La suba de los precios privados se ha convertido, junto con la recuperación de la actividad económica, en la principal preocupación del equipo económico. Es que una escalada de esos precios puede tirar abajo toda la delicada estantería que está construyendo con esfuerzo. No solo porque en su visión los salarios no acompañarían la subida, sino porque alteraría las relaciones con los demás precios que sí controla, como las tarifas y especialmente el dólar.

Los últimos números no han sido muy favorables. Con una economía prácticamente detenida entre abril y mayo, el Índice de Precios al Consumidor siguió subiendo a un ritmo del 1,5% mensual por el arrastre de los meses anteriores. Y apenas se comenzó a reabrir la economía, volvió a acelerarse hasta alcanzar el 4% en diciembre con una economía un 10% más chica que la que había un año antes, cuando arrojó un 3,7% de alza.

En este derrotero, el rubro Alimentos y Bebidas no alcohólicas es el que más incidencia tiene. Por un lado, porque pesa hasta un 25% en el cálculo del IPC general. Y por el otro, porque tuvo un alza superior al nivel general a lo largo de 2020 y enero pasado parece repetir esa situación. De hecho, la suba de Alimentos y Bebidas no alcohólicas fue del 42,1% en 2020, 6 puntos porcentuales por encima del nivel general.

Para el primer mes del año, los cálculos privados varían desde el 5,7% que le adjudicó la consultora Ecolatina –que también mensuró una inflación general del 3,7% en enero– hasta los datos de Orlando Ferreras y Asociados, que arrojó 4,4% para la inflación núcleo, que incluye una parte de Alimentos y Bebidas. Héctor Polino, de Consumidores Libres, que hace un relevamiento de 21 productos alimenticios, estimó un alza en enero del 4 por ciento.

Para la consultora LCG, que hace un seguimiento semanal de los precios, en la primera semana de febrero la suba de precios de los alimentos promedió un 0,9%, desacelerándose 0,34 puntos porcentuales respecto de la semana anterior. «El índice de alimentos y bebidas presentó una inflación mensual promedio de 4,9% en las últimas cuatro semanas y 5,2% medida punta a punta en las mismas semanas», indicó LCG.

Estrategias

El gobierno tiene en la mira al precio de los alimentos desde el inicio de su gestión. Buscó desde un principio armar acuerdos con las empresas fabricantes agrupadas en la Copal y con las grandes cadenas de supermercados. Apeló al programa Precios Cuidados, que el macrismo no pudo desarmar a pesar de sus intentos, y le agregó el de Precios Máximos con la pandemia de coronavirus. Es decir, las alzas en los precios de los alimentos se dieron mientras estos dos programas estaban vigentes.

Ahora, el gobierno nacional no cambió mucho su estrategia, aunque desplegó una táctica nueva: reducir Precios Máximos y eliminarlo en marzo y a cambio comenzar a aplicar acuerdos de precios sectoriales. Es el caso del de la carne, que arrancó ayer para ocho cortes a precios un 30% más bajos que los vigentes en el mercado minorista, que son un 80% más altos que los de un año atrás.

«Es un acuerdo federal en el cual empezamos con una oferta de cortes y de bocas de expendio representativa en todo el país que permite referenciar cortes esenciales en la canasta de consumo y cuidar el bolsillo de las argentinas y los argentinos», detalló la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, que participó ayer en una recorrida de control por supermercados del barrio porteño de Villa Crespo.

Con todo, el acuerdo es menor respecto del consumo mensual de carne de los argentinos: 6000 toneladas por mes para unas 200 mil toneladas. El impacto será relativo, aunque según Español, la idea es que los cortes populares hagan de referencia y anclen al resto de los precios de los productos cárnicos.

Este es el mismo concepto que impulsa Precios Cuidados, el programa que alberga 800 productos con precios fijos hasta abril. Los controles se han agudizado también en este tema. El gobierno ya sabe que las empresas de alimentos no permitirán retrasos en las subas de sus productos respecto de la inflación general.  «