Algo no cierra. El lunes 8, la Comisión Nacional de Valores (CNV) autorizó la emisión de Obligaciones Negociables (ON), valores fiduciarios y cuotapartes de Fondos Comunes de Inversión (FCI) denominadas en UVA o UVI y con una vida no menor a 24 meses.

La norma era esperada por los bancos para poder comenzar a desprenderse de las hipotecas en UVA que comienzan a acumular desde el año pasado.

La teoría dice que de esta forma, las entidades financieras, al vender esas hipotecas, podrán fondearse a largo plazo –tanto como el de las hipotecas- y así mantener el giro de la rueda de las mismas.

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Pero el hecho de que esos instrumentos financieros puedan concluir su vida en apenas dos años no permite establecer con claridad que el objetivo del fondeo a largo plazo se haya concretado.

¿Cómo funciona el mecanismo que aprobó la CNV? El banco acumula promesas de pago en forma de hipotecas UVA, que indexan tanto el capital como el interés con el índice de inflación. Los bancos reclamaron que, para hacer “más perfecto” el esquema, las autoridades debían permitirles vender esas hipotecas en el mercado de capitales a plazos largos.

¿Cómo vender esas hipotecas? Creando un instrumento financiero cuya garantía de ganancia para el que lo compra es el flujo de pago de las cuotas de las hipotecas.

El instrumento financiero puede ser una Obligación Negociable, un valor fiduciario o una cuotaparte de un FCI. En cualquier caso, la garantía para el inversor es que el deudor hipotecario pague su hipoteca.

De paso, es el mismo esquema que creció sin parar en Estados Unidos en la primera década de este siglo hasta formar una burbuja tal que, al reventar, produjo la más profunda crisis financiera global desde la gran depresión de 1930.

¿Por qué en la Argentina este esquema financiero es riesgoso? Porque la inflación es muy elevada y en muchos casos su nivel está por encima de la actualización de los salarios de los deudores. Así, estos comienzan a sentirse presionados por deudas cuyo capital y cuotas se llevan cada vez una proporción mayor de sus ingresos.

Es decir, el riesgo a que un deudor UVA entre en default es mayor acá que el que tenía un deudor hipotecario en EEUU, que debía pagar tasas anuales de interés en torno del 4% anual. Cuando el gobierno federal decidió elevarlas, aparecieron los defaults masivos.

No parece que los bancos argentinos vayan a vender sus hipotecas UVA para fondearse a largo plazo, por la corta duración de vida que autorizó la CNV.

Los 24 meses son prácticamente el mismo plazo de repago de deuda que tomaron meses atrás algunos bancos con el objetivo declarado de financiar las hipotecas: el Banco Provincia colocó un título por $1032 millones a 36 meses -con una tasa fija del 2,5%- mientras que el Hipotecario recaudó más de $1400 millones por medio de tres series de ON ajustables por inflación a 18 y 36 meses en mayo pasado.

Así, el riesgo de las hipotecas UVA (de default por parte de los deudores hipotecarios) quedará en manos de los que compren estos instrumentos financieros. En EEUU ocultaron de tal manera esos riesgos –con ayuda de las calificadoras de riesgo- que muchos inversores pequeños y medianos fueron estafados. Acá no hay resguardo alguno para impedir que eso suceda.