Columna de opinión.
Tres aspectos de estricta actualidad, aunque de muy diferentes características. Por eso, ante la proximidad del 1° de Mayo, cabría una reflexión: ¿cómo empujar al sindicalismo argentino, al tradicional y al más combativo, a la unión de fuerzas en la pelea seria contra la desocupación, los salarios en baja, la desindustrialización, los tarifazos, la timba financiera, la transferencia de riquezas, la corrupción y otras tantas políticas antipopulares de este gobierno? Y que, consecuentemente, se interesen por aquellos aspectos, menos obvios, igual de urgentes, que se relacionan con el deterioro social creciente.
Seguramente el Momo Venegas no los charlará con Mauricio Macri en el acto que le prepara en Ferro (en Caballito, no en la Plaza de las Madres y las patas en la fuente, claro). Tampoco le reprochará que en lugar de fomentar el empleo en su propio país se muestre exultante por la flamante fábrica de Techint en EE UU, en la que Paolo Rocca invirtió U$S 1800 millones para darles trabajo a más de 600 obreros, que no van a ser argentinos, porque a los argentinos, en la Argentina, ese grupo y muchos otros, los dejan en la calle en una lista que no cabría en varias de estas páginas.
Es apenas uno de los desvelos de la CGT, que en medio de internas y discusiones, propone un acto en otro estadio cerrado, el de Obras, disimulando la desmovilización, tras haber transitado el camino de una huelga general casi forzada por esos silbidos del 7 de marzo.
Claro que son tiempos difíciles y el enemigo, poderoso, ejerce sin miramientos el poder real. Sin ir más lejos, mientras el propio Observatorio de Datos Económicos y Sociales de la central obrera reveló que la inflación de marzo fue del 2,48% y que en los últimos 12 meses acumuló un 35,66%, dos gremios, la Uocra (Gerardo Martínez) y Obras Sanitarias (José Luis Lingeri) acaban de cerrar una paritaria del 21%, no tan lejano al 18% que el gobierno ofrece con simpatía. Y desde impensados sectores progresistas no se los critica del modo que se podría esperar.
Mientras, la izquierda va a la Plaza de Mayo con las consignas y las prácticas de siempre. Y las dos CTA muestran una saludable reunificación y convocan a la Plaza de los Dos Congresos, aunque sus fuerzas sigan insuficientes como para marcarle el ritmo a la CGT. Cerca de allí, volverán a estar los maestros, en su Aula Itinerante. Probablemente sean los que mejor reflejen el símbolo de la jornada de lucha, dignidad y participación que representa cada 1° de Mayo, desde que se produjo la matanza de los Mártires de Chicago, en el mismo suelo en el que el presidente argentino se emocionó con el himno yanqui y levantó la causa de los limones.
Hace cuatro décadas, en plena dictadura, Luis Alberto Spinetta componía Los libros de la buena memoria. Que ruede libre la ucronía: probablemente, si aún respirara, el Flaco estaría en esa aula, ofrendándoles esos versos a los maestros de la buena memoria. Quienes, por su lucha, se encuentran entre los que más se lo merecen en este contradictorio 1° de Mayo. «
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