La inflación del año 2019 terminó en 53,8%, redondeando un período de gobierno en el que el saliente presidente de la Nación, Mauricio Macri, no pudo -o no quiso- jamás controlar, lo que desde la tribuna le parecía “muy fácil” y un parámetro de “capacidad para gobernar”.

La inflación de 2018 rondó el 48%, punto más punto menos, con datos del INDEC en que el aumento en alimentos y bebidas no alcohólicas fue del 48.6%, de salud 46,1%, transporte 68,2% y el rubro vivienda, agua, electricidad gas y otros combustibles 66,7%.

En 2017, año de elecciones legislativas de medio término en función al mandato presidencial, la inflación rondó el 25%, según los datos oficiales de un INDEC que, al comienzo de la gestión macrista, se había declarado en “emergencia estadística”, lo que de alguna manera ponía en duda esos 36% de inflación para el 2016.

Cuando se compara el segundo gobierno de Cristina Kirchner con el de Mauricio Macri, este último resultó con 12,5% de promedio por encima que el de su antecesora, según datos del Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA), fue 28,3% promedio anual de inflación 2011-15, versus 40,8% promedio 2016-19. Con una diferencia de fondo: entre 2016 y 2019 cerraron casi 25.000 PyMEs según AFIP; la mayoría de las economías regionales estuvieron en rojo casi de manera permanente según CONINAGRO; cerraron casi mil tambos solo en 2019 según OCLA; el sector privado despidió a 239.700 trabajadoras y trabajadores asalariados en blanco según MTEySS-SSPEyE sobre la base del SIPA (AFIP); en diciembre de 2019 la pobreza llegó al 40% según la Universidad Católica Argentina (UCA) y por debajo de la línea de pobreza el 59,5% de las y los niños y adolescentes menores de 17 años.

Es decir, un fuerte contraste de las condiciones integrales en las que se vivieron en ambos períodos. Y como parámetro de la gestión del actual gobierno, la inflación del 2020 finaliza en más-menos el 36%, es decir que se logró bajarla en más de 17%. Con una fuerte subida en diciembre, sobre todo de los alimentos.

¿Por qué se infla?

Diferentes corrientes económicas debaten sobre las causas y los tipos de inflación. Desde nuestro punto de vista podemos observar tres factores claves, a los que parecía muy fácil de combatir para Mauricio Macri:

1) Puja distributiva:
El aumento de precios de las mercancías y/o reducción del precio pagado por el trabajo (salarios o producto de trabajador autónomo), genera que parte de la riquezas que produce la sociedad en su conjunto, se traslade desde quienes producen y trabajan a quienes aportan el capital (las y los dueños de la tierra en forma de renta; las y los empresarios en forma de ganancia; las y los financistas en forma de interés). En definitiva, se disputa parte del valor que se genera en el trabajo y la producción.

2) Mercado internacional: la exportación de productos agroalimentarios es de gran impacto en la economía de nuestro país, por lo que las variaciones del comercio y los precios internacionales de los mismos impactan fuertemente en el mercado interno. De este modo el aumento del valor de cereales y oleaginosas, principalmente maíz y soja, cuyo principal destino, local o internacionalmente, es producir proteínas de origen animal (huevo, leche, carnes), genera dos impactos en el precio de los alimentos. Uno al aumentar los costos directos de las cadenas de producción de cerdos, aves, lácteas y feedlot. El segundo en la definición del destino de uso de la tierra y el grano, es decir que el productor debe definir si la tierra la usa para sembrar maíz/soja o para otro uso, haciendo que se eleven los precios de alquiler de la tierra, como así también si decide vender el grano o transformarlo en proteína animal en el caso de contar con maíz/soja de autoabastecimiento. De este modo el precio del mercado internacional tracciona los precios locales.

3) Concentración y extranjerización del mercado interno: cuando la elaboración y la distribución de alimentos se encuentra en pocas manos, se produce un fenómeno de reloj de arena, en el cual intermedian unos pocos entre productores y consumidores, que con una profunda lógica de ganar-ganar, compran al menor precio posible para vender al mayor precio posible. Observando cómo aumenta la brecha productor-consumidor, aparecen quienes tienen capacidad de formar precios. Claro que, si además son empresas extranjeras, el precio internacional influye en la decisión de operar en nuestro país o trasladarse a otro punto del globo que le genere mayor ganancia. Está claro que, garantizar el acceso a los alimentos en la mesa de las y los argentinos está lejos de ser una prioridad para estos grupos económicos.

¿Quién maneja el inflador?

Los ganadores del aumento de los precios de los alimentos, son los grupos económicos vinculados a la comercialización de commodities (ADM, Bunge, Cargill, Dreyfus, Glencore y COFCO, principalmente), a la tecnología e insumos (Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina y BASF), a la propiedad de grandes extensiones de tierra; a la industrialización/elaboración de alimentos (Nestlé, PEPSICO, Coca-Cola, DANONE, La Serenísima, Mastellone, Unilever, FRIAR, ABC, Bimbo, entre otros); y las grandes cadenas de supermercados y distribución de alimentos (WAL-MART, CARREFOUR, CENCOSUD, COTO, La Anónima, etc).Grandes grupos económicos capaces de inflar y desinflar, con una lógica de ganar-ganar, sin importar que esto dé como consecuencia pobreza y hambre para las y los que trabajan.

En 2006 Néstor Kirchner por decisión y acción política logró bajar la inflación anual a 9,8%, tras asumir en 2003 el gobierno de una Argentina en ruinas, donde la inflación de la canasta básica de alimentos duplicaba el índice de precio al consumidor (IPC). Decisión política de que la economía la controla el Estado.

17 años después, en 12 meses de gobierno, se logró reducir más de 17% de inflación, en medio de una pandemia y la eterna lucha contra quienes especulan y viven de las riquezas que generan quienes producen y trabajan. Falta bastante para estar como queremos, falta para volver a reconstruir los derechos que teníamos el 9 de diciembre de 2015, duele que en el país de las vacas esté tan caro el kilo de carne.

Sin embargo, a la presión de los grupos económicos formadores de precios, deberemos contraponerle la comunidad organizada, con las y los trabajadores, las y los productores, las y los empresarios PyMEs, las y los cooperativistas y las y los campesinos, porque la única salida para una Argentina de pie es con todos, todas y todes.

* Rizzo es médica veterinaria, Maestrando en Desarrollo Regional y Políticas Públicas de FLACSO, y co-Directora del Centro de Estudios Agrarios. Strasorier es médico veterinario, y Director del Centro de Estudios Agrarios