Pablo Moyano, el líder camionero y miembro del triunvirato que conduce la CGT, interpretó como una provocación su exclusión de la reunión que se realizó el lunes a última hora en la quinta de Olivos entre un selecto grupo de miembros de la mesa chica de la CGT y el presidente de la Nación Alberto Fernández.

De la cita participaron los otros dos miembros del triunvirato, Héctor Daer y Carlos Acuña, pero también dirigentes con cargos subalternos a los del camionero como el secretario adjunto de la CGT y líder de UPCN Andrés Rodríguez, Jorge Sola, secretario de prensa y, entre otros, José Luis Lingeri líder de Obras Sanitarias y el dirigente que sigue de cerca las negociaciones por los fondos de las obras sociales sindicales.

El desplante llevó a que Pablo Moyano anunciara intempestivamente su renuncia como miembro del triunvirato y su intención de arrastrar una decena de miembros de la conducción de la CGT con los que comparte el Frente Sindical.

Las diferencias ya se habían puesto de manifiesto en la movilización del 17 de agosto cuando Pablo Moyano, contra lo acordado, organizó un acto propio con oradores y en la última reunión de Consejo Directivo cuando el Frente Sindical propuso un paro nacional en repudio al atentado contra la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner que fue desestimado por la mayoría del Consejo Directivo.

La relación se tensó aún más cuando el camionero decidió respaldar públicamente la lucha que encabeza el Sindicato del Neumático. Este, junto con el debate sobre la modalidad más adecuada para actualizar los salarios, fue uno de los temas que se abordaron en el cónclave con el presidente.  

La decisión de abandonar el triunvirato, sin embargo, no contaba con el consenso necesario dentro del espacio que comparte con sindicatos como la Asociación Bancaria, la UOM, el SMATA, Aeronavegantes, SOMU y, entre otros, el sindicato de Canillitas.

Por eso el camionero se vio obligado a convocar a una reunión del Frente Sindical para buscar una posición de consenso y evitar que su eventual salida produjera la fractura de su agrupamiento sindical reforzado desde el ascenso de Abel Furlán en la conducción de la UOM.

Según pudo saber Tiempo, en la reunión florecieron las críticas a la conducción de la CGT y la actitud de sus dirigentes aunque primó la idea de mantenerse en la Central y descartar el armado de una organización paralela que podría reunir a un centenar de sindicatos. La salida de Pablo Moyano en soledad hubiera implicado la posibilidad de un reemplazo en su cargo con un integrante de su propio sindicato de la mano de Hugo Moyano quien se encargó de dejar trascender su desacuerdo con la decisión de su hijo Pablo.  

La potencial fractura, por otro lado, se hubiera producido a contramano de la interna del Frente de Todos que, por el momento, se encuentra en una tregua hilvanada detrás de la figura de Sergio Massa y el alineamiento de todas las fracciones con el programa orientado al cumplimiento del acuerdo con el FMI. Una escisión en la CGT, en este contexto, hubiera aportado un factor de crisis al gobierno que no promueven ni siquiera los sectores más críticos del kirchnerismo. .

Fuentes de la UOM confiaron a Tiempo que efectivamente “Moyano se queda nomás. Lo convencieron porque evaluaron que era peor la separación que quedarse. Más adelante se verá como queda esto”. De todas formas, reconocieron,  “la división dentro de la CGT queda asentada mucho más de lo que estaba antes”.

Los futuros acontecimientos permitirán dilucidar si se trató fue de una decisión intempestiva del Camionero que no logró el consenso necesario debilitando liderazgo en el Frente Sindical o si, por el contrario, fue una puesta en escena orquestada para tensar la cuerda con los demás miembros del Consejo Directivo repudiando su metodología de conducción.

De cualquier forma, la relación al interior de la CGT se encuentra en su punto de máxima tensión desde que fuera electa hace poco menos de un año.