El autor de este texto es presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.

A pesar de los problemas macroeconómicos, la Argentina tiene una microeconomía con sectores dinámicos y pujantes. Cuando se observa en nuestro paíslo que ocurre con la biotecnología, y más recientemente con la nanotecnología esta afirmación se traduce en cifras de nuevas exportaciones, empleos con altos salarios y nuevas empresas. Con un mapa muy federal en cuanto a iniciativas y capacidades y con una virtuosa alianza entre lo público y lo privado.

Este resultado es mérito de varios factores. De la excelencia de los recursos humanos formados por nuestras universidades, de las sinergias que se logran cuando se combinan los recursos naturales, la tradición productiva y el conocimiento que aporta nuestra ciencia y tecnología y de un Estado que supo estar presente y que hoy volvió a tener políticas públicas activas para llevar esta dinámica a un nuevo nivel. En este contexto, la iniciativa privada encuentre las piezas fundamentales para poner en marcha los proyectos empresariales que transforman conocimiento en nuevas soluciones, productos o procesos. Así el país encuentra una buena fórmula para transformar pesos en dólares con un impacto transversal en favor de todas las actividades productivas.

Uno de los pilares de estas políticas públicas lo encontramos en la Agencia I+D+i del Ministerio de Ciencia y Tecnología. De sus acciones de promoción han nacido más de 140 nuevas empresas de base tecnológica, en su mayoría en el sector de la biotecnología. Para 2022, se están, además, brindando apoyos económicos, a través de créditos y subsidios, por más de 10 mil millones de pesos a más de 1500 pymes y cooperativas. Uno de cada cuatro de estos proyectos se corresponde con la nano o la biotecnología.

A su vez, la base de toda esta industria es la investigación. Si miramos la ciencia básica y aplicada, la cartera de la Agencia tiene más de 8.000 proyectos, de los cuales un 22% son en áreas temáticas vinculadas con la biotecnología como los trabajos que se realizan en Ciencias Biológicas de Células y Moléculas (1.260 proyectos), Fisiología y Biología Experimental (260), Tecnología de los Alimentos (291) o Nanotecnología (375 proyectos). Sin tecnología la ciencia no logra grandes impactos económicos y sociales y, al mismo tiempo, sin ciencia argentina difícilmente podremos ir más allá de ser usuarios de la tecnología y avanzar hacia convertirnos en productores de nuevas tecnologías y por lo tanto poder obtener las recompensas más grandes.

La media sanción que brindó la cámara de Diputados respalda la propuesta del poder ejecutivo para extender hasta 2034 al régimen de promoción de la biotecnología y lo ampliarlo para incluir también a la nanotecnología. También implica otro logro más en el campo de la ciencia y tecnología donde se alcanzan acuerdos entre los bloques que representan a los sectores políticos más relevantes del país y que forjaron un dictamen único con aportes de legisladores de la oposición y el oficialismo. Así, se fortalece a un régimen que instrumenta apoyos para alentar inversiones industriales a partir de alivios fiscales vinculados a la amortización acelerada de bienes de capital y su consecuente impacto sobre el impuesto a las ganancias, la devolución del IVA asociado a las nuevos equipos y la posibilidad de contar con más capital de trabajo para acelerar el escalado de los proyectos y la devolución a través de un bono fiscal de la mitad de los recursos que se destinen a realizar trabajos conjuntos con Universidades e Instituciones de Ciencia y Tecnología.

De convertirse en ley, sus instrumentos se potenciarán por la articulación con el régimen de promoción de la economía del conocimiento y la ley de financiamiento plurianual de la ciencia y la tecnología. Otras dos leyes de reciente implementación que configuran un nuevo escenario institucional a favor de la inversión tanto privada como pública en I+D. Así, se crean las condiciones para que las ideas se complementen con bienes de capital y los proyectos se conviertan en nuevas soluciones, productos y procesos.

A partir de este extendido esquema de promoción se alentarán muchos más casos como el conocido barbijo que combina a la industria textil con la nanotecnología. Ir más allá de una experiencia virtuosa en medio de la lúgubre pandemia y lograr nuevos productos sofisticados con aplicaciones en la industria automotriz, la indumentaria técnica y deportiva, la ropa hospitalaria, vestimenta capaz de repeler insectos y tantas otras posibilidades. Como también la producción de vacunas o replicar el recorrido que combina esfuerzos públicos privados como el elocuente ejemplo que represente el HB4. Este gen es el corazón de una variedad de semillas que resiste mejor los períodos de sequía sin menguar en los rindes y que permite un uso menos intensivo de los insumos químicos que requiere la agricultura. Un camino que parte de un laboratorio del CONICET y la Universidad del Litoral, dirigido por la Dra. Raquel Chan, pasando por la conjunción pública privada de INDEAR y la asociación con Bioceres, compañía que hoy cotiza en la Bolsa de Nueva York y que ha conseguido la aprobación para realizar estos cultivos biotecnológicos en Brasil, China, Australia y, recientemente, por la FDA. En un diseño institucional donde parte de las regalías que genere la aplicación de esta solución para la agricultura irán a financiar nuevas investigaciones del CONICET.

La situación actual de la biotecnología argentina da cuenta de 220 empresas consolidadas, más de 100 startups, 2100 millones de dólares de facturación, 220 millones de dólares en exportaciones y una inversión en I+D equivalente al 3.2% de sus ventas. Salud humana y animal, reactivos para diagnóstico, agroinsumos y bioenergía son sus principales rubros. Un sector complejo en su institucionalidad gracias a la ANMAT, Senasa, CONABIA y los instrumentos de promoción que aportan los Ministerio de Ciencia y Tecnología, Desarrollo Productivo y de Agricultura. Y en los últimos tiempos un sector que está desarrollando las bases para el capital de riesgo como nuevo perfil de inversiones a través de aceleradoras e incubadoras especializadas en distintas regiones del país.

La nanotecnología, que es más incipiente y con un enorme potencial en materiales y procesos industriales, hoy implica el trabajo de 73 empresas y más de 2800 investigadores y becarios en 71 institutos y cuenta con la Fundación Argentina de Nanotecnología como uno de sus nodos principales.Esta es la base que tenemos que potenciar, multiplicar y hacer crecer con reglas claras, regímenes de promoción bien diseñados, apoyo a la investigación y una apuesta a un esquema público privado para transformar nuestra estructura productiva y avanzar hacia un desarrollo inclusivo, soberano y federal.