El Ministerio de Economía declaró desierta la licitación de títulos públicos convocada para este lunes. El objetivo era recaudar fondos para responder al vencimiento de los bonos duales (conocidos en la jerga financiera como AF20), previsto para el jueves, que insumirá cerca de $ 100.000 millones.

El escueto comunicado oficial no explicó las razones por las que se decidió declarar desierta la licitación. De acuerdo con versiones del sector financiero, las ofertas llegaron a cubrir el 50% de la oferta oficial, pero el dato no fue confirmado por la cartera que dirige Martín Guzmán.

El fracaso de la iniciativa oficial pone un signo de interrogación sobre lo que sucederá el jueves, cuando sea el momento de amortizar el título emitido en julio de 2018. Se trata de una obligación en pesos, aunque actualizada por el tipo de cambio oficial. En aquel momento -era ministro de Finanzas Luis Caputo- se recaudaron cerca de U$S 1650 millones.

La semana pasada, Economía había ofrecido un canje con títulos similares a los de este lunes, pero con precios mínimos de suscripción que en los hechos significaban una quita de capital. La idea tuvo magros resultados: apenas se canjeó el 10% de los bonos a vencer.

Al Ejecutivo aún le queda un último recurso. Para este martes está prevista una licitación de Lebad (letras que pagan el rendimiento de la tasa Badlar). Los interesados y adjudicados deberían formalizar su inversión el jueves, el mismo día que hay que devolver el capital del AF20. Pero después de dos intentos fallidos, nadie asegura que el tercero permita obtener un resultado favorable.

Con todo, analistas recordaban que en las semanas previas, Economía logró colocar Letras del Tesoro en sucesivas emisiones que le dejaron un saldo positivo de cerca de 50 mil millones de pesos en enero.

Para Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de la consultora OJF, esta nueva emisión se trató más de una segunda etapa del canje de la semana pasada que una de las habituales licitaciones de títulos. ¿Por qué? «Porque como los bonos tienen un precio mínimo que está muy por encima de bonos similares que cotizan, lo más probable es que aquel que entre pierda mucho en un día. Por lo tanto, los únicos que tienen capacidad de entrar, para perder, son los que podrían ganar algo de cobrar el AF20. Por eso se trata de una licitación-canje. La situación ideal para un acreedor es no entrar, pero que el resto entre», explicó a través de las redes sociales.

¿Y ahora?

El bono dual significa el primer desafío concreto que enfrenta el ministro Martín Guzmán en materia de deuda pública, un puñado de días después de las reuniones con el FMI y la gira presidencial por Europa. Se trata de una encrucijada para las autoridades. Volcar esa masa de dinero al mercado, equivalente al 6% de la base monetaria y a más del 10% de todos los billetes y monedas en circulación, pondría presión sobre los precios y sobre el dólar. La opción de absorberla a través de letras remuneradas del Banco Central va a contramano de la decisión de ese organismo de reducir las tasas de interés.

Pero las alternativas son peores: postergar el pago de manera unilateral o defaultear el bono, lo que complicaría todavía más las negociaciones en marcha para la reestructuración global de la deuda con los acreedores privados. Sería una decisión que impactaría muy fuerte en la relación del nuevo gobierno con los mercados. El ruido que generó el pedido del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, para postergar el pago de un bono por U$S 250 millones (luego desestimado) es una muestra de esas posibles turbulencias.

Podría tratarse de un caso testigo, ya que el AF20 es el primero de los varios bonos a amortizar en los próximos meses, que le ponen una fuerte carga al Tesoro en la primera mitad del año.

«Defaultear sería la peor solución porque este bono tiene muchos tenedores internacionales (que también tienen otros bonos con ley internacional) con los que habrá que negociar después. Pero además porque podría causar un gran daño a la actividad económica entre tenedores locales», agregó Spotorno. Fue una velada referencia al reperfilamiento de Letes que había dispuesto en agosto del año pasado el ex ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, que impactó sobre empresas privadas y los pequeños ahorristas que habían confiado en fondos de inversión, provocando problemas en las cadenas de pagos.

Con el resultado de la licitación puesto, otros economistas salieron a imaginar lo que puede suceder. «Ahora es momento de control de daños. El peor escenario es un default. Si se emite para honrar el vencimiento, debe aparecer el rol de la política monetaria como seguro y amortiguador frente a la incertidumbre actual. El Banco Central puede absorber y moderar impacto sobre la brecha (cambiaria)», opinó Martín Vauthier, director del estudio Eco Go.

A pesar de ello, la posición oficial es de no lanzar pesos a la calle de manera excesiva para no alimentar la inflación. «Queremos encontrar una solución sin caer en default, pero sabemos que la deuda es insostenible. No vamos a andar emitiendo moneda a lo loco, menos para pagarles a los acreedores. Nosotros también tenemos disciplina fiscal», dijo el presidente Alberto Fernández la semana pasada, al regresar de su viaje a Europa.

Todo ese panorama se da con la misión del Fondo Monetario Internacional a la vista. La delegación encabezada por el venezolano Luis Cubeddu llegará este miércoles, cuando todavía está fresco el encuentro en Roma entre su titular, Kristalina Georgieva, y Guzmán. En las últimas horas trascendió que la visita, en principio prevista por 48 horas, se prolongará a una semana. Ese mismo día, el ministro de Economía expondrá en Diputados su estrategia para encarar la deuda.

Mientras tanto, en el Palacio de Hacienda se define también cuáles serán las entidades financieras que deberán individualizar a los tenedores de bonos privados y contactarlos para que el gobierno pueda ofrecerles un nuevo cronograma de pagos. El fracaso en esta nueva pulseada con los mercados reduce el margen de maniobra oficial.