la posibilidad de que las pequeñas y medianas empresas puedan ofrecer sus productos.

El señalamiento del economista, sin embargo, cuestiona la base de esas ideas. Con un universo productivo altamente concentrado -tanto en lo que hace a la producción de insumos como el acero, el aluminio, el plástico y la celulosa, como en la de los bienes de consumo- la opción de regular en la góndola lo que no se quiere regular en la economía, incluido el propio comercio minorista, aparece como un atajo de difícil cumplimiento.

Según algunos cálculos, cinco grandes empresas productoras de bienes de consumo masivo concentran el 80% de las ventas de los supermercados. Al mismo tiempo, en los supermercados (mayoristas y minoristas) se vende el 50% de los productos de consumo masivo.

El texto legal ha polarizado las posiciones: de un lado, algunas asociaciones de pymes y economistas que creen que de esta manera se beneficia la competencia y al consumidor; del otro, los supermercadistas, los fabricantes de productos de consumo masivo y analistas que consideran que el proyecto no tiene ninguna virtud.

Celina Calore, economista del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), observó que «la nueva ley permitirá la desconcentración de las góndolas que ejecutan las principales marcas ya que una misma empresa no podrá tener más del 30 por ciento del total de la góndola. De esta forma, el cupo visibilizará otras marcas y también le dará un lugar a los productos regionales, de cooperativas o de pymes».

Pero para que las pymes o las cooperativas puedan aprovechar la oportunidad para ocupar el espacio vacío que habrá en la góndola, deberán empezar un proceso que hasta ahora no conocen: convertirse en proveedores de los supermercados. Como la ley propuesta no define la relación entre los supermercados y sus proveedores, podría darse un eventual bloqueo de los nuevos. La imagen de las góndolas semivacías podría ser un golpe a la consolidación de la ley.

El texto cuenta con media sanción y aún debe superar la aprobación del Senado, donde no es tan claro que sus impulsores cuenten con mayoría como para aprobarla.

Según Calore, «la regulación de las góndolas le permitirá al consumidor poder elegir otras marcas con mejores precios pero que no conocen porque las marcas de mayor poder de mercado concentran su atención».

Oposición

Calore observó, además, que con la ley cambiará la negociación entre privados sobre los usos de las góndolas. «La ley da un marco general al que se deberán adecuar las empresas», indicó.

Martín Cabrales, dueño de la firma proveedora de café del mismo apellido aseguró ayer que la ley «es muy difícil de aplicar porque establece porcentajes dentro de la góndola que tendría que tener cada empresa o sector productivo y el lugar donde tienen que ubicarse los productos. Prácticamente, tendría que haber un escribano por sucursal para ver si se está cumpliendo la ley».

Para Ricardo Zorzón, presidente de la Cámara Argentina de Supermercados, «esto ya está legislado. El gobierno debería evitar la posición dominante en la economía y no meterse con los supermercados».