La misma botella de aceite de girasol de 1,5 lts. de primerísima marca cuesta $44 pero también $60. El mismo kilo de queso cremoso vale $136 pero también $210. Un corte de carne se consigue a $125 pero también a $160 y una gaseosa puede salir $38 o 45 pesos.

¿En ciudades distintas? ¿En épocas diferentes? No, en Buenos Aires y en este mismo momento. 

El gobierno asegura que la inflación viene en baja pero los precios de las góndolas dicen todo lo contrario. Como si fuera poco, las familias se enfrentan a un verdadero descontrol de precios que cambian de marca en marca, de comercio en comercio y según el barrio de cada establecimiento. 

Un relevamiento del Centro de Estudios Sociales y Acción Comunitaria (CESyAC) encontró notables variaciones en los valores que cobran los supemercados por un mismo producto  en tres zonas de la capital federal: norte, en los alrededores de la Avenida del Libertador, Figueroa Alcorta y Santa Fe; la zona centro, con ejes en las avenidas Rivadavia, Corrientes y Belgrano; y sur, con eje territorial de las Comunas 4 y 8.

El trabajo del CESyAC destacó los precios de las cadenas Coto y Jumbo en los rubros alimentos y artículos de limpieza. Según el relevamiento, dentro de la cadena Coto, el precio del kilo de pan osciló entre $29,07 y $44.48, con una variación del 53% entre los dos precios. En la misma cadena, el kilo de zanahorias costó $8,90 y 17,90 según la sucursal, con una variación del 101,12 por ciento.

En el caso de Jumbo se tomó como referencia el café La Morenita de 250 gramos. El precio varió entre los $46,85 y $50,50 por unidad, con una variación del 7,79 por ciento. En la misma cadena, el shampoo Plusbelle de 1 litro se consiguió a $62,34 y 29,87%.

Para el llamado Relevamiento de Precios al Consumidor Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el centro de estudios observó en forma directa 69 precios divididos entre 50 productos y 19 servicios. Los precios informados son promedios de las tres zonas inspeccionadas. Además de Coto y Jumbo, los investigadores midieron los precios de Carrefour y Carrefour Express, Día% y los comercios chinos. 

Uno de los consultores que estuvo a cargo del trabajo, Fernando Barrera, explicó que el CESyAC fiscalizó seis establecimientos de cada cadena por cada una de las tres zonas.

El investigador señaló que los números de julio «hablan de una forma de distorsión que se está viendo desde hace un año y medio» que, según interpretó, «demandan que el Estado implemente políticas para que las grandes cadenas no incurran en este tipo de diferencias groseras». 

Barrera denunció que se han «detectado casos de brechas del 120% entre los precios de la zona norte (donde se vieron los valores más altos) y los de la zona sur».

Las cadenas argumentan que esas diferencias se deben fundamentalmente a lo que pagan en cada sector de la Ciudad en concepto de alquileres y otros costos.

Un vocero del sector relativizó la incidencia de los supermercados en la formación de los precios. «El súper es un componente más. Es cierto que se pueden perfeccionar cosas para que la cadena de valor baje los precios pero las bocas de venta no tienen la culpa».

La fuente privada argumentó que la inflación es un «desbalance entre cantidad de moneda y bienes de una economía» y disparó que «si hubiera una producción de bienes mayor los aumentos estarían frenados».

Lejos de medidas del Estado, las empresas insisten con que la cura de las distorsiones llegará por intervención de la «mano invisible» del mercado: «el que vende al doble no vende nada. El mercado lo castiga no comprándole».

En sentido opuesto, Barrera cuestionó el argumento de los costos empresarios cuando apuntó que «las grandes cadenas generalmente compran al por mayor con un monto diferenciado de los productos. Los costos operativos se reducen porque tienen menor impacto sobre la cadena de valor».

Para el investigador, el informe de julio muestra que «es necesario un control de precios sobre la cadena de valor que impacte sobre las distorsiones y garantice mejores condiciones para los productores, que se llevan la peor parte».

Costo de familia

El informe también presenta el costo total del Gasto de Consumo de un Hogar compuesto por dos adultos y dos menores. El informe agrega que la familia de referencia es inquilina, tiene un auto, y un abono de medicina prepaga. Además se considera que los hijos asisten a colegio privado y son socios de un club.

El cálculo afirma que una familia de esas características necesitó $34.583,30 para vivir durante julio. En la torta del gasto total de ese hogar, el 79% (27.182) correspondió a los servicios básicos y los productos de consumo masivo demandaron el gasto del 21% del total ($7.900).

Entre los productos de consumo masivo, los comestibles constituyeron la mayor parte ($2.686,06), mientras que entre los servicios básicos se destacó el rubro alquileres e impuestos, que se llevó un 38% del total de gastos del mes (10.481,33 pesos).

La familia del ejemplo demandó $1.152,77 por día para poder solventar sus gastos. De ese monto, $246,67 diarios fueron a parar al consumo masivo y otros $906,10 se destinaron por día a la paga de servicios hogareños.

En la comparación contra junio pasado, el número de julio representa un aumento del 0,28% de los precios de consumo masivo (comestibles, carnes, limpieza, frutas y verduras, bebidas).

Por el lado de los servicios, el aumento intermensual redondeó un 2,03% en promedio: el transporte aumentó contra el mismo mes un 4,08%; los servicios para las personas, un 2,71%; los servicios para la vivienda, un 0,30% y el alquiler e impuestos, un 1,06%. La suma de los gastos terminó julio un 1,65% por encima del total de junio.