El malestar popular con los aumentos de precios tiene a los supermercados –una vez más- en el ojo del huracán.

Esta semana hasta los funcionarios del gobierno aprovecharon el clima de campaña para despachar fuego a discreción contra estos comercios, incluso a pesar de que las filas del oficialismo cuentan con apellidos ilustres de ese ámbito de la economía, como el de Miguel Braun, secretario de Comercio Interior y miembro de la familia propietaria de la cadena La Anónima.

En las cadenas del interior del país escasearon los esfuerzos por disimular la bronca frente a, por ejemplo, las declaraciones de la diputada Elisa Carrió, pata crucial de la alianza gobernante.

“Le pegan a los supermercados porque es gratis”, se quejó un dirigente que comparó la actitud del gobierno con el perfil del ex secretario de Comercio de los últimos gobiernos kirchneristas, Guillermo Moreno. “La (diputada Elisa) Carrió se queja de los precios y después te manda a comprar a las verdulerías donde todas las operaciones son truchas. Hacen lo mismo que hacía Moreno cuando te mandaba a La Salada”, comparó el empresario.

Con la excusa de los ataques, los supermercados aprovechan y reducen la autocrítica a cero. El vocero consultado remarcó que “no es cierto que hay un supermercadismo desaforado. Al contrario, no hay sector del comercio más transparente que nosotros”.

Mientras los empresarios intentan despergarse de la polémica, los números siguen dando cuenta del pésimo momento que atraviesan las ventas a la sombra de la depreciación salarial.

El Indec informó que las ventas de los supermercados cayó 2,5% en mayo y que en los shoppings las operaciones se desplomaron un 4,3%. La estadística oficial remarcó cambios de hábito de la demanda familiar que se producen como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo.

Todo este proceso coincide con un aumento de la actividad en el segmento mayorista, cuyos precios atraen a una clase media que empieza a sentir que sus ingresos no rinden en los supermercados tradicionales.

La Asociación de Supermercados Unidos (ASU) que reúne a las grandes cadenas del comercio minorista también se defendió de las acusaciones.

En diálogo con la prensa, el dirigente Juan Vasco Martínez expresó: “Los supermercadistas no fijamos ningún precio. Vendemos el 9% de todas las manzanas, el 3% de las peras y sólo el 27% de la carne; ¿anotaste bien? 73% de la carne se vende en carnicerías que no suelen estar -precisamente- 100% en blanco”.

La ASU coincidió con la crítica de los comercios del interior y le pidió más firmeza al gobierno para que asegure los medios de pago electrónicos en todas las carnicerías y verdulerías. “Cuando se paga con tarjeta, la plata ingresa al sistema de contralor”, explicó el empresario.

“Los supermercados trabajamos 100% en blanco y está perfecto que nos fiscalicen todo, desde salarios, francos trabajados y aportes, todo, pero pedimos que también se la hagan más difícil a la competencia desleal”, planteó el referente de la cámara que nuclea a COTO, Carrefour, Walmart, Cencosud y otros grandes monstruos del comercio minorista.