En un ambiente relajado, en el que las reflexiones fluían sin urgencia, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, apuntó a lo que consideró las claves de la negociación con el Fondo Monetario por la deuda de U$S 44.000 millones. Además de insistir con el cambio de condiciones en los plazos y tasas de interés que paga la Argentina, observó que se le debe dar mayor flexibilidad al uso global de los Derechos Especiales de Giro (DEG).

El ministro de Economía, Martín Guzmán, lleva un año largo tratando de convencer al FMI de que baje la tasa de interés que, asegura, castiga a la Argentina con un sobrecosto de hasta dos puntos porcentuales por encima de la tasa habitual. Incluso, el presidente Alberto Fernández hablo de ello con Kristalina Georgieva cuando se vieron en Roma, Italia, a fines de octubre.

El Fondo siempre respondió de la misma forma: las reglas son así para todos, el préstamo que pidió la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri superó el límite de lo que le correspondía por la cuota-parte que detenta en el organismo y ello conlleva una penalidad, es decir, la sobretasa.

Ese argumento forma parte de lo que ya se conoce en el Palacio de Hacienda y en el Banco Central. Pero no por ello es menos irritante. Más cuando en la administración del Frente de Todos y en la autoridad monetaria están convencidos de que ese abultado préstamo fue entregado en violación de los estatutos del propio Fondo y con un sentido estrictamente político: permitir la fuga de capitales sin que ello derivase en el hundimiento del gobierno de Macri.

Dónde están los DEG

Este miércoles, en la última sesión de las Jornadas Monetarias del BCRA, Pesce bordeó el tema aunque evitó acusar al FMI y prefirió caracterizar al crédito de 2018 como “préstamo extraordinario”. Aseguró que podrían sucederse más en el actual contexto de dificultades económicas y financieras provocadas por la pandemia de coronavirus.

“No hay que descartar que se repitan otras circunstancias similares, en otros países; por eso, hay que adecuar los plazos y las tasas de interés a los volúmenes de asistencia que puedan requerir los países miembros del fondo, especialmente los países en vías de desarrollo”, señaló Pesce.

El titular del Banco Central propuso el empleo de los DEG como mecanismo auxiliar. “Me parece valioso explorar mecanismos bilaterales de asistencia a través de los bancos centrales y de mecanismos de swap de monedas, o la utilización de los Derechos Especiales de Giro o la ampliación de los Derechos Especiales de Giro que se dio este año a aquellas naciones que no los requieran”.

En este sentido, Pesce consideró que es fundamental “poder canalizar estos recursos vía multilateral pero también vía bilateral a aquellos países que requieren asistencia y que no necesariamente son países pobres, sino países de ingresos medios que tienen situaciones de estrés financiero”.

El FMI tiene habilitado un esquema por el que cada país que busque armar un swap de monedas con los DEG deba contar con la autorización del Fondo. Los planteos que se han sucedido en este sentido (el argentino no ha sido el único) buscan facilitar esos acuerdos eliminando la necesidad de autorización del FMI.

El gobierno recibió DEG en agosto pasado, por un valor de U$S 4334 millones. Con una doble operación, el Tesoro se hizo de $ 422.174 millones (1% del PIB) y además, le pagó el vencimiento de U$S 1900 millones al FMI. A cambio, el BCRA se quedó con una letra intransferible con amortización íntegra al vencimiento, en diez años.

El mercado entendió la posición de Pesce como un “plan B” en las negociaciones con el Fondo. Y un intento por volver a realizar la bicicleta de septiembre. El plan A sería el acuerdo de facilidades extendidas tradicional, a diez años y con una fuerte presencia del FMI en las decisiones económicas. Éste otro podría ser su reemplazante en caso de que las charlas no prosperen. Sin embargo, es más probable que el FMI acepte discutir la reducción de las sobretasas, cosa que efectivamente realizará el mes que viene, a que abra el debate sobre el uso de los DEG.

Con todo, la veloz circulación de la postura de Pesce como un “plan B” llevó al Central a sacar un comunicado en el que aclaró que sus dichos eran en general y no referidos a la situación argentina en particular.

«El presidente del Banco Central de la República Argentina, Miguel Pesce, se refirió hoy a la necesidad de adecuar los plazos y las tasas de interés de las líneas de crédito del Fondo Monetario Internacional en el marco de las reformas que están en debate en ámbitos como el Grupo de los 20, sin referirse particularmente a la negociación que la Argentina lleva adelante con el organismo», explicó en un comunicado.