Cuando comenzó 2019, el consenso de economistas vaticinaba que los precios subirían a un ritmo promedio mensual del 2,4% y acumularían un aumento del 29,3% en todo el año. Desafiando esos pronósticos sabemos que la inflación será casi el doble: finalizará cerca del 60 por ciento. Hay que ir 28 años atrás para encontrar un nivel precedente, dejando a la economía sobre niveles inflacionarios de alto riesgo.

De alto riesgo porque más allá de que todo aumento de precios provoca malestar, incertidumbre y empobrecimiento, las subas de estos últimos diez días no se sabe exactamente en función de qué se producen. Y cuando eso ocurre, tampoco se conoce con certeza dónde terminan.

Si miramos lo que sucedió la semana anterior a las elecciones, hubo precios que siguieron la suba del dólar oficial, otros que tomaron al blue como parámetro de lo que podría ser un lunes negro, y estuvieron aquellos productos que desaparecieron del mercado porque los proveedores prefirieron postergar la venta hasta que se aclare la tendencia del tipo de cambio.

El lunes y martes, con nuevo presidente electo, súper cepo y dólar estable, algunos precios que se habían remarcado en exceso, retrocedieron, otros se mantuvieron, pero ya sobre el jueves tomaron envión de nuevo. Una encuesta entre 750 comercios pymes realizada por CAME mostró que desde mediados de semana los precios de la mercadería recibida llegaron con subas promedio del 8,6%, y un 71,1% de las empresas consultadas recibieron mercadería con aumentos. A su vez, el 40% de los empresarios asegura que está teniendo problemas de abastecimiento, y muchos advierten que hay proveedores que están poniendo precios con el dólar blue.

Así las cosas, noviembre arranca mal. Con alzas confirmadas en medicina prepaga, combustibles, celulares, educación privada y los 64 productos de precios esenciales. Sumemos el transporte público donde hay subas previstas en varias provincias, y un escenario donde se especula con un congelamiento o acuerdo de precios, que también estimula movimientos anticipados de ciertos sectores.

Los temores sobre los precios tienen un fundamento mayor: la escasez de dólares en un sistema financiero donde los depósitos en dólares siguen cayendo, se continúan fugando dólares y las reservas netas del Banco Central están en sólo US$ 6290 millones, dejando a la entidad sin margen para seguir interviniendo en corridas.

Diciembre trae también el recambio de gobierno, donde seguramente se observen nuevos movimientos bruscos amenazando desestabilizar la economía. No la tendrá fácil Alberto Fernández, que deberá navegar en el Triángulo de las Bermudas, buscando simultáneamente negociar la deuda, mostrar capacidad de pago que implica prudencia fiscal y crecimiento, y estabilizar una economía que presionará por todos lados por desbancarse. Quizás una forma de salir airoso es sorprender reduciendo rápido algunos costos. «