La secretaria de Comercio Interior, Paula Español, recibirá este lunes, por separado, a las cadenas de supermercados de capitales nacionales nucleados en CAS y FASA y a la Cámara de Autoservicios Mayoristas (Cadam). Los encuentros serán una semana después de una primera reunión con la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), que nuclea a las grandes cadenas del sector incluyendo a las multinacionales.

Las empresas comercializadoras esperan que la funcionaria les pida que no suban los precios por expectativas, que sean activos en el control de los precios de las proveedoras y que ratifiquen el apoyo del sector a los programas como Precios Cuidados. Por su parte, van a solicitar que el gobierno acompañe un pedido para que los proveedores les entreguen las mercaderías con las mismas listas de precios que mandan a las grandes cadenas.

La moción supone un pedido de intervención en la articulación entre la industria y las grandes cadenas, y en la que ya tiene injerencia la administración pública. Los súper nacionales hablan de un patrón que identifican también con el programa de carnes Cortes Cuidados, que terminó en las góndolas de las grandes cadenas del comercio minorista y en las carnicerías asociadas a esas empresas.

Expectativas

En ese contexto, el ambiente previo a la reunión con Español es de cierta indiferencia. La percepción es que las decisiones se tomaron el lunes en la reunión con ASU y que lo de mañana será la transmisión de lo resuelto.

«Uno va para escuchar. Te informan lo que quieren hacer. Son reuniones incómodas porque primero se realizan los acuerdos con las grandes y después baja el pedido», dijeron a Tiempo desde el sector que tendrá la primera reunión con la funcionaria mañana a las 11. En este grupo, se anticipó que sí darán aval a Precios Cuidados y el resto de las políticas, pero dieron a entender que es por una formalidad: «Estamos a muerte con los programas pero sabemos que no van a dar resultado», definieron.

El argumento es que el gobierno con estas medidas ataca las consecuencias de la inflación pero no la base del problema que, como es recurrente en el discurso de las empresas, se solucionaría a través de reformas laborales, impositivas, y otras.

«El precio en el supermercado aumenta porque el peso pierde valor aceleradamente. La Secretaría de Comercio Interior hace lo que puede porque la inflación es un problema monetario. Hay inflación en Europa y Estados Unidos porque se emitió dinero de más por la pandemia. Oferta y demanda», cerró un analista.

Desde el punto de vista de los asalariados, el balance es siempre negativo; salvando los detalles, desde todos los ángulos del empresariado relacionado en mayor o menor medida con la formación de precios anticipan que los acuerdos son testimoniales y que los aumentos van a seguir.

Almacenes

Los almacenes de barrio, quienes no tenían hasta el viernes convocatorias de Comercio Interior, recibieron en las últimas horas avisos de listas con aumentos de entre el 7% y el 9% a partir de la primera semana de octubre de empresas como Kraft, Arcor y Molinos Río de la Plata, contó Fernando Savore, presidente de la Federación de Almaceneros bonaerense.

Savore señaló que en los últimos días de septiembre el azúcar aumentó un 9% y que el café lo hizo otro 15 por ciento. En promedio, el sector registró una inflación del 5,5% en el noveno mes del año.

La relación de este sector con el gobierno quedó sometida a la de la industria con Español y en la presión que ejercen los fabricantes a través de los mayoristas, donde los almacenes se abastecen de mercadería. «En este sector, los aumentos perjudican a todos, almaceneros y vecinos», señaló.

Savore se refirió, así, al presidente Alberto Fernández, que esta semana en un encuentro con vecinos de Merlo atribuyó los aumentos de precios a dificultades para dialogar con los almaceneros. «Tiene razón cuando dice que es más fácil dialogar con los supermercados que son cuatro, pero a nosotros nunca nos convocaron –aseguró-. El presidente dijo que no tenemos entidades representativas y no es cierto. Las empresas grandes negocian precios altísimos con la Secretaría de Comercio y después nos los pasan. Si el presidente me preguntara por qué aumenté el azúcar, yo le mostraría la factura del mayorista», concluyó.  «