Las medidas tomadas por el gobierno para asegurar la oferta de divisas no lograron tranquilizar el mercado cambiario. Por el contrario, la incertidumbre se acentuó con la disparada del dólar paralelo o blue, que el viernes tocó los $ 167, más que duplicando los $ 77,15 del tipo oficial.

Al mismo tiempo, las reservas del Banco Central continúan debilitándose y cayeron hasta U$S 41.034 millones, mínimo desde enero de 2017. En ese sendero descendente influyen los U$S mil millones de depósitos privados que salieron de los bancos en septiembre. Al menos, las pérdidas del BCRA en el Mercado Único Libre de Cambios (que, como se sabe, no es libre ni es el único) fueron más leves que en semanas anteriores: vendió unos U$S 60 millones en las últimas cinco rondas.

Hace diez días, el Ministerio de Economía dispuso una rebaja de tres puntos en las retenciones de soja y de hasta seis en los aceites y otros derivados, para incentivar al sector agroexportador a liquidar divisas y así estabilizar el mercado. Pero no está claro que esa maniobra haya dado resultados positivos. El ministro de Agricultura, Luis Basterra, dijo que en los dos primeros días de vigencia de las nuevas normas se liquidaron U$S 554 millones. «Bienvenido sea que los productores y el sistema agroindustrial estén entregando mercadería a este ritmo; nos va a ayudar a mejorar el perfil externo», señaló. Pero testimonios privados indican que los exportadores de cereales y oleaginosas solo aportaron entre martes y jueves unos U$S 220 millones. Fuentes del sector que llevan el registro de esas operaciones prefirieron no dar cifras a Tiempo: «Esa información solo se la entregamos al Central. No queremos tener problemas», dijeron.

Otros dirigentes empresarios relativizaron que la rebaja, que será transitoria (en enero la soja volverá al 33% original), estimule a que los productores vendan el remanente de la cosecha gruesa. Se estima que son unos 17 millones de toneladas, guardadas en silobolsas a la espera de mejores condiciones impositivas o una eventual devaluación. Su valor superaría los U$S 6000 millones. «La mayor parte de los granos ya está en manos de los exportadores, es una cuestión de ellos. En cuanto a los productores, no creo que vendan porque los retienen como moneda de cambio para comprar los insumos para la próxima cosecha. Si no hay una baja muy fuerte de las retenciones, no se va a generar confianza y nadie se va a desprender de los granos», estimó Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

El rumbo podría empezar a aclararse el miércoles, cuando el gobierno reciba al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), el nucleamiento que cobija a más de 50 entidades del sector. Allí pesan fuerte CEC y CIARA, las cámaras que nuclean a las exportadoras de granos y aceites. De este último grupo, sobre todo, las autoridades esperan un compromiso de venta inmediata de grano y derivados, y su correspondiente transformación en dólares.

Este grupo desplazó como referente a la Mesa de Enlace, formada al calor de las protestas en 2008, que también tenían como blanco las retenciones. De hecho, la Sociedad Rural prefiere mantenerse al margen del Consejo. «Creemos que en la Mesa está la representación de los productores y la base para producir. Entendemos que una corriente interna muy fuerte del gobierno no quiere al campo. Y van a usar cualquier recurso para dividirnos», dijo su presidente, Daniel Pelegrina. Las otras entidades de la Mesa (CRA, Coninagro y Federación Agraria) asistirán a la reunión.

El cambio de interlocutor no significará necesariamente un cambio de agenda. El CAA reclamó en un comunicado «un esquema de reducción de la alta carga de impuestos nacionales, provinciales y municipales» que sirva como incentivo para la producción. Además, enfatizó que «el productor agropecuario es esencial para lograr el desarrollo económico integral, por lo que se deben atender prioritariamente sus necesidades». Pasada en limpio, la propuesta parece ser: divisas o retenciones, pero no las dos a la vez. «