Mauricio Macri había elegido la planta de la ex empresa de la familia Rasic para anunciar el veto de la ley anti despidos en mayo de 2016. El mensaje que pretendía transmitir era que, con una política económica adecuada, no sería necesario detener los despidos a través de una ley.

Es que, semanas antes, el ejecutivo había anunciado el plan de reactivación de la planta a través del acuerdo con la compañía Proteinsa que indemnizaría a los despedidos a la vez que se comprometía a reincorporar, sin antigüedad y en forma paulatina, a la totalidad de la planta de trabajadores.

En esa oportunidad, los trabajadores denunciaron que la empresa dejó sin trabajo a mil operarios. Sin embargo, Proteinsa, informó que “los plazos para la normalización de la compañía se mantienen tal como estaban previstos” y que estaban en vías de reincorporar “400 operarios faltantes”. 

Además, señalaron que se encontraban produciendo al 70% de su capacidad y que planeaban volver, durante el segundo semestre, a producir 400 mil pollos diarios, que es el volumen de producción que tenía la fábrica antes de la quiebra. Una vez que eso ocurriera, aseguraron, completarían la reincorporación de esos trabajadores. 

Sin embargo, en la mañana de este jueves, 50 trabajadores que faenan en la planta de Esteban Echeverría fueron impedidos a ingresar cuando se disponían a hacerlo como todas las mañanas. Sin notificaciones previas, como ya se hizo costumbre para algunas patronales, los molinetes de ingreso no reconocieron sus credenciales.  

Los trabajadores, de hecho, se disponían a encarar un nuevo reclamo por el incumplimiento del pago de las indemnizaciones cuando se encontraron con 50 nuevos despidos que los llevaron a una protesta en la Autopista Richeri mientras que, al interior de la planta, los trabajadores decidieron detener la faena.

Tiempo Argentino intentó comunicarse con representantes de la compañía para dar a conocer la versión empresaria pero fuentes de la Proteinsa se excusaron de dar declaraciones.