Una analista de la consultora GlobaData aseguró que ya pasó el momento para la explotación de petróleo en las islas Malvinas.

El portal especializado Offshore consignó que Effuah Alleyne, analista senior de petróleo y gas upstream, es decir, especializada en la exploración y producción de petróleo y gas, dijo: «Con la tendencia de la industria hacia la transición energética y los proyectos con bajas emisiones de carbono, será un desafío para los nuevos mercados petroleros remotos».

La zona petrolera ubicada entre 50 y 100 kilómetros al norte de Malvinas contiene el reservorio conocido como Sea Lion, caracterizado como el más importante de todos los que rodean al archipiélago por la empresa que tiene la concesión, Rockhopper. En un principio, la firma dijo que allí había 50 millones de barriles de crudo, luego 150, 250 y 280 millones. Informes de prensa hablaron de 1700 millones de barriles en 2020.

A pesar de tamaña riqueza concentrada en un área relativamente pequeña, Rockhopper no pudo nunca extraer ni una gota de crudo en más de 10 años con operaciones en el lugar. Según los informes de la petrolera, la producción debió empezar en 2018, pero nunca estuvo ni cerca de arrancar.

Y ello sucedió mientras desde fines de febrero de 2016 hasta febrero de 2020 el precio internacional del barril de petróleo superó siempre al costo de producción de un barril en Sea Lion, calculado en torno de los U$S 39,50. Y tras la crisis de marzo de 2020, cuando el barril cayó por debajo de U$S 25, el precio volvió a subir y está por encima de U$S 80, aunque mucho de ese valor debe su existencia a la especulación financiera.

La causa de ese no despegue es que Sea Lion es que se trata de un reservorio remoto, de los que las petroleras escapan. Son mucho más caros para explotar que los no considerados remotos. Básicamente, las petroleras eligen los reservorios cercanos a zonas donde ya hay explotación porque eso reduce los costos.

El problema central que aparece para los reservorios remotos es que la caída vertical de la demanda de petróleo, que se prevé para dentro de cinco a diez años, deriva en que sobrarán reservorios pues se estima que con poner en producción, en forma paulatina, las reservas conocidas y aquellos de menores costos, alcanzará para cubrir la demanda remanente futura. En ese escenario, los reservorios remotos ya perdieron su oportunidad.

“Agregue la presión política y las consideraciones ambientales, y obtendrá la situación que enfrentan las Malvinas”, agregó Alleyne.

La experta analizó: “El gobierno de las Islas Malvinas (FIG) se había comprometido completamente con el sector petrolero, pero desafortunadamente sus esfuerzos han llegado en un momento en el que las estrategias de inversión de las empresas de exploración y producción se centran en proyectos de bajo riesgo, alto margen y eficiencia de capital”.

La última deserción

En el inicio de 2021, no había más actividad petrolera en Malvinas. Premier Oil, socia de Rockhopper y que desarrollaba la exploración sobre Sea Lion desde 2016, las había cancelado en los inicios de 2020, antes de que se declarara la pandemia de coronavirus. A mediados de ese año, dio marcha atrás a una emisión de deuda por 200 millones de libras esterlinas, que estaban comprometidas en el futuro plan de producción de petróleo. Sin fondos, el plan se diluyó.

En rigor, la campaña de exploración estaba paralizada desde 2018, cuando la plataforma Eirik Raude concluyó la última misión. Sin que aun se tuvieran resultados concluyentes sobre la magnitud de las reservas en Sea Lion, no se volvieron a ejecutar.

Tras cancelar la emisión, Premier inició un proceso de fusión con Chrysaor, una petrolera británica enfocada en el Mar del Norte y el Golfo de México y cuyo principal accionista es un fondo financiero especializado en el sector energético. El motor de la fusión estuvo motivada por el interés de Chrysaor en los derechos de explotación petrolera de Premier en esas dos zonas. Por eso, desde un primer momento se especuló con que Harbour, el nombre de la firma que resultó de la fusión, no estaba interesado en Sea Lion.

El gobierno de Malvinas reaccionó ante esa posibilidad extendiéndole a Rockhopper la licencia de exploración hasta noviembre de 2022, sin cobrarle nada ni requerirle inversiones concretas; el objetivo fue dejar pasar el tiempo a la espera de una situación menos complicada.

Pero para Harbour se trató de una causa perdida. En septiembre pasado le anunció a su socio Rockhopper que abandonaba la búsqueda. Sin Harbour, Rockhopper –apenas una oficina en Londres y sin capital para emprender sola la tarea- se encuentra desde entonces tratando de buscar un nuevo socio.

En ese sentido, los comentarios de Alleyne le pegan en la línea de flotación a Rockhopper.